Una acción colectiva en la escuela primaria “Gral. San Martín”, de Ucacha

El “grito sagrado” no se ahoga en tiempos de pandemia

En tiempos actuales, donde parecen lejanos recuerdos los actos escolares masivos, docentes, familias y estudiantes de sexto grado del colegio “Gral. San Martín” -ubicado en Ucacha, departamento Juárez Celman- llevaron adelante una experiencia para trabajar las efemérides de manera significativa, en un contexto de aislamiento y educación a través de tecnologías. El proyecto tuvo repercusión local y sirvió para mostrar el trabajo creativo cotidiano que se realiza en estos momentos desde las escuelas de toda la provincia. El establecimiento contempló también una preocupación particular por ayudar a las familias en una coyuntura de mucha incertidumbre.

Mayo es un mes repleto de efemérides importantes dentro del calendario escolar. Y entre docentes de sexto grado de la escuela “Gral. San Martín” querían darle una impronta distintiva a alguna de ellas, entre otras cosas porque es el último año en que esas chicas y chicos van a estar en la institución y porque les está tocando atravesarlo de esta manera tan inusual. Entonces empezaron a intercambiar ciertas ideas, algunas les parecían más complejas, otras francamente imposibles. Pero hubo una que les resultó al mismo tiempo alocada, pero realizable: que durante las jornadas previas al Día del Himno Nacional Argentino –que se celebra el 11 de mayo-, las y los estudiantes y sus familias pudieran interpretarlo a través de lengua de señas, en un esfuerzo colectivo, solidario e inclusivo. Y se dijeron: “Bueno, probemos y veamos cuánto y cómo se enganchan con la propuesta”. Y aquello que casi tímidamente presentaron a través de un mensaje de whatsapp, derivó en un hilo de colaboraciones individuales y colectivas, que llamó la atención hasta de los medios de comunicación locales.

Ubicado en Ucacha, al sur provincial, a 250 kilómetros de Córdoba capital, el establecimiento cuenta con poco más de un centenar de estudiantes y comparte edificio con un instituto provincial de educación agrotécnica. Cuando se anunció el aislamiento social, preventivo y obligatorio –que empezó a regir el 20 de marzo- y se suspendieron las clases presenciales, las primeras preocupaciones de directivos y docentes fueron cómo llegar a sus estudiantes de manera efectiva –para saber cómo estaban y continuar con actividades- y vincularse con las familias, para contribuir con ellas en esta situación y que no impactara en la escolarización de sus hijas e hijos. Desde la institución conocen bien a su comunidad educativa y advertían en ese momento que padres y madres podrían tener muchas limitaciones –de organización cotidiana, económicas, tecnológicas, comunicativas- para sostener una modalidad de educación a través de la virtualidad. Entonces enfocaron sus energías en esos objetivos.

“Nuestra primera preocupación fue cómo llegar a los chicos. Sabemos que nuestra realidad educativa es diferente a la de otras escuelas de la localidad, porque muchas familias no tienen acceso a Internet, a teléfonos adecuados, no todas tienen computadoras o impresoras. Había que asegurarse cómo vincularse con ellas”, comenta Roxana Olmedo, docente de sexto grado en ese establecimiento. Entonces, lo primero que hicieron fue un trabajo de hormiga: rastrear los números de teléfonos de las mamás o papás de sus estudiantes, para ver en qué condiciones estaban y acordar el modo de entablar una relación más fluida. Si bien muchos mantienen un vínculo cotidiano con la escuela, en otros casos no es así y fue necesario contactarlos. “Fuimos viendo de qué manera nos podíamos relacionar con cada familia: algunas podían buscar fotocopias en tal lugar y entonces nos estamos manejando de esa forma. A otras les alcanzamos los materiales a sus casas. Otras tienen computadoras y pueden acceder de esa manera. Hay papás que recién están poniendo Internet. Tenemos familias con un solo teléfono para cinco o seis chicos, con las cuales hay que tener mucho cuidado y esmero. En algunos casos, nos hacemos cargo nosotros de las fotocopias; en otros, aportan algunas instituciones. Este es un pueblo rico en instituciones y ayudan para que todos los niños tengan los materiales”, cuenta Roxana.

