Apesar de las diferencias en las realidades de cada uno de los países de América Latina, hay un elemento común que amalgama experiencias para pensar en un proyecto unificador a nivel regional en el plano educativo, y que nos lleva a pensar que la idea de un Movimiento Pedagógico Latinoamericano es fundamental. Independientemente del contexto nacional, los educadores debemos ser sujetos de transformaciones educativas y somos sujetos de la educación misma en el aula, esa relación maestro-alumno en la que se desarrolla nuestra labor.
En este sentido, el Movimiento está enfocado en darnos a los docentes mayores capacidades de análisis y de valoración de nosotros mismos -muchas veces negamos esas capacidades que tenemos- para hacer esas transformaciones.
En el caso de la experiencia nicaragüense, lo fundamental ha sido que, en los últimos años, hemos enfrentado al sistema. En tanto trabajadores, partido y gobierno nacional, nos negamos a aceptar el modelo neoliberal como solución a nuestros problemas y dificultades. La población tomó más conciencia de sus derechos y de las conquistas alcanzadas. Eso permitió valorar este proceso de transformación que ya lleva seis años y darnos cuenta de que lo fundamental es ser un ciudadano con derechos y deberes, pero que también tenemos una responsabilidad.
Ahora, en América Latina, estamos evidenciando que efectivamente pueden existir Estados nacionales y gobiernos que entiendan y asuman su compromiso con la población, siempre y cuando estemos organizados, obviamente informados y participando en los espacios de gestión.
Los países de América Latina hemos tenido etapas similares: primero, gobiernos progresistas; luego, dictaduras y después, políticas neoliberales. Hoy estamos ante el resurgimiento de la posibilidad de construir una nueva alternativa para nuestra población. Eso se puede cuando hay revolución y voluntad.En Nicaragua, hay una política del presidente Daniel Ortega comprometida con la educación, y los maestros y maestras debemos ser sujetos de las transformaciones: si no logramos eso, no hay transformación posible. En el aula, yo soy el que hago la educación, el experto, quien conoce los mecanismos y por lo tanto, puedo con mi ejemplo y orientación formar un ciudadano que valore lo que estamos construyendo e inculcar la lucha por una sociedad más justa, equitativa e igualitaria.
En Nicaragua, estamos construyendo un nuevo modelo, buscando salidas y lo primero que hicimos en ese sentido fue restituir la educación como un derecho y no como una mercancía. Dentro de ese marco fue que impulsamos el Movimiento Pedagógico Latinoamericano, porque allí podemos compartir muchas cosas y aprender otras. Y, sobre todo, entender que los educadores tenemos que presentar alternativas y no solamente oponernos.