Desde 1990, UEPC ha llevado a cabo un trabajo sostenido de acompañamiento, defensa, desarrollo y formación de los y las docentes de la escuela rural. Entre las diversas acciones y propuestas, el Congreso de Docentes Rurales ha sido el espacio más emblemático y educar en Córdoba participó de la edición número 25. Esta crónica es un recorrido por las experiencias, conversaciones y vivencias compartidas.
Es casi mediodía y la Colonia del Docente de Los Cocos comienza a llenarse de visitantes. Llegan en grupos, sonriendo y saludando a gritos como amigos, amigas y familiares que hace mucho que no se ven. Se escuchan tonadas de toda la provincia que se cruzan en abrazos, presentaciones formales y bromas cargadas de picardía. El Congreso de Docentes Rurales ya tiene 25 años de existencia y es el punto de encuentro obligado y esperado de muchos compañeros y compañeras docentes. Arrancó con unos 35 o 40 participantes en 1990 y fue creciendo hasta los 250 participantes de todos los departamentos de la provincia que asistieron a esta edición.
Están los de siempre, que no se lo perderían por nada y los nuevos, que se arriman por primera vez, y que a poco de estar ya se sienten como en casa. “Yo venía de Buenos Aires a trabajar en una primaria y apenas llegué a la escuela, una compañera me dijo: Vos te tenés que afiliar y el mes que viene te venís con nosotras al congreso de Los Cocos”, recuerda Marcela Valussi de su arribo a Córdoba, a la ruralidad de Traslasierra, al sindicato y a los congresos de UEPC, allá por el año 2002. “Y la pasé genial. Porque no conocía a nadie y ahí se me abrió un mundo. El congreso a mí me sirvió para contactarme y conocer la realidad de Córdoba”.
El espíritu
Encontrarse con otros, compartir problemáticas y dificultades, ensayar abordajes posibles, pensar acciones colectivas. El Congreso de Docentes Rurales es parte del trabajo sostenido que UEPC lleva adelante para acompañar, fortalecer y mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje en las escuelas rurales de la provincia. Se trata a la vez de una apuesta y una respuesta gremial frente a las políticas neoliberales de los años 90. “El principal problema que se había encontrado en la educación rural era el aislamiento y la soledad –recuerda Aurorita Cavallero, secretaria de Cultura y Educación. Así surgió el Programa de Educación Rural de UEPC, como respuesta a una demanda y una necesidad, generando espacios de encuentro e intercambio de experiencias entre compañeros y compañeras docentes rurales”. Se generaron trayectos de capacitación, jornadas zonales, encuentros regionales y el Congreso.
Pero también fue una reacción gremial y fuertemente política frente a la implementación del neoliberalismo, que imponía ajuste y cierre de escuelas y jardines de infantes. “Como gremio, nos pusimos a la cabeza de la resistencia, no solamente en defensa de los lugares de trabajo y el salario, sino también de la escuela pública y principalmente la escuela rural, como la única posibilidad que muchos chicos y chicas del interior de la provincia tienen para acceder al derecho a la educación”, subraya Aurorita. Para Juan Monserrat, secretario general de UEPC, el congreso ha perdurado durante 25 años por el esfuerzo denodado de quienes lo organizan y garantizan cada año, pero sobre todo, porque “se trata de un espacio que da respuesta a las necesidades de los compañeros y compañeras, que son también quienes le dan sentido haciéndolo propio. Esa es la verdadera legitimidad de los congresos, esa es nuestra apuesta como sindicato”.
El crecimiento cualitativo del espacio año tras año ha transformado al congreso en una referencia intelectual y pedagógica para pensar la educación rural. “La escuela urbana tiene mucha producción teórica, pensadores, libros, estrategias, propuestas, estudios, investigaciones; pero eso no pasa con la ruralidad. Lo mismo ocurre con la formación, la ruralidad no está incorporada a la formación, nadie aborda la realidad y características del plurigrado”, comenta Roberto Sivel, docente (personal único) de la Escuela “Dr. Amadeo Sabattini”, a 10 km de Arroyo Cabral, departamento San Martín. “Lo que uno encuentra en este congreso son buenas prácticas de plurigrado, estrategias novedosas, abordajes creativos para diferentes problemáticas y todo eso se comparte para poder pensar y mejorar las propias prácticas en tu escuela, en el aula”.