Vincularse y conocer la realidad de cada entorno fue algo central para repensar el trabajo docente en este nuevo contexto. Como señala Emiliano Faray, docente de Música en la escuela: “Hoy el puente es la familia, por lo general es el papá o la mamá que reciben información en el celular. Si no entendemos eso, vamos a encontrarnos con problemas”, reflexiona. Es por ello, agrega, que las actividades propuestas tuvieron que ser pensadas de acuerdo a las posibilidades de cada entorno doméstico, desde sus condiciones de acceso a tecnologías hasta su organización cotidiana. “Lo primero fue siempre contener a las familias, no bombardearlas: hay papás que no saben leer, o que no leen de manera corrida, o que no tienen la comprensión lectora para explicar una actividad y ellos se transforman en ‘docentes’ en algún momento. Entonces, esa realidad la tenemos que contemplar para ver qué tipo de actividad proponemos y cómo se plantean, tienen que ser muy claras y detalladas, porque muchas veces el familiar que está a cargo es un hermanito que tiene tres o cuatro años más”, explica Emiliano.

En este marco, como señalamos, estas y estos docentes de sexto grado optaron por estrategias diversas para hacer llegar los materiales a las y los estudiantes, y el uso de whatsapp fue la manera más extendida que encontraron para poder estar en contacto con ellas y ellos. “No avanzamos en el uso de otras plataformas (como Google Classroom, o Meet, o Facebook), porque vimos que no todos podían garantizar el acceso a ellas. Recién estamos comenzando a debatir la posibilidad de usar alguna otra”, relata Roxana. Optaron además por readecuar algunos contenidos a los presentados en los cuadernillos “Seguimos Educando”, distribuidos por el Estado nacional, para no ocasionar gastos a las familias que sacan fotocopias o generan impresiones. “Eso nos implicó reformular nuestras propuestas pedagógicas, para que los chicos no tuvieran que gastar en copias, algunas semanas por lo menos”, agrega. “Los cuadernillos se están usando, tratando de ver cuáles de esas actividades los alumnos pueden resolver. No todas las escuelas se manejan igual, ni tampoco es la manera en que los papás están acostumbrados. Entonces, nos fuimos adecuando de acuerdo a cómo reaccionaban ellos, cómo tenían menos dudas y gastos, cómo resolvían autónomamente”, comenta Emiliano.

Este trabajo cercano a las familias los llevó también a construir una rúbrica a partir de las opiniones y la información brindada por estudiantes, padres y madres. Cerca de un mes y medio después de haber comenzado la cuarentena, los docentes de sexto grado distribuyeron algunas preguntas para conocer de manera más fidedigna cómo iban sobrellevando el vínculo con la escuela y la tarea educativa. “Les consultamos, por ejemplo, si recibían el material enviado, si se habían podido organizar, si el niño disfrutaba las actividades, si las entendía, si trabajaba solo o con ayuda, si les interesaba más lo teórico o lo práctico. Por suerte, todos nos contestaron y pudimos darnos cuenta que más o menos íbamos por el camino correcto”, cuenta Roxana.

La comunicación regular con las familias y estudiantes fue otra de las decisiones clave que tomaron estas y estos docentes en este contexto educativo. Llaman de manera frecuente a las y los estudiantes, reciben registros (fotos, videos, audios) de sus trabajos y dialogan sobre dudas o sobre su bienestar general. “Si vemos que alguno no se contacta por algunos días, lo llamamos, le preguntamos cuál es el motivo. Hay una preocupación fuerte por mantener el vínculo con las familias, de la manera en que se pueda. Si bien se les mandan tareas, no exigimos que cumplan a rajatabla. Todos están trabajando, a distintos ritmos, pero lo están haciendo”, sintetiza Roxana.

Canción con todos y todas
En este marco de readecuación de propuestas pedagógicas, Emiliano y Roxana se preocuparon por repensar algunas de las efemérides que se conmemoran en el ámbito escolar, buscando que se adecuaran al contexto institucional y social y que implicaran una experiencia positiva para las y los estudiantes y sus familias. Y así se les ocurrió trabajar sobre el Día del Himno Nacional, partiendo de algunos conocimientos y experiencias de sus estudiantes. “Nos preocupaba cómo abordar las efemérides de manera significativa en este contexto de virtualidad, porque como docentes estamos configurados desde nuestra planificación y preparación para encarar las clases de manera presencial, con ciertos materiales y diálogos”, explica Emiliano. “En un fogón tradicional que realiza la escuela todos los años, estos chicos habían interpretado el Himno en lengua de señas, por lo que nos pareció oportuno recrear una experiencia a partir de esos saberes”, cuenta Roxana.

Además de trabajar sobre las efemérides de una manera novedosa, les interesaba también generar una experiencia colectiva y solidaria entre sus estudiantes, dado que es el último año que cursarán en la escuela. “Queríamos propiciar algo especial para ellos. Y nos interesaba un objetivo colectivo: que ellos pudieran hacer algo juntos en un contexto en que no se puede hacer prácticamente nada juntos”, subraya Roxana. Y Emiliano agrega además que los movilizaba generar una iniciativa inclusiva –que usara la lengua de señas-, como expresión de la voluntad integradora de la institución.

