CONSTRUYENDO SOLUCIONES

Partir de lo común, para lograr algo especial

Comunidades de aprendizaje; una experiencia piloto de formación entre pares, situada y permanente

Tres escuelas públicas de nivel medio, de tres departamentos de la provincia, abrieron sus puertas y espacios para poner en funcionamiento una prueba piloto de formación docente impulsada desde el sindicato. El proyecto, que se propone como un modo de acompañamiento para los y las docentes, discute las principales perspectivas de trabajo de las capacitaciones impulsadas por el Estado o las iniciativas privadas. En primer lugar, porque busca recuperar, visibilizar y potenciar los saberes y conocimientos construidos en la tarea cotidiana de enseñar, colocando al docente en el centro del dispositivo de formación, como sujeto activo y responsable del propio proceso de trabajo. En segundo término, porque trabaja con las problemáticas de las escuelas enunciadas desde la perspectiva de los protagonistas implicados, sin imponer miradas y diagnósticos uniformes sobre la realidad educativa de cada institución. Y finalmente, porque reconociendo el compromiso de los compañeros y las compañeras docentes y confiando en sus posibilidades de reflexionar sobre sus prácticas, apuesta a la construcción de un espacio de formación compartida y permanente entre quienes habitan cotidianamente cada escuela.

Imagina una escuela donde los y las docentes tienen espacio para compartir miradas y estrategias, para pensar cómo enseñar mejor a sus estudiantes. Imagina currículos donde las diferentes áreas de conocimiento son una puerta de entrada, un modo de entender y un aporte a un proyecto colectivo de trabajo que los y las convoca y vincula. Imagina una organización escolar donde las materias no aparezcan fragmentadas en compartimientos estancos, aislados, ajenas unas de otras. Imagina el conocimiento concebido como una construcción colectiva donde cada disciplina aporta su modo de comprender el mundo. Imagina un sistema educativo que contemple tiempos institucionales para que los y las docentes puedan trabajar en equipo y potenciar su tarea individual en las aulas. Imagina estudiantes viviendo la escuela como una experiencia placentera. Imagina a chicos, chicas y jóvenes entusiasmados en la búsqueda de conocimientos.

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Contrariamente a lo que plantea John Lennon, no “es fácil” imaginarlo y mucho más difícil intentar llevarlo a cabo, porque aunque todas las propuestas y diseños curriculares plantean el trabajo integrado entre las diferentes áreas de conocimiento, la realidad es que el modo en que se estructura la educación secundaria empuja hacia el trabajo individual y solitario de los y las docentes. Peor aún, desde las políticas públicas se proponen y exigen innovaciones educativas sin disponer las modificaciones que garanticen los tiempos y espacios necesarios para que los y las docentes puedan implementar esos procesos de trabajo.

Reflexionando en torno a esta realidad, con la convicción de que lo pedagógico también es una disputa gremial y como apuesta de acompañamiento a los y las docentes, un equipo del Instituto de Capacitación e Investigación de UEPC fue mucho más lejos que solo imaginar, y puso en marcha “Comunidades de Aprendizaje”, una propuesta de formación participativa, situada y permanente entre pares. El proyecto fue concebido como una prueba piloto a desarrollarse durante dos años (2016 y 2017) en tres escuelas públicas de nivel medio en los departamentos de Punilla, Calamuchita y Colón, con la apuesta a largo plazo de construir e instituir un dispositivo de formación que pudiera extenderse a más escuelas y lograr la sustentabilidad en el tiempo, en tanto puedan ser los propios docentes los que le dan movimiento y sentido.

“El concepto de Comunidades de Aprendizaje tiene que ver con que haya otra dinámica desde el punto de vista teórico del deber ser del docente”, explica Cecilia Martínez, una de las responsables del proyecto. “El eje está puesto en crear una comunidad que aprende por sí misma, una comunidad en el sentido de que hay valores en común, hay modos de pensar la enseñanza, de pensar a los chicos. Aunque eso es un punto de llegada, asumimos que en un principio no hay consensos al respecto, se trata de una construcción a la cual nos vamos acercando en ese trabajar juntos”.

De igual a igual

Una particularidad de esta propuesta de formación es que concibe a los propios docentes como sujeto de conocimiento. En la mayoría de las ofertas de capacitación se hace hincapié en la temática y en el reconocimiento de la trayectoria intelectual de quienes dictan los cursos, reservando la legitimidad del conocimiento pedagógico a los saberes producidos en la academia y dejando de lado, la mayoría de las veces, los saberes y experiencia docentes.

