Un aprendizaje útil para la vida

Por A.O.

Desde hace ocho años, en el colegio Deán Funes de Córdoba Capital se viene desarrollando una iniciativa de enseñanza-aprendizaje en un plano horizontal, donde los adolescentes planifican y coordinan talleres de educación sexual.

Este proyecto, orientado a la “prevención y promoción de la salud”, tiene la particularidad de que el trabajo de los alumnos que cursan el ciclo de especialización está dirigido a formar a sus compañeros de los primeros cursos. De este modo, la intervención tiene impacto en la población del colegio, en procura de satisfacer demandas y necesidades de los chicos, y cuenta con la ventaja de que la relación docente-alumno se da entre pares y en un clima de confianza, ya que los profesores sólo guían y supervisan el proceso.

Durante la primera mitad del ciclo lectivo, los estudiantes se capacitan como promotores de salud, conocimiento que pondrán en práctica en el segundo cuatrimestre en talleres en los que cumplirán la difícil tarea de orientar a los más chicos en una temática atravesada por intereses, miedos, deseos, dudas, mitos y tabúes: la sexualidad.

“Nos sorprende el nivel de desinformación con relación al propio cuerpo y la gran dificultad para hablar con otros el tema de la sexualidad”, observa la psicopedagoga Ana Inés Bertarelli, una de las docentes impulsoras de este proyecto. “Y las preguntas de ellos tienen que ver con el inicio de la vida sexual, sobre si están bien o mal determinadas prácticas o con cómo el hecho de ser mujer o varón condiciona fuertemente la manera de vincularse con los otros”, refiere.

A partir de ese diagnóstico, Verónica Páez, profesora de Psicología Social, destaca que la metodología de “aprender entre pares, brinda la posibilidad de hablar desde un discurso parecido sobre las dudas que tienen”. “Al principio hay mucha vergüenza, prejuicios e información distorsionada. Pero al finalizar los talleres, se logra una comunicación fluida en un espacio donde, al no estar la presencia permanente del docente, porque lo coordinan los propios alumnos, se auspicia y permite un vínculo diferente. Es un lugar para hablar de las cosas que nos pasan, que nos pasaron y que nos van a pasar seguramente, y que permite desmitificar algunas cuestiones y darle un espacio natural a la sexualidad”, describe Páez.

Una mirada psicosocial

La experiencia se desarrolla en el marco de la orientación en Ciencias Sociales y articula asignaturas como Psicología Social, Dinámica de Grupos, Planificación y Taller de Intervención Sociocomunitaria. “Si bien la propuesta se refiere a la salud, sexualidad y prevención de adicciones, fundamentalmente tiene un enfoque psicosocial. No porque se descuide la parte biológica o fisiológica, que también se tiene en cuenta. Pero nos interesa que los chicos trabajen otros contenidos que normalmente son descuidados, como la perspectiva de género y puedan reflexionar sobre lo que significa ser varón o mujer y cómo esas construcciones subjetivas van determinando nuestras conductas y también las conductas sexuales”, explica Bertarelli.

A su vez, Páez aclara que “hablar de sexualidad es un concepto mucho más amplio que hablar de sexo. Y aunque parece que se sabe mucho de esto, los chicos están invadidos de información de pasillo o de lo que ven en la televisión y tienen creencias totalmente equivocadas. Por eso es importante la primera etapa de formación y capacitación”.

Justamente, otro aspecto interesante de la iniciativa es que a lo largo del año los alumnos realizan toda una gama de procedimientos de aprendizaje: formación teórica, investigación, planificación, ejecución de los talleres y evaluación. En cuanto a su rol docente, trabajan con dinámicas participativas y recursos creativos, como sopa de letras, crucigramas, collages, análisis de casos, letras de canciones y películas, historias inventadas y dramatizaciones, que disparan la discusión y la reflexión sobre temas como las transformaciones físicas y psicológicas de la pubertad y la adolescencia, los métodos anticonceptivos, las enfermedades de transmisión sexual y el VIH-Sida, entre otros.

Además, en sus sucesivas ediciones el proyecto se ha venido perfeccionando, ya que los alumnos que años atrás fueron sus primeros destinatarios aportan esa experiencia que hoy aplican en el rol de educadores. La continuidad se refleja también en el completo archivo de los trabajos de investigación y difusión que se han ido elaborando año tras año.

La participación en los talleres es voluntaria, en grupos de alrededor de diez educandos de distinto sexo a cargo de dos coordinadores por grupo. Cada módulo dura ochenta minutos, con un momento informativo breve que dispara la reflexión y la discusión posterior. Uno de los recursos con que se supera el pudor inicial de los más chicos a expresar sus interrogantes, es comenzar formulando las preguntas por escrito, hasta que se va estableciendo una confianza que termina convirtiendo a los coordinadores en consejeros permanentes que responden consultas hasta en los recreos.