La propuesta fue, entonces, que las y los estudiantes enviaran videos interpretando el Himno Nacional a través de lengua de señas, podían hacerlo completo o una parte, solos o acompañados por familiares. Les pidieron también que se vistieran o decoraran la escena con algo representativo del país –una bandera argentina, una camiseta, sus guardapolvos con escarapelas, etc.- y que en lo posible mostraran su entorno, dado que algunos viven en la zona urbana y otros en la rural. La idea era preparar un video colectivo con sus aportes individuales, que pudiera circular por las redes sociales el 11 de mayo.

Pero la consigna no llegó sola, sino con una batería de recursos para llevarla a cabo: los docentes les pasaron la letra escrita del Himno y varias versiones musicales, para que advirtieran y experimentaran las diferencias entre distintas interpretaciones; les recomendaron algunas pautas técnicas a tener en cuenta a lo hora de filmarse con teléfonos y enviar sus videos; acordaron la versión que todos usarían para la interpretación a través de señas –una de Sandra Mihanovich-, para que no hubiera diferencias en el ritmo de ejecución; y les pidieron que indagaran el significado de cada palabra en la letra del Himno. “Las canciones patrias son muy bonitas y ricas armónicamente, pero contienen expresiones que para una educación primaria a veces son complicadas. Además, están hechas en contextos históricos que no se asimilan en nada a lo que los chicos han vivido. Entonces, les pedimos que indaguen sobre eso, buscando que la actividad sea significativa y no solo lúdica”, reflexiona Emiliano.

En apenas 4 o 5 días las familias abarrotaron el whatsapp con sus aportes. “No creí que iba a haber tanta participación, incluso chicos que no lo habían hecho el año pasado fueron parte esta vez. Y, sobre todo, hubo mucho involucramiento de las familias (papás, mamás y hermanos)”, evalúa Roxana. Cerca del 80% de las y los estudiantes del curso mandaron sus aportes: en sus casas, en sus patios, en el campo, solos y acompañados, algunos hasta grabaron una breve contextualización respecto a la historia del Himno Nacional y un papá se animó a cantarlo completo. “Los chicos fueron motivándose a sí mismos y a las familias a medida que veían que otros participaban”, señala el docente de Música.

Una vez que enviaron los videos, una difícil tarea quedó en manos de Emiliano, quien debió editar el producto audiovisual general que contenía todos los aportes. “Fue un trabajo arduo y complejo, porque cada teléfono filma en su formato, había que hacer que coordinen, algunos habían grabado con otras versiones de la canción o habían puesto la cámara de cualquier forma”, comenta sonriendo, el docente. Finalmente, el video quedó terminado y, a partir de su repercusión en las redes sociales –primero circuló por grupos de whatsapp y luego por Facebook-, el mismo Día del Himno fue presentado a la comunidad en TELECO, el canal de televisión de Ucacha.

Enseñar con las familias adentro
Aún en medio de la vorágine que implica el trabajo de enseñar en contextos virtuales, las y los docentes destacan, sobre todo, el vínculo y el trabajo emprendido con las familias de sus estudiantes. “Esto nos deja un gran avance, porque había algunas que ni siquiera venían a buscar las libretas de sus hijos. Las conocen en el pueblo, pero a la escuela no se llegaban ni de casualidad, y hoy estamos más cerca”, reflexiona Emiliano. En el mismo sentido opina Roxana, quien resalta el trabajo esmerado y paciente que llevaron adelante con algunas familias que pusieron en duda la escolarización de sus hijos, por las adversidades en este contexto de pandemia. “Hubo padres que se rebelaron, los menos por suerte. Decían que era mucho esfuerzo, que preferían que el niño repitiera. Tuvimos que hablar con ellos, para que tuvieran paciencia, para preguntarles qué les hacía falta, y así logramos revertir, de a poco, esas situaciones”, relata. Como ocurrió en otras escuelas, estas y estos docentes tuvieron también que “capacitar” a padres y madres, para que aprendieran a usar algunos recursos tecnológicos básicos.

Aún en medio de todos los esfuerzos, consideran que la experiencia de trabajo muestra saldos positivos. “En estos tiempos se revalorizó el vínculo escuela-estudiante-familia, que cuando estamos en el aula no lo advertimos tanto. Ahora nos damos cuenta lo importante que es que las familias acompañen a los chicos, que vean los esfuerzos que se están haciendo desde las escuelas. De hecho, se nota cuando los alumnos están contenidos, porque nos costaba que trabajaran en el aula y ahora lo hacen de manera excelente, porque están apoyados por su entorno”, sintetiza Roxana.

educar en Córdoba | no 37 | Junio 2020 | Año XV | ISSN 2346-9439
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Luciano