Comunidades de Aprendizaje parte de una apuesta por recuperar, visibilizar y potenciar los saberes construidos en la tarea cotidiana de enseñar. “Desde el gremio sostenemos que los y las docentes generan conocimiento pedagógico en su práctica, aunque muchas veces se trata de un saber no formalizado, no sistematizado y por lo tanto, no divulgable científicamente, difícil de ser reconocido y compartido por otros”, argumenta Andrea Martino, coordinadora del programa Consulta Pedagógica y responsable junto a Martínez del proyecto Comunidades. “El docente es un profesional al cual nosotros le brindamos un espacio para reflexionar con sus pares, y el tiempo para pensar y construir, ensayar e inventar nuevas estrategias sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje”, completa Cecilia.

En este sentido, desde el ICIEC definieron que el proceso de trabajo debía ser coordinado y acompañado por otros y otras docentes, también de nivel medio. En primer lugar, para fomentar un espacio de horizontalidad y cercanía, tanto con las problemáticas e intereses como con la cotidianeidad de la tarea docente. En segundo término, porque la guía y coordinación en manos de un par, un o una colega, favorece la generación de vínculos basados en la confianza, que son fundamentales para un dispositivo que se asienta en la construcción colectiva de saberes.

Para el rol de coordinadores, se convocaron a docentes que hubieran llevado adelante experiencias pedagógicas de enseñanza de las ciencias por proyectos, ya que ese también es uno de los ejes centrales de la propuesta. Fueron seleccionados ocho docentes, que durante el primer cuatrimestre de 2016 desarrollaron un trayecto de formación junto a Cecilia y Andrea, para construir y poner en común las pautas y perspectivas de trabajo del proyecto.

“Una de las cuestiones que más me sorprendió fue lo novedoso de la propuesta. No tanto por los autores, que uno puede conocer o haber leído, sino por el tipo de aporte que Cecilia y Andrea iban trayendo a partir de recuperar otras experiencias de trabajo en media”, explica Carolina Bartomeo, docente de Inglés en Colonia Caroya y una de las coordinadoras del proceso de trabajo en el IPEM Nº 294 de Jesús María. “Trabajamos en la construcción de sentidos sobre cuál era nuestro lugar y qué tipo de procesos queríamos lograr. Hacer mucho hincapié en la escucha y en la observación, poder comprender lo que hay detrás de cada planteo. Y sobre todo, pensarnos como facilitadoras para generar un espacio que pudiera sostenerse sin nuestro acompañamiento”.

La cabeza piensa donde los pies pisan

Muchas veces, las capacitaciones circulan en paralelo a la vida de las aulas, ya sea por una generalización necesaria para potenciar el alcance de los cursos, ya sea por la imposibilidad del docente de adaptar e incorporar lo trabajado a los ritmos escolares y a la particularidad de cada aula. “Existe una distancia muy notoria entre la formación, el aula y la institución. Entonces, no solo cuesta llevar los nuevos contenidos a la instancia del aula, sino que también en ocasiones, los trayectos formativos plantean y proponen cambios de perspectiva tan profundos que son imposibles de protagonizar por el docente (cuya decisión de capacitarse es individual), sin un fuerte acompañamiento institucional”, argumenta Cecilia Martínez.

Por este motivo -y por la voluntad expresa de UEPC de acompañar a los compañeros y las compañeras en el territorio-, la propuesta está anclada al espacio escolar, convenida y acordada con las autoridades de cada institución (incluidas las zonas de inspección correspondiente), para garantizar los tiempos y apoyos necesarios para el proceso de trabajo.

La formación situada no solo consiste en llegar a las escuelas, sino que además plantea abordar las problemáticas y particularidades de cada una de ellas, enunciadas por la propia voz docente. Una preocupación común siempre es un buen punto de partida: “¿Cuáles son los problemas de enseñanza que ustedes tienen con sus estudiantes?” Una pregunta que abre la discusión para la elaboración de un diagnóstico común, pero que en primera instancia, como era de suponerse, desata un torbellino de lecturas sobre la realidad de cada escuela y sus docentes, que van desde lecturas críticas del sistema educativo hasta desahogos, enojos y reclamos particulares respecto de las relaciones personales dentro de la institución. “Sabíamos que un primer momento iba a ser de catarsis, sobre todo si uno pregunta cuáles son los problemas y dificultades que tienen en su tarea cotidiana”, aclara Andrea. Y subraya como fundamental el rol de los coordinadores para retomar el eje planteado y centrar las problemáticas en los procesos de enseñanza y aprendizaje, “poner en el centro de la escena a los y las estudiantes, la idea de que puedan aprender más y mejor es un común denominador en todos los docentes”.

