CONSTRUYENDO SOLUCIONES

La maravilla del reencuentro de un pueblo con su historia

A partir de un proyecto interinstitucional, la escuela primaria de San Carlos Minas encontró que el interés por conocer el lugar que habitamos puede ser un motor de cambio social y pedagógico con la energía suficiente para movilizar a un pueblo entero.

San Carlos Minas es una localidad que cuenta con 1500 habitantes, está ubicada al noroeste de la provincia de Córdoba, sobre la ruta provincial Nº 15, entre Villa de Soto y Villa Cura Brochero, a 220 kilómetros de la capital provincial. El lugar es recordado por la tragedia ocurrida el 6 de enero de 1992, cuando una creciente de los arroyos circundantes arrasó con la localidad, causando la muerte de 30 personas.

La escuela primaria de San Carlos Minas “Fray Justo Santa María de Oro” y el Instituto de Capacitación e Investigación de los Educadores de Córdoba (UEPC), a través del Programa de Consulta Pedagógica, elaboraron un proyecto interinstitucional donde se propusieron encontrar y rescatar del olvido las particularidades geográficas, históricas y sociales que este pequeño lugar esconde.

A través del trabajo colectivo de estudiantes, docentes, directivos y capacitadora, el proyecto “San Carlos Minas. Pueblo de maravillas”, puesto en práctica durante 2014, logró el reconocimiento de las bellezas y recursos naturales locales, las construcciones históricas y sociales particulares, y la flora y fauna del pueblo, integrando de manera transversal los contenidos curriculares de las distintas asignaturas.

Este proyecto surgió a raíz del interés de los maestros, las maestras y la directora, de formarse y fortalecer la enseñanza de la alfabetización en los primeros grados, en el marco de la implementación de la Unidad Pedagógica. Sin embargo, aquello que fue pensado para el Primer Ciclo, comenzó a imaginarse para toda la escuela cuando los docentes, acompañados por la Prof. Raquel Turletti -especialista convocada desde el Programa de Consulta Pedagógica- comenzaron a reconocer que existen otras formas de organizar y optimizar el trabajo pedagógico.

Es uno de los últimos días de 2014, y a pesar del calor de la media mañana en San Carlos, hay un gran movimiento. De uno y otro lado de la ruta Nº 15 la gente se acerca y va formando rondas a la sombra de algunos árboles. Entre risas, guardapolvos y corridas, los chicos y chicas llegan al salón de la escuela acompañados de sus familias. Adentro, otros estudiantes muestran sus trabajos y producciones, fotos y dibujos de cada uno de los paisajes, construcciones y animales característicos del lugar. En el salón también puede observarse un calendario del año 2015 con las propuestas ganadoras: el paso del río, las vizcachas y los zorros, la Loma de la Cruz, el edificio donde funciona la Municipalidad, la Piedra Ancha y el Canal de riego se reparten los meses del almanaque, entre otros espacios del pueblo.

Natalia Frontroth, maestra de quinto grado, comenta algunas de las razones de la fuerte apropiación que tuvo el proyecto entre los chicos y los docentes:

“El proyecto de las maravillas de San Carlos Minas impactó fuerte, porque este pueblo está muy acostumbrado a que las cosas sucedan, que las acciones o posibilidades vengan siempre desde afuera y eso se ve incluso en los chicos. Entonces, qué mejor lugar para empezar a trabajar sobre ese tema que desde la escuela, buscando que los chicos puedan empezar a ver a su pueblo de otra manera, la vida de otra manera y que puedan llevar esos aprendizajes y valores que fueron aprendiendo a sus casas. El proyecto, en ese sentido, movilizó otras cosas: el valor de lo propio, de lo que tenemos, algo que es vital para poder recuperar esa historia y poder mostrarla, esos lugares que para muchos solo están ahí y en realidad son verdaderas huellas históricas”.

En la opinión de esta maestra se advierte uno de los rasgos distintivos de este proyecto escolar. Tras los objetivos estrictamente pedagógicos aparece muy claramente un horizonte mayor: sentirse orgullosos del lugar que habitamos. En ese sentido, el proyecto impulsó un cambio que rompió las paredes de la escuela y se instaló en la agenda del lugar.

Carola Ontivero, directora del “Fray Justo Santa María de Oro”, reconoce el lugar de agente dinamizador que tiene la escuela en la comunidad: “Si bien la escuela viene ocupando ese lugar desde hace tiempo, este proyecto nos permitió ver que tenemos estas bellezas que están muy descuidadas y en muchos casos las vamos perdiendo, pero estamos convencidos de que los chicos son los únicos que las pueden salvar”.

