Los contenidos son una excusa para desarrollar capacidades

Por Marisa Loza (*)

Algo que me sorprendió mucho durante la pandemia fue darme cuenta de que, después de tantos años de trayectoria en el aula, por primera vez estaba dando clases dentro de la casa de mis alumnos, y desde ahí pude entender de otro modo algunas cosas. Saber de dónde vienen, cómo viven, asomarnos a su vida cotidiana nos permitió conocer mejor quiénes son nuestros estudiantes. En el aula solo vemos que no trajo la tarea, o que su carpeta está desordenada o desprolija, pero cuando en plena clase virtual descubrís que la música está a todo volumen y la familia se cruza todo el tiempo, te das cuenta de que esa criatura no tiene un lugar, un espacio y un tiempo donde sentarse a ordenar sus ideas, donde concentrarse y dedicarse a lo que le pide la escuela. Entrar en la casa de los chicos fue abrir la cabeza a una perspectiva diferente.

A la vez, valorar que las familias nos abrieran las puertas de sus hogares, y en ese dejarnos entrar, fuimos construyendo un vínculo de cercanía y confianza. Paradójicamente, la distancia nos permitió un acercamiento que no ocurría en la normalidad de la escuela. Como docentes, muchas veces juzgamos a las familias que faltan a una reunión y nos predisponemos mal, y ya los catalogamos que no les importa la educación de sus hijos. Pero también ocurre que en el horario que los citamos están trabajando y vuelven tardísimo a sus casas. ¿Eso quiere decir que no les interesa la escuela y cómo van sus hijos? ¡Claro que no! Y sin mencionar que si la maestra los manda a llamar, es porque algo malo pasó y eso tiene una carga muy fuerte.

En cambio, la virtualidad nos permitió conversaciones más fluidas y cotidianas, no tan solemnes como las del “cuaderno de comunicados” y eso nos hizo estar más cerca, más pendientes y poder tener un seguimiento más profundo. Porque no es que a la familia no le interese la educación de sus hijos, sino que a veces los modos que les proponemos son muy rígidos; en cambio, con un mensajito enseguida responden y después también se animan a preguntar por sus hijos. Este vínculo en lo cotidiano es lo que tenemos que sostener y lograr hacia delante, porque es fundamental para el aprendizaje.

Y aquí viene otra cuestión, la pandemia nos obligó a repensar qué es lo verdaderamente importante y qué le pedimos a la escuela. La frase “No llego con el programa” es una constante en todos los años de tu vida docente; y pensar nuestra tarea desde ahí genera una especie de carrera, en la que vamos apretando temas y ya no importa si los chicos entendieron o no.

Los contenidos tienen que ser una excusa para desarrollar capacidades: la lectura comprensiva, la interpretación, el análisis y la posibilidad de dar respuesta a situaciones problemáticas, que no son exclusivas de Matemática. Apostando a desarrollar esas capacidades, preparamos a los chicos para abordar por sí mismos cualquier temática. Y en el mismo sentido tenemos que pensar la evaluación. El cuco de la evaluación es asociarla directamente con la nota, con la aprobación o no, con la obtención de un número, cuando en realidad la evaluación me permite ver dónde estoy parada y hacia dónde tengo que ir.

Hace bastantes años que no tomo evaluaciones escritas, porque no creo en el resultado que me brindan. En cambio, voy evaluando permanentemente: cuando muestran su trabajo, cuando plantean una duda. Llevo registro en un cuaderno con la participación de cada uno; y claro que no todos se animan abiertamente a participar en clase. Ahí me acerco y les pregunto: “¡Uy! esto que no lo entendí, ¿cómo lo hiciste?”, tratando de habilitar la palabra, ayudando a que pueda expresarse, a que confíe en sí mismo y le cuente a sus compañeros. Hay que dedicarle tiempo y estar atenta como docente. Te tiene que importar que todos aprendan, pero principalmente, tenés que creer y confiar en que pueden hacerlo.

(*) Maestra de Ciencias Sociales, Ciencias Naturales y Ciudadanía y participación de 4to grado, de la escuela “Madre Teresa de Calcuta”, Córdoba capital.

educar en Córdoba | no 39 | diciembre 2021 | Año XX | ISSN 2346-9439
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Luciano