Comunidades de Aprendizaje plantea un modelo flexible que conjuga la planificación de ejes, etapas y objetivos bien concretos, con dinámicas abiertas que permitan a cada grupo modelar y diseñar acciones propias, según sus inquietudes e intereses. Esta propuesta de formación no concibe a sus participantes como individuos que transitan un trayecto formativo, sino más bien como integrantes constitutivos de lo que se va construyendo en tanto comunidad y por lo mismo, actores responsables del rumbo y destino que esa construcción asuma. “No se puede pensar una comunidad sin pensar las relaciones entre las personas que integran ese espacio”, argumenta Andrea. “Y a esto sumarle que los docentes, sobre todo en el nivel medio, no tienen espacios de encuentro, y por lo mismo, no existe la práctica de esas conversaciones y de esas dinámicas. Eso también es parte de lo que Comunidades de Aprendizaje propone vivenciar y aprender”.

Miguel Lorenzo es director del IPEM Nº 316 “Eva Duarte de Perón”, de Barrio Colinas en Villa Carlos Paz, donde se llevó a cabo una de las experiencia de Comunidades de Aprendizaje. Particularmente en este espacio, el proceso fue mucho más amplio, dado que se propuso abordar la distancia entre las escuelas primarias de la zona y el IPEM y la repercusión que eso tiene en los chicos y chicas al pasar de un nivel al otro. Como una de las marcas más fuertes del trayecto formativo, Miguel describe dos escenas: “En las primeras reuniones era un solo pasaje de facturas. Las maestras de primaria decían que media era un desastre; los de media, que los chicos salían de la primaria sin saber lo necesario. Todo el tiempo echándonos culpas unos a otros, señalando y reprochando lo que hacía mal la otra institución. Y lo que uno veía ya avanzado el proceso, me puso tan bien que hubiera querido filmarlo, todos imaginando y proyectando qué podíamos hacer por el otro, pensando qué era mejor para los alumnos, de qué manera podía cada institución acercarse a las demás”.

Como consecuencia del proceso de trabajo, las cuatro instituciones acordaron realizar todos los inicios de año un encuentro de docentes, para poner en común los trabajos realizados con cada grupo de egresados de las primarias, y las características tanto de los grupos como de los y las estudiantes en particular. Evaluando y trazando posibles líneas de continuidad, apoyos y trabajos especiales.

De profesionales que enseñan a profesionales de la enseñanza

En la provincia de Córdoba, en el nivel medio, casi el 80% de los profesores y profesoras son profesionales que en su carrera de grado no tuvieron formación docente. Por eso, las demandas en torno a mejorar los procesos de enseñanza y los vínculos pedagógicos con los y las estudiantes son una constante que se repite en todas las escuelas y forman parte de las principales preocupaciones: “El desinterés por el conocimiento”; la “necesidad de planificar clases más entretenidas”; la falta de estrategias para “explicar mejor” y que “entiendan más claramente”; la angustia de que “los estudiantes no se enganchan con las clases”; la preocupación porque “no manejan los contenidos centrales de la materia”.

Comunidades de Aprendizaje propone como herramienta pedagógica el Aprendizaje Basado en Problemas (ABP), esto es: la elección de un tema o problemática en torno del cual diseñar un proyecto desde un abordaje transversal entre diferentes materias. Por eso, el segundo momento en el trayecto de formación consistió en la conformación de grupos para buscar y definir problemáticas que fueran sensibles al interés de los y las estudiantes y vinculados a sus realidades cercanas. Luego, propusieron y planificaron las etapas de trabajo y el aporte que cada materia podía realizar. Finalmente, en una lectura cruzada con los contenidos curriculares, diseñar los cronogramas de trabajo para cada área, ajustando e incluso modificando las intervenciones en relación al modo en que se iban complementando las materias y tiempos del proyecto. Para algunos, el planteo de ABP es algo novedoso, incluso ajeno, y genera ciertas dudas e incertidumbre. Para otros, trabajar por proyectos es parte de la planificación anual.

“Si uno recorre las escuelas y escucha a los docentes, se da cuenta de que hay muchos proyectos interesantes. El verdadero problema es que al no existir espacios ni tiempos para el trabajo colaborativo, se quedan en la soledad del aula. Hay docentes que hacen cosas extraordinarias y que por su bajo perfil o por no encontrar los canales adecuados, no las dan a conocer en la comunidad, ni siquiera dentro de la institución o entre sus compañeros y compañeras”, reflexiona Cecilia. Comunidades de Aprendizaje busca potenciar las experiencias existentes y sumar más voces e ideas para nuevas iniciativas. Se trata de una condición de posibilidad más que un programa de contenidos.