Natalia encuentra en la capacidad de los estudiantes para resignificar su entorno cotidiano, una de las claves del éxito del programa: “Cuando nosotros comenzamos este proyecto, mostrándoles a los chicos maravillas del mundo de Argentina e incluso de Córdoba, era todo muy lejano para ellos. Sin embargo, cuando les dijimos que nosotros también teníamos maravillas y que había que salir a buscarlas, ahí sucedió algo fabuloso, porque empezaron a abrir los ojitos y ver el río que pasa al lado de su casa o por el que pasan todos los días, toda la historia y la belleza que tiene; ahí se produjo un cambio”.

El rol de la escuela y la política pública

El proyecto no solo ha logrado generar conciencia y preocupación por el cuidado del patrimonio entre los estudiantes y las familias de la comunidad, sino que también ha comenzado a interpelar al poder político, al poner en agenda la necesidad de implementar políticas públicas que comiencen a reparar y garantizar el acceso público a los sitios que, debido a su importancia histórica o natural, forman parte del patrimonio de San Carlos Minas.

Carola Ontivero sostiene que: “Nosotros tenemos un sitio que es una de las maravillas, la Piedra Ancha, que está justo detrás de un terreno donde se desarrolló una batalla muy importante entre unitarios y federales (ver recuadro “La batallla de Sancala”). Este lugar está considerado a nivel nacional un sitio histórico muy relevante; sin embargo, ya en democracia, ese sitio fue privatizado y hasta se construyó una casa inmensa sobre aquella gran piedra. Esas son las cosas que no queremos que sigan sucediendo. Queremos que esa piedra sea patrimonio histórico de los argentinos, que se recupere para que todos tengamos acceso. Si hay que pagarle una fortuna al dueño, habrá que hacerlo”.

Agrega la directora que “otro ejemplo interesante son los viejos almacenes de ramos generales que se están destruyendo y si bien hoy pertenecen a un tercero, las autoridades podrían sostener el edificio, repararlo y crear la posibilidad de acceso para que todos los podamos visitarlos”.

Para el profesor de computación Sergio Casiva, la imposibilidad actual de acceder a lugares que en su niñez visitaba asiduamente fue un motor para su participación comprometida en el proyecto: “Cuando yo era pibe, ir a la Loma de la Cruz era normal, incluso se hacían los Vía Crucis ahí. Hoy es un lugar privatizado, hay que cruzar muchos alambrados, pedir permiso. Yo sueño que mis hijos puedan vivir ese lugar como lo viví yo de niño y que los hijos de ellos también lo puedan vivir así. Es por eso que a mí el proyecto me movilizó tanto, como también me moviliza que se pueda restaurar el viejo canal de riego para ser utilizado como paseo turístico. Ese canal tiene un alto valor histórico, porque era el canal que abastecía a todo el pueblo, lo cruzaba de punta a punta y se regaban las chacras del lugar. A pesar de que tiene unos paisajes bellísimos, hay muchas partes que están intransitables. En la Piedra Ancha, donde sucedió la batalla de Sancala, hay pictografías comechingonas y morteros. Es mucho el patrimonio que está en juego, todas estas cosas se están perdiendo y hay que hacer algo”.

Raquel Turletti, advierte: “A mí, lo que me asombra, quizás por pertenecer a otra localidad y tener esa mirada extranjera, es la falta de señalización del espacio. Si uno no conoce San Carlos no sabe cómo llegar a los sitios principales, por ejemplo al río. No hay una mirada del pueblo como un lugar que pueda ser visitado. En este sentido y sin perder de vista que la escuela es un agente público, es muy necesario que reclame a las autoridades una revalorización del espacio donde se vive. Esto no tiene que ver solo con embellecer, sino también con hacer de San Carlos un lugar más accesible para todos. Algo que pude observar es que el pueblo tiene veredas muy altas y las mamás primerizas prácticamente no pueden circular con el cochecito, por lo que toman como alternativa -con los riesgos que esto implica- el único camino llano, la ruta. Tenemos que tratar de hacer cada vez más posible el espacio público, resolviendo entre todos los diversos obstáculos”.

Vote por mi… lugar

Una vez relevadas, visitadas y estudiadas por alumnos y alumnas, las propuestas candidatas a convertirse en maravillas debieron pasar por la decisión popular para finalmente, con el resultado de las urnas, ser coronadas como ganadoras y con ello diseñar el calendario del próximo año.

El momento de la elección de las maravillas fue la oportunidad perfecta para instalar el proyecto educativo en todo el pueblo, ya que no solo participó la comunidad de la escuela primaria sino también la escuela secundaria y sus familias. Allí la propuesta tuvo, por parte de los estudiantes secundarios y profesores, una recepción excelente y hasta el edificio se utilizó como lugar alternativo para la votación.

Raquel Turletti recuerda que la organización de las elecciones en las que se elegían las propuestas fue un momento muy interesante, ya que “se explicitó muy fuerte el nivel de apropiación del proyecto por parte de chicos y chicas. Respecto de la votación, era increíble ver cómo a partir de las diversas preferencias de los estudiantes, uno u otro grupo de alumnos armaban una especie de plataforma electoral. Militaban por alguna maravilla en particular y salían a convencer a sus compañeros o familiares para que voten”.