La propuesta
El Congreso de Docentes Rurales es un espacio de encuentro, una propuesta de formación, pero también una instancia de construcción de conocimiento. El programa prevé, durante los tres días que dura el congreso, diferentes instancias para la circulación de saberes. Charlas a cargo de referentes e intelectuales de la educación que van abordando las problemáticas actuales desde una perspectiva más amplia y general. Este aporte es muy valorado por los participantes: en primer lugar, por la posibilidad de dar un marco de referencia a la reflexión sobre las prácticas, para poder pensarse como colectivo en una realidad más amplia; y luego, por la oportunidad de intercambio con pensadores e intelectuales de gran prestigio. “Son los autores de los libros que leemos y hemos leído durante toda nuestra formación; y los tenemos acá, cara a cara, con la posibilidad de hacerles preguntas, pero también de comentarles algunas cuestiones, de compartir un mate, un almuerzo, porque se quedan con nosotros durante todo el congreso”, valora Favio Maldonado, docente en La Carlota y Los Cisnes, del departamento Juárez Celman.
El segundo día del congreso está dedicado íntegramente al intercambio de experiencias. La jornada se inicia con una exposición a modo de feria, con diferentes puestos donde los y las docentes cuentan los proyectos pedagógicos que están llevando a cabo. Y como toda feria, se llena de colores y sabores, porque cada explicación tiene su apoyo en fotografías y afiches e incluso productos elaborados por los propios estudiantes cuando los proyectos apuntan en esa dirección. En esta edición de sus bodas de plata, la exposición fue uno de los principales atractivos, superando todas las expectativas, tanto en cantidad de presentaciones como en la calidad de las experiencias. El detalle y cuidado que cada grupo dedica a su estand, el entusiasmo que ponen en cada relato y esa mezcla de cariño y admiración con la que cada docente habla de sus estudiantes hacen de la Expo una experiencia de intercambio y vinculación muy enriquecedora. “Ahí podés charlar con tiempo y profundidad cómo hicieron tal o cual cosa, qué inconvenientes o contratiempos tuvieron y cómo los abordaron. Es una instancia de fuerte aprendizaje en lo pedagógico que te pone a pensar qué cosas podés hacer vos en tu escuela, con tus alumnos”, subraya Roberto Sivel.
Al mediodía, se plantean talleres simultáneos agrupados por temáticas. Una instancia de discusión, debate, puesta en común y deconstrucción de las experiencias expuestas, que busca una reflexión colectiva capaz de pasar de lo anecdótico, singular y particular que tiene cada proyecto, a la posibilidad de sistematizar y construir conocimientos que puedan convertirse en contenidos teóricos escalables y aplicables a otras prácticas, en otros escenarios.
Y hacia la tarde, comienza la socialización de experiencias: un espacio similar al de las charlas de referentes, pero donde todas las luces y miradas están puestas sobre los compañeros y compañeras que cuentan procesos implementados en sus escuelas, proyectos pedagógicos, trabajos llevados a cabo con la comunidad o diversas propuestas que tienen como eje central la educación rural. Estos relatos son atractivos y potentes desde su presentación, ya que la creatividad ocupa un papel fundamental que permite sorprender y enganchar a la audiencia. Cuatro maestras, personal único en diferentes escuelas del departamento General Roca, por ejemplo, inician su intervención con un rap de autoría propia. La letra es un recorrido por las principales dificultades, obstáculos y miedos que enfrentaron en su proyecto de implementar clases colectivas, conectándose vía Skype. Y lo hacen a coro, porque el proyecto es el resultado de trabajar como agrupamiento, con todos los desafíos que implica esa apuesta.
Otro aspecto interesante de las presentaciones es el contenido particular de lo que se socializa, por novedoso, por el esfuerzo puesto en juego, las estrategias pedagógicas o el aporte realizado. Como el proyecto de Greta Vivani y Eugenia Villareal, surgido de las charlas dentro de un auto empantanado en medio de un camino de tierra después de la lluvia. Atrapadas y embarradas, recordando anécdotas anteriores, concluyeron que ese cúmulo de historias y tropezones también formaban parte inseparable de ser docente rural. Y así, comenzaron a recorrer las diferentes escuelas rurales de Río I, Río II y Santa María para darle forma al documental: “Un día en la escuela rural”, que relata y recopila vivencias y anécdotas de los y las docentes rurales de la zona, como un modo de visibilizar el esfuerzo permanente por garantizar el derecho a la educación. La propuesta de socialización de experiencias dentro del congreso hace más evidente una concepción que guía todo el encuentro y es la valoración de la tarea docente. Compañeros y compañeras ocupando el mismo lugar y centralidad que el día anterior tuvieron los referentes e intelectuales. Porque así como el congreso destaca la palabra de los que investigan, piensan y reflexionan en torno a la educación, también concibe que en la tarea cotidiana, en el aula, en la búsqueda comprometida de los y las docentes hay producción de conocimiento. Por eso, el espacio para esas experiencias contadas en primera persona es el reconocimiento de saberes legítimos y la apuesta a que puedan ser compartidos, incorporados y multiplicados como parte del acervo social de conocimiento, para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Un espacio de todos y todas
Hay un sentimiento muy fuerte que impregna todos los congresos de docentes rurales y es el clima de fiesta, de celebración del otro y con el otro. La oportunidad de encontrarse, la posibilidad de ser parte de algo más grande, más amplio. Una sensación que se funda en una cuasiparadoja: por un lado, entre los y las docentes rurales –que son muy pocos en relación a la totalidad del sistema educativo-, la distancia y la soledad son condiciones insalvables; por el otro, esa lejanía y soledad terminan reforzando cierta pertenencia, identificación, familiaridad que se da entre los y las docentes rurales. Unidos a pesar de las distancias, compañeros a pesar de la soledad. Como una especie de fraternidad tácita, algo que está en la sangre y estalla en abrazos y sonrisas cuando se juntan. La fecha de los congresos es noviembre y en cada rincón de la provincia lo esperan como el corolario de un año de trabajo. Algo así como el lugar para alzar la copa por la tarea cumplida y cargar energías para el próximo año.