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Las responsables del trayecto de formación propuesto por el Instituto recuerdan los encuentros de construcción y puesta a punto de los proyectos como experiencias muy potentes y creativas de trabajo colaborativo. Y destacan el entusiasmo con que cada docente fue abordando la problemática desde el saber específico de su materia. No solo a instancias de la planificación, sino durante todo el proceso de trabajo, tanto frente a sus compañeros y compañeras como frente a los y las estudiantes. “Una tiene una noción de todas las áreas y los temas que trabajan, pero a partir de este tipo de proyectos profundiza en esos conocimientos”, explica Patricia Ferraris, profesora de Geografía en el IPET 351 de Carlos Paz, que abordaron la problemática del humedal. “Aprendíamos todos de todos, porque si bien yo había visto algo de estadística en mi materia, esta vez, que la trabajamos con Tecnología, la verdad que profundizamos mucho más y ahora puedo manejar herramientas de Excel que antes no conocía”.

El trabajo con la problemática abordada en el proyecto le permitió a cada docente desplegar y poner en juego sus conocimientos disciplinares en el marco de un propósito. Andrea y Cecilia lo sistematizaron como “volver al primer amor”, que es ese lugar de seguridad y disfrute que cada uno eligió como profesión, antes de llegar a la docencia. Por lo demás, el entusiasmo trasladado al aula y al vínculo con los y las estudiantes es una de las estrategias pedagógicas más potentes. Entonces, la posibilidad de ser profesionales enseñando les brinda una herramienta concreta para enseñar mejor.

Animarse a inventar para sorprender y sorprenderse

Así como en los primeros encuentros el rol de coordinación fue fundamental para guiar, ordenar y conducir las discusiones y aportes docentes, luego del diseño de los proyectos y una vez puestos en marcha, fueron los propios docentes quienes marcaron el ritmo y la agenda de los encuentros. Las discusiones y debates giraban en torno a demandas concretas del proyecto, ya sea para resolver colectivamente una dificultad, o para revisar, profundizar o ampliar algún aspecto del proyecto.

En estas instancias, hubo también herramientas didácticas y estrategias pedagógicas que Comunidades de Aprendizaje puso en juego no como imposición, sino como invitación a imaginar, inventar y ensayar otros modos de vincularse con el conocimiento: salir del aula, pensar las problemáticas y los objetos de estudio como campos de acción para el aprendizaje, realizar mediciones en terreno, construir los modelos para dichas mediciones, trazar hipótesis, diseñar experimentos. “Le encontraron un verdadero propósito a Metodología de la Investigación, que siempre les cuesta un montón”, reflexiona Patricia Ferraris.

“Se trata -subraya Cecilia Martínez- de generar aprendizajes auténticos y significativos; esto es, pensar estrategias de aprendizaje lo más cercanas a lo que es el desempeño profesional y la disciplina en sí misma. Si vamos a trabajar historia reciente, pensar cuáles son los modos de acceso que utilizan los historiadores: entrevista y documentación. Y eso hicieron los chicos, buscaron fuentes posibles, entrevistaron a sus abuelos y personas que llevan mucho tiempo viviendo en el barrio”.

Profundizando en esta perspectiva, el concepto de área, perímetro y volumen, por ejemplo, en el proyecto sobre el humedal de Carlos Paz se trabajó con los ladrillos del puente que cruza el humedal y que diariamente transitan los chicos para ir a la escuela, mientras que en Embalse implicó la construcción de un gran recipiente para reciclado de botellas de plástico. La perspicacia de la profe de Matemáticas vio en el río que alimenta el humedal una oportunidad para desarrollar funciones.

“Al principio me pareció raro y difícil esta propuesta de aprendizaje en basado problemas, porque no había un texto que te tenías que leer y aprender, que es como yo estudiaba y como estoy acostumbrada a aprender y a enseñar”, confiesa Albana Rodríguez, arquitecta y profesora de tecnología en el IPET 347 de Embalse. Y agrega que también los chicos “descreían un poco, porque todo lo que les proponía estaba lejos de la carpeta y de la fotocopia que hay que estudiar. Como si la idea de que algo les resulte interesante y les guste, no fuera compatible con estar aprendiendo. Pero al final del proyecto, cuando fuimos repasando y evaluando los contenidos, me sorprendía yo misma por el modo en que explicaban cada cosa y el manejo conceptual que habían adquirido, pero sobre todo se sorprendían ellos mismos”.

La experiencia de Comunidades de Aprendizaje es una propuesta de acompañamiento gremial para construir junto a los y las docentes nuevas y mejores estratégicas pedagógicas, pero sobre todo, forma parte de una apuesta que ofrece alternativas sólidas y efectivas para políticas públicas que pretendan avanzar en el diseño de espacios de formación que dejen de pensar en términos de déficit, para hacerlo en términos de verdadero apoyo al trabajo de enseñar.

educar en Córdoba | no 35 | Junio 2018 | Año XIII | ISSN 2346-9439
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