(*) Regente en la Escuela Normal Superior de Villa del Totoral.
Una de las cosas que nos dejó la pandemia fue la modalidad combinada que se implementó en el Nivel Superior y que se va consolidando en el tiempo. Soy una férrea defensora del espacio físico de la escuela, a mí lo que me motiva es la posibilidad de estar en las aulas, de compartir esos espacios comunes de cruce, de encuentro con el otro, ya sea entre docentes o con estudiantes y entre estudiantes. Sin embargo, también la pandemia nos empujó a implementar otras dinámicas de enseñanza y aprendizaje y nos mostró, a la fuerza, que las tecnologías pueden ser de gran ayuda en la propuesta pedagógica. Sobre todo si pensamos en la realidad de nuestros estudiantes que son de otras localidades y tienen que viajar para asistir a clases. Entonces, la idea de poder reducir los días de cursado presencial resulta una ventaja importante para que nuestros estudiantes puedan sostener y finalizar su carrera.
Además, en relación a la carrera docente, la modalidad combinada nos permite que a la vez que desarrollamos conocimientos y herramientas, vayamos utilizando una de esas herramientas como soporte pedagógico. Y esto permite que nuestros futuros docentes vayan familiarizándose con un ámbito tecnológico y estén más preparados para poder pensar desde esas plataformas, estrategias y modos novedosos de enseñar los contenidos. El uso de la tecnología tiene que entrar a las aulas y cruzar transversalmente a las escuelas para formar parte del proyecto pedagógico.
Pero la centralidad de las nuevas tecnologías, también nos pone frente a una pregunta: ¿Cuál es nuestro rol, como docentes, si el conocimiento está disponible y al alcance desde cualquier dispositivo móvil? Hay un texto de Michel Serres -que se llama “Pulgarcita”- que trabaja sobre el hecho de que los niños han cambiado su cuaderno de clase por las pantallas. En ese escenario, nuestra función es poder orientarlos sobre las búsquedas y criterios para validar estos conocimientos, brindarles herramientas para que puedan jerarquizar toda esa información de la cual disponen los estudiantes. Por eso, nuestra tarea es formar docentes que sean como artesanos que les puedan enseñar a sus estudiantes diferentes modos de trabajar y manejar esa materia que es el conocimiento.
Y en el otro extremo de este protagonismo adquirido por las tecnologías, aparecen las cuestiones fundamentales que tienen que ver con la posibilidad de estar en la escuela: la construcción del vínculo, la posibilidad de acompañar, de hacer que la palabra circule, de afianzar la relación con el conocimiento y de entender que aprendemos con otros, en el compartir espacios, en escucharnos, en discutir, en hacernos preguntas. Esta mirada, que fue nuestro desafío principal en la vuelta a la presencialidad, tiene que ser también parte del modo en que nuestros estudiantes entiendan y conciban su tarea como docentes.
educar en Córdoba | no 40 | Noviembre 2022 | Año XXI | ISSN 2346-9439
Columna: Docentes como artesanos