El área de Consulta Pedagógica del ICIEC, la Secretaría Gremial de Nivel Superior y UPC y la de Gestión Privada desplegaron una nueva propuesta de formación destinada a equipos de gestión y docentes de institutos técnicos y de formación docente. La iniciativa promueve un espacio horizontal de formación entre pares, donde se definen de manera colectiva tanto la agenda de problemáticas a trabajar, como las estrategias de abordajes posibles y la construcción de miradas comunes en relación a diferentes temas y situaciones puestas en debate. Los encuentros se desarrollaron de manera virtual y en cada uno de ellos se sistematizaron los puntos centrales del intercambio de ideas, experiencias de trabajo, preocupaciones, desacuerdos y acuerdos, que luego fueron incorporados en los procesos de trabajo al interior de los institutos como referencia para pensar las propias prácticas.
Durante la segunda mitad de 2020, el área de Consulta Pedagógica del ICIEC, en vinculación con la Secretaría Gremial de Nivel Superior y UPC y la de Gestión Privada, desarrolló un espacio de trabajo y reflexión donde construir criterios pedagógicos, herramientas y acuerdos comunes para abordar las diversas problemáticas impuestas por el escenario de pandemia. La propuesta impulsó dos espacios diferentes y simultáneos: “Círculos de acompañamiento a la gestión pedagógica”, realizado junto a equipos directivos de institutos superiores; y “Círculos de acompañamiento al trabajo de enseñar”, llevado adelante con docentes del mismo nivel. Esta denominación marcó tanto la impronta de los encuentros, como la dinámica de trabajo y la disposición de sus participantes. Un círculo no tiene comienzo ni final, allí las y los participantes son iguales, así como necesarias y necesarios. Nadie puede hacer un círculo de manera individual. Entonces, el círculo es una forma de encuentro horizontal, colectivo y cooperativo; pero además, la idea de “acompañamiento” pone de manifiesto la necesidad de movimiento, donde el círculo es apenas un punto de partida para la acción conjunta.
Los Círculos de acompañamiento son una respuesta a las demandas surgidas de las mesas de trabajo regionales llevadas a cabo por las Secretarías de Nivel Superior y de Gestión Privada, la mayoría vinculadas con la falta de espacios colectivos para poder reflexionar sobre las decisiones institucionales, organizativas, administrativas y pedagógicas que era necesario construir en el marco de la pandemia. “Las y los docentes nos compartían cierta sensación de malestar y soledad; trabajando en sus casas, frente a su computadora, teniendo que resolver situaciones y tomando decisiones en solitario y desde criterios individuales”, explica Juan Cuello, integrante de la Secretaría Gremial de Gestión Privada. “Y cuestiones similares se planteaban desde los equipos directivos”.
La experiencia se llevó adelante como una prueba piloto, dirigida a docentes, por un lado, y a equipos directivos, por el otro. Se plantearon espacios y días de trabajo diferentes, entendiendo que también sus necesidades, inquietudes y problemáticas son distintas, según las particularidades de cada tarea y función. Los encuentros se desarrollaron cada 15 o 20 días aproximadamente, y en ellos participaron docentes y equipos directivos de diferentes institutos de la provincia. Para Lita Moyano, secretaria gremial de Nivel Superior, el objetivo principal era lograr un espacio de confianza: “Generar un encuentro y un acercamiento desde el diálogo. Compartir trayectorias, compartir experiencias, abordar las dificultades y, desde nuestras propias miradas, poder construir y definir las problemáticas, para luego pensar resoluciones que puedan inscribirse en políticas educativas colectivas”.
La implementación de una propuesta horizontal también significó que no existieran temas ni problemáticas prefijadas, sino que a partir de los intereses e inquietudes de las y los participantes se fuera construyendo una agenda común de ejes y temáticas para abordar. “Creí que nos iban a dar orientaciones y herramientas específicas para trabajar en virtualidad, que iban a aclarar nuestras dudas”, reflexiona Carmen Moyano, profesora de Práctica Docente I en el Instituto Superior “Mariano Fragueiro”, de Embalse. “Pero me encontré con colegas que tenían las mismas problemáticas y desorientación; y que al juntarnos y tomar la palabra, nos permitió ver que teníamos realidades similares. Nos pusieron a reflexionar y las respuestas que estábamos buscando empezaron a salir de nosotros mismos”.
