La pandemia nos llevó a cambiar nuestra perspectiva de vida; no elegimos vivirla, pero llegó para hacernos parar la marcha, hacer un alto en nuestros planes y presentarnos otros diferentes. Tuvimos que atender a cuestiones totalmente nuevas. Desaprender y volver a aprender nuestras prácticas.
En nuestro caso, nos concentramos en poner especial atención en las necesidades y particularidades de los grupos familiares, para favorecer la continuidad pedagógica de alumnas y alumnos. Todas las propuestas las analizamos colectivamente en el equipo docente y las estrategias que se implementaron fueron consensuadas y pensadas en función de la realidad de las familias de nuestro pueblo. Cada secuencia y actividad fue pensada respetando sus horarios, equipamiento y posibilidades. Por ejemplo, rápidamente nos dimos cuenta que no había condiciones para tener clases virtuales vía Google Meet o Zoom, y que nuestras principales vías de intercambios iban a ser Whatsapp y los cuadernillos que preparamos para las familias. Cada semana les imprimíamos esas actividades -de todas las materias-, que contenían también explicaciones para que madres y padres pudieran favorecer la comprensión de sus hijas e hijos. Y les pedíamos que nos las enviaran resueltas cada día, para que mantuvieran la rutina escolar del trabajo cotidiano.
En ese andar nos dimos cuenta, entre otras cosas, de que esos cuadernillos debían contener temas en común entre los distintos grados y actividades más prácticas, para que les resultara sencillo a las familias y todas y todos pudieran participar; por ejemplo, desafíos y acertijos para trabajar las operaciones matemáticas; propuestas para cocinar entre todos, donde compartían recetas, creaban y probaban las propias, aprendiendo los beneficios de una buena alimentación, a la vez que veían el sistema de peso y medidas. Eran maneras de apoyar a las y los estudiantes, pero también a sus madres y padres en la tarea de acompañar la enseñanza. Por lo cual estamos profundamente agradecidos y orgullosos de las familias que integran la comunidad educativa; sin ellos nada podría haber sido posible.
Podemos decir con mucha satisfacción que ningún estudiante se desvinculó de nuestra escuela durante 2020. Para ello, entre todo el grupo docente emprendimos una labor de seguimiento de cada alumna y alumno cuando advertíamos que no realizaban devoluciones o se demoraban. Nuestra idea fue que no perdieran el vínculo con la institución, que se sintieran contenidos y apoyados, adaptando o flexibilizando las actividades si era necesario.
A futuro, y analizando la tarea realizada durante la etapa más cruda de la pandemia, valoramos positivamente el trabajo con los cuadernillos, elaborados en su totalidad por las y los docentes. Se trata de un dispositivo que comenzamos a usar antes de la expansión del COVID-19, que profundizamos durante 2020, y que este año mantuvimos, organizándolo en términos de secuencia didáctica (uno para cada una de ellas). Nos permite acompañar las clases presenciales a través de actividades de afianzamiento y repaso.
Por último, hacia adelante también hace falta revisar el currículo, que debería someterse a un análisis profundo. Es preciso incluir otros saberes importantes para el desarrollo integral de las y los estudiantes: alfabetización ciudadana, económica, emocional y, por supuesto, digital y mediática.
(*) Directora de la escuela “María Laurentina Robledo” (Lucio V. Mansilla – Departamento Tulumba)
educar en Córdoba | no 39 | diciembre 2021 | Año XX | ISSN 2346-9439