CONSTRUYENDO SOLUCIONES

Introducir la diversidad trabajando en equipos, una clave para potenciar procesos de lectura y escritura

La Escuela Primaria “Capitán Luis Cenobio Candelaria” Anexo, de la localidad de Mi Granja, transita un proceso de fortalecimiento institucional a través de prácticas pedagógicas integradoras. Para promover búsquedas colectivas a las dificultades escolares, docentes y estudiantes organizados en equipos, realizaron un proyecto vinculado al cine. Se trata de una experiencia que mejoró la implementación de la unidad pedagógica, apuntaló procesos de lectoescritura y fomentó la expresión corporal y artística de los alumnos.

Mi Granja es una pequeña localidad situada a 18 kilómetros al este de Córdoba capital, sobre la ruta A 88, entre las localidades de Malvinas Argentinas y Monte Cristo. Cuenta con una población de, aproximadamente, 2500 habitantes y en su interior funcionan varios establecimientos dedicados a la avicultura y a la agricultura de pequeña escala.

Sobre la calle principal de Mi Granja -una arteria de tierra y paisajes silvestres que corta la ruta A 88- se erige la Escuela Primaria “Capitán Luis Cenobio Candelaria” Anexo. Cuenta con 116 alumnos y 6 docentes. Es una escuela semirural y es el anexo de la institución base que funciona en la localidad de Malvinas Argentinas.

Las dificultades que afronta en su condición de anexo y de semirural, no le impiden, sin embargo, reconocer y trabajar pedagógicamente con los niños y niñas y las familias de la zona, muchas de ellas en condiciones de vulnerabilidad social.

En ese contexto, la Escuela “Candelaria” Anexo y el Instituto de Capacitación e Investigación de los Educadores de Córdoba (ICIEC), a través de su programa de Consulta Pedagógica, desarrollaron un proyecto que aportó mejoras a la integración de los procesos de enseñanza-aprendizaje, y consolidó vínculos entre la institución escolar y su comunidad.

Con otros, mi problema es nuestro

En mayo de 2015, la Escuela Primaria “Capitán Luis Cenobio Candelaria” Anexo, a partir de la voluntad de su vicedirectora Patricia Pereyra, solicitó al Programa de Consulta Pedagógica asesoramiento para abordar algunos obstáculos pedagógicos que atravesaba la institución: mejorar la implementación de la Unidad Pedagógica en el primer ciclo, fortalecer el trabajo colectivo a nivel institucional y profundizar el vínculo de la escuela con la comunidad de Mi Granja.

“Los requerimientos que le hicimos al Programa de Consulta Pedagógica estaban orientados a la necesidad de resolver una situación de fragmentación pedagógica y de reconceptualizar a la escuela en la localidad”, afirma Patricia Pereyra, “buscamos pasar del trabajo individual al trabajo institucional colectivo. Ya no cada maestra con su grado y sus problemas específicos, sino toda la institución buscando respuestas a cada problema o desafío”. Una forma de trabajo docente en solitario, cuyas preocupaciones pedagógicas estaban centradas solo en el grado, y una lógica escolar graduada poco cuestionada se constituían en la expresión de la fragmentación reconocida por la directora, y que desafiaban a cambiar de foco, para pensar el grado o los grados en términos institucionales.

Afrontar la fragmentación, pero ¿cómo?

Raquel Turletti fue la especialista integrante del Programa de Consulta Pedagógica que abordó el requerimiento de la escuela de Mi Granja. Para ella, esta experiencia fue “un desafío importante. Durante todo el segundo semestre de 2015, coordinó un proceso de acompañamiento en la realización de varias acciones pedagógicas, que transformaron las lógicas que predominaban en la escuela.

Uno de los elementos que se señala como relevante del trabajo, es el modo de abordaje de las problemáticas: “Se trata de un proceso de capacitación situada; por lo tanto, debe respetar las particularidades de la consulta original en su contexto. Es decir, intentamos realizar un recorte del problema observándolo in situ y valorando cada aspecto que lo constituye como singular”, especifica.

Concretamente, luego de la construcción de un diagnóstico a través de encuestas y entrevistas individuales y colectivas, se planteó el primer cambio. Se propuso que la escuela ensayara un reordenamiento organizativo, basado en la conformación de un equipo de trabajo institucional integrado por la directora y las seis docentes, para que las acciones se idearan y llevaran adelante de modo colectivo.Construyendo Soluciones

Sobre esta propuesta, Turletti comenta que cuando planteó comenzar a trabajar en equipo, la aceptación de las docentes fue inmediata. Y describe: “Dividieron roles, trazaron necesidades y planificaron de modo grupal un esquema de trabajo para el segundo semestre. Se comprendió que trabajar en equipo no implica que todos seamos amigos, sino que es una ventaja porque ayuda a potenciar las fortalezas y hace que las debilidades reposen sobre las fortalezas del equipo”.