Los congresos tienen mucho de fiesta y celebración. Por eso, entre las actividades siempre hay propuestas lúdicas, espectáculos artísticos y espacio y tiempo para todo el que quiera compartir su arte. Como en el cierre de esta 25ª edición, donde además del grupo de danzas folclóricas “Raíces de mi tierra”, estuvo con su guitarra Fabián Eduardo Flores, profesor del IPEM Nº 384 anexo de Villa de Pocho, cantando Niño curtido de la sierra, de su propia autoría. “Tu historia y mi historia confluyen y en mis pensamientos influyen. Relatos tan simples, sinceros, conmueven a mi ser entero”, dice en su canto el maestro, guitarrero de Traslasierra, al niño que es también todos los niños y niñas de la escuela rural. “Aspiras a cosas sencillas, disfrutas de todos los días. Das gracias de todas las cosas y no las cuestionas, las gozas”.
[caja titulo=”Otras perspectivas para pensar la educación (*)” fuente=”#000000″ fondo=”#F3D9AB”] La ruralidad te pone frente a desafíos donde tenés que agudizar la creatividad. En nuestra escuela teníamos plantas de mora que a los chicos no les gustaban por la suciedad que generan, por las moscas. Entonces, nos propusimos hacer algo con eso, averiguamos una receta para hacer dulce y de pronto estábamos todos alrededor de la salamandra, cocinando dulce de mora. Pero además, el proceso nos sirvió para trabajar nociones Lengua en la receta como texto instructivo, marcando los pasos a seguir. Desde Tecnología, abordando los procesos de transformación de ese fruto en dulce. Dulce que después compartíamos en la merienda. Y no hay nada más placentero y enriquecedor que compartir algo producido por nosotros mismos. Transformamos eso que era una especie de molestia en un proceso de aprendizaje, mezclado con el disfrute de compartir. En la escuela rural los tiempos son diferentes. A veces nos pasamos la mañana en la huerta y nos olvidamos del recreo, o aprovechamos el recreo para recolectar hierbas, o regar los plantines. Y cruzamos saberes: Matemáticas y Geometría con Lengua; Ciencias Naturales con Historia. Pienso que parte de la formación docente tendría que incluir el paso por la ruralidad, para pensar los procesos desde otra perspectiva. El plurigrado desafía la idea de que todos los chicos aprenden lo mismo, del mismo modo y en un tiempo similar, más o menos estipulado. Muchas veces tenemos chicos de jardín a sexto en la misma aula y como docentes tenemos que conjugar propuestas para toda esa diversidad. Ahí lo determinante no es el número, sino la impronta que debería incorporar también el docente de la urbanidad, de personalizar la enseñanza, de atender a la diversidad de sus estudiantes porque todos son distintos, pensar actividades diferenciadas o las mismas actividades en distintas dimensiones de apropiación. Y no se trata de una cuestión numérica sino de una concepción del rol docente. Yo he llegado a tener 32 estudiantes en plurigrado como personal único. La escuela urbana está sumamente estructurada y solo piensan como instancia de aprendizaje el aula. En la escuela rural, cada lugar, cada espacio y cada momento es una instancia y una posibilidad de aprendizaje. Mientras esperábamos la comida en el comedor leíamos la consigna del día, traer adivinanzas, ver un corto o una película, debatir y reflexionar oralmente de alguna cuestión en particular.
(*) Reflexiones extraídas de una larga conversación que la revista educar en Córdoba tuvo durante el Congreso con Liliana María Luna, directora de la Escuela “Bernardino Rivadavia” en el paraje La Pampa (cerca de Ascochinga), del departamento Totoral.[/caja]
educar en Córdoba | no 34 | Septiembre 2017 | Año XII | ISSN 2346-9439