Este nivel de apropiación tuvo su correlato en el proceso pedagógico en las aulas, donde lejos de restarle tiempo de dedicación a los contenidos curriculares, motorizó los procesos de aprendizaje y enseñanza. Natalia Frontroth lo describe así: “Fue increíble como este proceso se comenzó a dar en el aula. Por ejemplo, a la vuelta de cada visita a los lugares elegido, volvíamos con un montón de tareas e inquietudes que no necesariamente estaban planificadas, pero que eran una necesidad, como poner barandas, rampas, pasamanos, etc. De pronto, la clase comenzaba a girar alrededor de muchas áreas temáticas que se integraban: Ciencias Naturales, Lengua, Matemáticas, etc. Así, sucedió en el aula la oportunidad de enseñar muchísimo más, porque los chicos nos demandaban otras cosas, ellos mismos nos pedían información sobre historia, propiedad pública y privada. También fueron ellos quienes pidieron una reunión al presidente del Concejo Deliberante para ver qué podíamos hacer. En este sentido, nosotros trabajamos muchos más contenidos pedagógicos y de modo más profundo, superando ampliamente aquello que figura en la currícula. No solo fue movilizador para los chicos, sino también para nosotros, los docentes”.

Efectivamente, los estudiantes no fueron los únicos que aprendieron más gracias al proyecto pedagógico; los docentes pudieron encontrar en el proyecto una excelente oportunidad para capacitarse. Carola Ontivero destaca que: “Nuestra escuela está alejada de todos los centros de capacitación a los que asisten los docentes de la provincia, es por eso que para nosotros poder llevar adelante un proceso de capacitación como este, adecuado a los intereses de la escuela y de la sociedad donde la escuela está inserta, tiene un valor muy grande. A su vez, esta experiencia nos permitió hacer nuevos agrupamientos entre los propios docentes para trabajar mejor. Pudimos trabajar en equipo, compartir actividades con compañeros cuyos cargos y dedicaciones son diversos, aprovechando la especificidad de cada uno para poder generar situaciones de aprendizaje integradas”.

Para Raquel Turletti, el aprendizaje en el modo de organizar el trabajo tiene un valor central: “Disponer de tiempos diferenciados y convenirlos, hacer muchos acuerdos y cumplirlos, tener que reconocer las debilidades y fortalezas de cada uno hacia el otro y viceversa… Creo que ese es el fundamento del trabajo en equipo y el que va a posibilitar la revolución en las escuelas y las aulas de toda la Argentina. Estamos muy acostumbrados a naturalizar el individualismo y esto no conduce a buenos lugares. Es por ello que tenemos que aprender a trabajar en comunidad, nos va a llevar tiempo, pero es el camino correcto”.

Las palabras de Raquel quedan resonando mientras San Carlos Minas y sus maravillas van quedando atrás. Perduran también las caritas alegres de los alumnos de la escuela “Fray Justo Santa María de Oro”, sus dibujos y trabajos. Una escuela que de tanto buscar maravillas se encontró con un pueblo que quiere sentirse orgulloso del lugar que habita y recuperar su historia para proyectar su futuro.

[caja titulo=”La batalla de Sancala” fuente=”#333333″ fondo=”#E09520″] En enero de 1841, tropas de la Legión Libertadora a cargo del coronel José María Vilela fueron sorprendidas por las huestes federales, comandadas por el general Ángel Pacheco, en un perdido paraje de la serranía cordobesa llamado por los Comechingones “Sancala”. Al parecer, el nombre actual de San Carlos es una cristianización del nombre original. El famoso historiador cordobés Efraín U. Bischoff describe aquella batalla: “Todo se desató en la noche del 8 de enero de 1841. Dormía la tropa de Vilela en el potrero de Sancala. Los hombres de Pacheco se deslizaron a cierta distancia para cruzar el río Pichanas y pudieron llegar sin ser descubiertos hasta la entrada del potrero. De pronto, a la una y media, un coro de alaridos bárbaros despertó a los de Vilela. Y ya no hubo piedad para los sorprendidos. Sólo se escuchaban los quejidos de los moribundos, el grito de “¡Maten, maten, no hay cuartel!”, y algunos disparos de fusilería eran menos explosivos que el lamento de los que sabían que la vida se les escapaba por la herida de un sable… Cuando los resplandores amortiguados del amanecer alumbraron el potrero de Sancala, sólo se podía mirar con ojos de horror. Vilela, desorientado, veía con pavor cómo escapaban sus hombres. Él mismo ayudó a su compañera a subir a un caballo para que huyera y con otros de su tropa buscó la disparada hacia Cuyo, donde al fin llegaría…”.[/caja]

educar en Córdoba | no 31 | Junio 2015 | Año XI | ISSN 2346-9439
descargar PDF