La apuesta por el trabajo compartido toma forma a través de un proyecto institucional de alfabetización. Se eligió al cine como eje transversal, teniendo en cuenta que la enseñanza de contenidos vinculados a la expresión artística y corporal era una dificultad que afrontaba la escuela, debido a la falta de maestros de ramos especiales que trabajen estos contenidos.

“Cuando realizamos las encuestas, veíamos que los alumnos no habían tenido, en su mayoría, una experiencia que los vinculara al cine. A partir de eso, elegimos crear un proyecto que lo tuviera como eje, para que nos permitiera desarrollar procesos de lectura y escritura y recrear un escenario donde estimuláramos la expresión artística de los niños”, argumenta Raquel.

Inicialmente, la idea del equipo fue llevar a cabo una serie de acciones que culminaran en la realización de una película, que incluyera la participación de toda la comunidad educativa. El proceso fue nombrado Proyecto de Alfabetización Institucional Candelaria Cine Club. Esta propuesta inicial fue modificándose en el proceso de trabajo, debido a que la escuela contaba con limitaciones básicas que impedían su realización, como la falta de tiempo y la falta de herramientas para grabar y editar un largometraje.

Frente a esas dificultades, el equipo decidió abocarse a acciones formativas progresivas, que tuvieran como su producto final la realización de un cortometraje.

Para ver y hacer en equipo

En primer lugar, los docentes reorganizaron los contenidos, iniciando un proceso de formación sobre el cine como invento, mixturando lecturas sobre su historia, los dispositivos técnicos que lo constituyen y haciendo participar a los alumnos en talleres, donde expusieran sus conocimientos replicando momentos de la historia del séptimo arte.

Con el propósito de romper la lógica del trabajo escolar graduado -”esa gramática dura, fragmentada”, en palabras de Turletti-, se organizaron grupos constituidos por alumnos de diferentes grados. El mecanismo propuesto fue la creación de 9 grupos de 11 alumnos armados al azar. Cada grupo tenía asignado un color de referencia y una serie de responsabilidades de cara al proyecto.

Joaquín, uno de los alumnos que participó, lo cuenta: “En los grupos había chicos de otros grados, los chicos de sexto nos ayudaban para que podamos hacer las actividades”. Y Abril, una alumna del segundo ciclo agrega: “Lo que más aprendimos fue el trabajo en equipo, trabajamos mucho juntos. Para decidir las cosas, a las maestras se les ocurría una idea y entre todos la charlábamos y así, íbamos decidiendo”.

La generación de esta forma de trabajo es considerada por los docentes y por Raquel Turletti como un acierto, que permitió trasponer la “lógica de las paredes” y posibilitó la participación activa de los alumnos. “Los chicos de sexto grado se transformaron en coordinadores y guías de los más pequeños. Esto se dio casi naturalmente y generó marcos de confianza importantes para realizar las actividades”, destacó Silvina Ponce, maestra de segundo grado.

De esa manera, se empezaron a atravesar contenidos vinculados a la lectoescritura a través de la creación de un guion por parte de los estudiantes del segundo ciclo, y a través de la renarración de cada experiencia individual, por parte de los alumnos del primer ciclo. En este proceso, cada alumno tenía que registrar en un cuaderno personal sus impresiones sobre lo que habían realizado, manifestando lo que les había gustado o no de lo que habían hecho.

En la escuela como en el cine

Junto al trabajo con los contenidos, se generó una actividad que involucró a toda la comunidad educativa y a los padres de los alumnos. Se realizó, durante un día, la puesta en marcha de una función de cine en la escuela. La propuesta fue “crear un escenario que replique el modo de funcionamiento de un cine tradicional”, relata Raquel.

Además de la proyección de una película, se generaron situaciones que recrearon el funcionamiento de una sala cinematográfica, como la venta de entradas y alimentos. Para eso, las maestras tuvieron la idea de hacer circular billetes de fantasía para que cada alumno pudiera pagar su entrada y comprar algunos alimentos para disfrutar durante la proyección de una película.

“Este tipo de pequeñas estrategias se pensaron como una manera de articular contenidos específicos y de incorporar operaciones matemáticas básicas en la actividad. De ese modo, los alumnos de los primeros grados tenían que realizar cálculos elementales y los alumnos de segundo ciclo guiaron y coordinaron esa experiencia”, cuenta Silvina Ponce, maestra de segundo grado.

Como parte de esta actividad, los padres de los alumnos fueron convocados a colaborar y a participar de la proyección, lo cual fue positivo para revincular a los vecinos de la localidad con la escuela.

La vicedirectora de la escuela, Patricia Pereyra, valoró el aporte del Programa de Consulta Pedagógica en ese proceso: “Con Raquel, también aprendimos que lo que hacemos no debe quedar acá, sino que tiene que pasar las paredes de la escuela. Eso hizo que los padres ingresaran a participar con más ganas, cambiando su percepción de la escuela”, afirma. Y añade: “Cuando propusimos lo del cine, convocamos a los padres; en ese momento, muchos se engancharon y muchos otros tuvieron una actitud distante y mostraron un desacuerdo inicial. Pero cuando terminó la experiencia, aquellos padres que mostraron más resistencia, terminaron muy contentos y participaron con alegría de lo que se hizo”.