La voz de la “experiencia”

Daniela Grizutti (18) y Ariadna Baduna (18), de la promoción 2005 del Deán Funes, vivieron el taller primero como alumnas y luego como formadoras. “A mí me encantaron los talleres cuando iba a primer año –dice Daniela–. Y después seguí Sociales justamente por los talleres. Creo que servían mucho al estar en contacto con chicos más grandes, te daba más confianza para hablar determinados temas”. “También fueron un disparador para la discusión en casa –agrega Ariadna–. Cuando hablando con la abuela de mi novio, que tiene 70 años y es una mujer súper actualizada, le dije que daba talleres de sexualidad abrió así los ojos y me dijo: ‘¿Qué experiencia tenés vos?’. Es como que la gente piensa que le vas a dar una receta y en realidad les estás enseñando a prevenir una enfermedad o un embarazo, situaciones que pueden cambiar totalmente un proyecto de vida”.

En cuanto al desempeño del rol docente, Daniela rescata “no sólo los contenidos, sino el trato con ellos, sus pares, mientras que Ariadna dice: “A mí, después de vivir la experiencia de los talleres, me encantaría ser profesora”.

Uno de los temas que aparece con mayor frecuencia, ya sea como interés o como tabú, es el de la iniciación sexual. Daniela recuerda que “algunos chicos ya se habían iniciado y por ahí no tenían idea de lo que realmente estaban haciendo, porque en el momento ese, en que se iniciaron no lo entendían y no lo asumían con la madurez necesaria”.

Haz lo que yo digo, pero…

En ese sentido, Ariadna señala una contradicción: “Nosotras en quinto año, en Metodología, hicimos una investigación sobre por qué teniendo la información, teniendo talleres y tantas cosas, seguía habiendo embarazos hasta de las propias coordinadoras. Ellas, que son quienes se preparan para decirle a los de primer año cómo son las cosas, salen con un: ‘che, tengo un atraso de diez días’.”

Al respecto, Páez admite que a pesar de lo valiosa que ha resultado esta experiencia, en la escuela se siguen registrado casos de embarazos no deseados y abortos: “Por eso este año queremos darle una vuelta de rosca al proyecto para ver qué está pasando en el medio, entre el saber y la práctica. Si bien a los conocimientos los tienen, por ahí lo que se prioriza es la situación, la música, el alcohol y el apuro por tener una relación sexual. También queremos trabajar con los padres, para ver qué pueden aportar y cómo pueden ser continuadores de esto”, dice.

Finalmente, Bertarelli resalta que el proyecto apunta a “la prevención, el autocuidado y el cuidado de los otros. Y contrariamente a lo que por ahí se cree, cuando los chicos están más informados y formados, el inicio sexual se retrasa y los chicos se cuidan más. La gente cree que hablar de sexualidad es incitar a los chicos a tener sexo. No es así. La sexualidad tiene una dimensión histórica, antropológica, biológica y social. Y se trata de generar entre los chicos discusiones que no se dan en otros ámbitos”.

Sin censura

Los talleres han permitido a docentes y alumnos reunir un extenso anecdotario de preguntas y planteos cargados de espontaneidad y sentido del humor:

-“Uno de los chicos, sin ninguna inhibición nos hizo este planteo. Textual: ‘Uno tiene información en lo teórico, pero llegado el momento piensa con otra cabeza’. Y otra chica me preguntó si haciendo el amor sin descalzarse corría más riesgo de quedar embarazada” (Verónica Páez, docente).

-“A la cuestión de la virginidad y la iniciación sexual, las chicas la viven como algo complejo y contradictorio: ‘Sí, pero no’. ‘Sí, porque no tenés que ser tonta’ y ‘no, porque vas a ser una cualquiera o una loca’” (Ana Inés Bertarelli, docente).

-“Si uso preservativo, no siento placer. Es como comer un caramelo con el papel’. (Uno de los varones participantes de los talleres).

-“A veces se nos quemaban los libros con las preguntas y entonces la forma de zafar era: ‘Te lo averiguo para mañana’” (Ariadna Baduna, alumna egresada).

-“Una vez entré a supervisar un curso, y justo estaban hablando sobre las posiciones, con nombres que yo no tenía idea. Uno de los coordinadores (que era alumno mío) explicaba cosas que yo desconocía. Me acuerdo de mi vergüenza porque hablaban de poses que yo jamás había escuchado. Hay que sacarse el sombrero y pensar que estamos todos aprendiendo” (Verónica Páez).

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Luciano