El ejercicio de la docencia invita, a quienes nos desempeñamos en cada escuela del territorio argentino, a construir prácticas de enseñanza y aprendizaje cada vez más democráticas y, por ello, más justas.
Considero importante precisar y acordar con las lectoras y los lectores qué supone democratizar la enseñanza. Del infinito mundo de significaciones posibles, tomaré tres: apertura, inclusión y participación. Entonces, democratizar las prácticas educativas supone que las y los estudiantes de los Institutos Superiores de Formación Docente (ISFD) sean capaces de desarrollar prácticas democráticas porque han sido aprendidas, pero sobre todo porque las han recibido, experimentado y reconstruido en función de la mejora de sus propios procesos de aprendizajes.
En el ISFD donde me desempeño como docente, trabajamos fuertemente para lograr espacios de enseñanza que sean accesibles, inclusivos y participativos. Las y los estudiantes forman parte por representación directa del Consejo institucional, de la Cooperadora y, por supuesto, poseen el Centro de Estudiantes como órgano estudiantil. Mediante la consulta permanente, el Equipo de Gestión las y los involucra en una participación activa dentro del rol que las y los define como tales: futuras formadoras y futuros formadores. Lo mismo acontece al interior de las carreras, puesto que cada espacio curricular va promoviendo aprendizajes situados para que se vinculen con el conocimiento de manera significativa.
Es habitual que estudiantes y docentes se encuentren desarrollando propuestas de intervención para implementar en la comunidad, visitas a escuelas asociadas, salidas y experiencias en polos barriales. Como comunidad educativa, sabemos que la enseñanza se inicia en el espacio simbólico del instituto, pero se expande y crece, se dispersa en un generoso devenir, porque democratizar es que muchas y muchos formen parte de las propuestas de nuestro profesorado en un proceso sostenido, activo, donde lo que acontece por fuera del espacio institucional dialogue con lo que se construye puertas adentro para lograr el tan preciado conocimiento socialmente significativo.
La escuela, los ISFD y todas las personas que habitamos el espacio de “lo escolar” sabemos que, en todos estos años de democracia, hemos tenido que trabajar duro para instaurar prácticas que necesitábamos restablecer y que eran urgentes para rearmar lo destrozado.
Vale preguntarnos hoy si nos hemos equivocado. Sin duda, hemos tenido desaciertos, pero me animo a afirmar que hoy, cada escuela cuenta con un proyecto educativo, cultural y social propio, perfectible, en diálogo con los sujetos que la habitan y las posibilidades económicas y culturales que la atraviesan. Una escuela inclusiva que se esfuerza por desarrollar el potencial cultural, académico, social y político de cada estudiante para poder trenzar y rearmar el lazo social.
El dicho popular expresa que “para muestra basta un botón”. Creo que la riqueza de la expresión colectiva nos dice, cuenta o retrata. Basta con darse una vuelta por las escuelas, entrar a las aulas, escuchar a las y los estudiantes, visitar prácticas, para saber que vamos por buen camino.
(*) Especialista en Enseñanza de la Lengua y la Literatura. Docente del Instituto Superior de Formación Docente (ISFD) Mariano Moreno, Bell Ville, departamento Unión.
educar en Córdoba | no 41 | Octubre 2023 | Año XXII | ISSN 2346-9439
Artículo: Formación docente y democratización de la enseñanza