Una lógica colectiva atravesando la práctica institucional

El equipo docente y la directora también ensayaron un modo de trabajo que tendiera a poner en crisis la fragmentación propia de su tarea educativa. Se propuso que las maestras se dividieran en dos grupos. Uno, integrado por las maestras de primero, tercero y quinto grado; y otro grupo integrado por las maestras de segundo, cuarto y sexto.

A través de estos pequeños grupos, las maestras presentaban propuestas en equipo y las evaluaciones se hacían integrando a todas las docentes. Esto abrió un proceso de intercambio que enriqueció el trabajo y sentó las bases de una nueva manera de afrontar las aulas cada día.

Patricia Pereyra rescató esa propuesta: “Eso fue muy importante al momento de romper lo individual y entrar en un proceso asociado. Lo que a mí me sorprende es el proceso que hacen los docentes, porque cuando empezaron a evaluar las acciones, ya hablaban de lo colectivo, de que ya no piensan más el aula como un aula chiquita, sino que piensan en el trabajo educativo en general”, ponderó.

A la manera de Chaplin, mirar la escuela con humor

Para integrar todo el trabajo que se fue desarrollando a través de talleres y de acciones formativas, el equipo se planteó la realización de un producto final, donde se pusieran en juego todos los aprendizajes generados en el segundo semestre. La idea fue realizar un cortometraje sobre la escuela, que se asentara en la mirada que tienen los alumnos de la institución en la que conviven cotidianamente. Un elemento sorpresivo, que terminó influyendo en la estética del corto realizado, fue la influencia que generó la obra de Charles Chaplin en los alumnos.

Construyendo SolucionesLos estudiantes vieron filmes de diferentes épocas, pero ninguna les generó tanto impacto como las películas de Chaplin. A partir de eso, las maestras junto con los niños y niñas decidieron que querían expresar a través del humor su relación con la escuela. Tuvieron la idea de escenificar múltiples gags basados en situaciones que recordaban. “Lo que más me gustó fue cuando hicimos el corto como el de Charles Chaplin”, cuenta Cristina, una de las alumnas que participaron actuando.

Para realizar la pieza audiovisual, los alumnos del segundo ciclo trabajaron en la realización del guion y los alumnos de los primeros grados se encargaron de la escenificación y la actuación.

Raquel destaca que durante la realización del corto, los alumnos pusieron en evidencia otra forma de mirar la escuela, ya no tan solemne, sino una mirada crítica a través del humor: “Me sorprendió cómo los alumnos se rieron de sus propias vivencias. De sus dificultades; por ejemplo, de cómo les cuesta llegar a la escuela cada día”, afirma. “De alguna manera, generar este tipo de escenarios ayuda a que los alumnos puedan hacer lecturas de su experiencia, que de otra manera no podrían hacer”.

El cortometraje fue realizado junto con el equipo técnico del Conectate a la pasión de educar, el sitio web de recursos pedagógicos del ICIEC, y la Secretaría de Prensa de UEPC. Esta producción audiovisual está disponible en la web y da cuenta de un proceso de fortalecimiento educativo novedoso y singular.

Otra escuela, a partir de una experiencia innovadora

Silvina Ponce, docente de segundo grado de la Escuela “Candelaria” Anexo, rescata el proceso realizado como una transformación que abrió nuevos modos de trabajo escolar: “Fue muy positivo. Porque, inicialmente, Raquel nos presentó un modo de trabajo que no conocíamos, pateó el tablero. Lo importante, más que el producto final, fue hacernos reflexionar sobre una forma diferente de hacer nuestro trabajo. Con este proyecto, no somos seis seños, sino que somos un equipo”, afirma Ponce. Y complementa la idea: “A partir de eso, hubo un cambio en nuestro modo de organizar lo que hacemos. Vamos a trabajar en equipo y eso se desprendió del proyecto. Lo positivo que veo es que nos enseñaron una forma de trabajar, que no solo nos involucró a nosotros, sino también a los chicos, que se acostumbraron a trabajar de un modo grupal con chicos de otros grados”.

Por su parte, Patricia Pereyra considera muy importante el aporte del programa de Consulta Pedagógica: “La evaluación que hago es altamente positiva para la institución, hacia adentro, porque hoy la dinámica de trabajo en la escuela es otra. Hoy te encontrás con otra escuela y con otras docentes, acoplándose a un sistema de trabajo colectivo, integrando los diferentes grados y potenciando el trabajo que cada una realiza”. Sobre los cambios que generó la experiencia, describe: “Las actividades este año se hacen de modo grupal, integrando los docentes de cada ciclo, hay unidad pedagógica y se están articulando las prácticas concretas, como la preparación de los actos escolares. El cambio, en poco tiempo, ha sido notable y eso es esperanzador”.

educar en Córdoba | no 33 | Septiembre 2016 | Año XI | ISSN 2346-9439
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