El formato y la dinámica de trabajo
Los encuentros plantean una primera instancia de circulación de la “palabra individual”, tomando como punto de partida las miradas, apreciaciones y relatos particulares de cada participante, para conocer las realidades de los distintos institutos en su zona y territorio. Este primer momento es fundamental en una propuesta horizontal, donde los contenidos se construyen a partir de los intereses, inquietudes y planteos que, quienes participan y se involucran en la reflexión, ponen sobre la mesa en primera persona. “Yo participaba de los Círculos de acompañamiento -explica Carmen Moyano-, pero a la hora de poner en común las expectativas e inquietudes, de algún modo también fui reflejando las preocupaciones del equipo de trabajo del área de prácticas que tenemos en nuestro instituto”. Cada participante pone en juego su mirada particular, pero también la grupal y colectiva.
Luego, la propuesta prevé una instancia de trabajo grupal para reflexionar sobre los planteos surgidos, buscar puntos de similitud e identificar abordajes y miradas comunes. Si al inicio del taller lo que prima es el espacio para la “palabra individual”, este segundo momento podría explicarse como la búsqueda de una “palabra compartida”. Cristina Vasek, directora del ITEC Foro de los Ríos, de Villa General Belgrano, comenta: “Me sentí muy acompañada, pero sobre todo me sentí escuchada. Porque en muchos aspectos, los que participamos de los talleres teníamos una larga trayectoria como directivos de nivel superior y eso en muchas instancias de formación no es tenido en cuenta”.
Finalmente, uno de los momentos más importantes en cada encuentro: la puesta en común de lo trabajado en grupo, realizada en plenario, buscando trazar acciones posibles y generar propuestas de abordaje para las distintas problemáticas. También en esta instancia, y a partir de lo que va surgiendo en las conversaciones y debates, se definen y acuerdan los ejes y temas a tratar en el siguiente encuentro. Frente a la sensación de soledad y desconcierto que las y los participantes habían manifestado como principal efecto de la situación de pandemia, lo que se construía -o al menos se pretendía construir en esta instancia- era la posibilidad de una “voz colectiva”, una mirada conjunta hacia esa realidad educativa que se presenta compleja.
Y entonces, empezó a aparecer el modo de pensar el trabajo de las y los directivos con sus docentes, el modo de construir estrategias de acompañamiento hacia las y los estudiantes, los modos de inventar propuestas didácticas particulares según los contextos, los modos de socialización de las propuestas entre docentes, las tensiones que se producían y los modos de resolver esas tensiones. “Hay una apuesta muy fuerte del gremio en la construcción de estos espacios”, reflexiona Juan Cuello. “En primer lugar, porque se trata de poner en valor la experiencia y el trabajo cotidiano de las compañeras y los compañeros para pensar lo pedagógico; no son disposiciones administrativas pensadas en un escritorio, ni conceptos de un teórico, ni estrategias enlatadas de alguna empresa que vende software para educación. Son reflexiones construidas entre colegas a partir de la práctica concreta. Y en segundo lugar, porque también es un espacio de militancia, somos trabajadores de la educación, haciendo nuestro aporte al sistema educativo, pensando mejores formas de garantizar el derecho social a la educación”.
Aprender con lo propio
La desazón y sentimiento de soledad, planteado tanto por docentes como por directivas y directivos en las mesas de trabajo regionales, no respondía exclusivamente a la condición física de aislamiento, sino también y sobre todo, a la falta de claridad en las disposiciones y las demandas contradictorias que el propio Estado fue exigiendo a la tarea docente; y lo limitado de los recursos brindados por el Gobierno para poder cumplimentar dichas demandas.
En este punto, la propuesta de los Círculos de acompañamiento, además de la posibilidad del encuentro con otras y otros, funcionó también como una instancia de producción de conocimiento para pensar y afrontar decisiones pedagógicas e institucionales. De cada encuentro se elaboraron “minutas”, donde se registraron los puntos centrales debatidos, las problemáticas que iban surgiendo en común, las prácticas o acciones que desde lo particular se habían realizado y que el grupo señalaba como acciones potentes, los desacuerdos y los acuerdos, o propuestas de trabajo y abordaje en relación a las problemáticas señaladas. También condicionamientos o inquietudes que, por su carácter, no dependían de acciones propias, sino que funcionaban como factores exógenos a tener en cuenta. Estas “minutas”, donde se fueron sistematizando las discusiones y acuerdos trabajados, se convirtieron en un aporte concreto para compartir y socializar en los institutos como una referencia para pensar sus prácticas.
Muchas de las propuestas de abordaje frente a las problemáticas planteadas fueron surgiendo de las propias prácticas llevadas adelante por las y los participantes, ya sea en el ámbito de la docencia como en el de la gestión. “Una de las cuestiones que más destacaron los equipos directivos en sus talleres, fue el esfuerzo y dedicación que pusieron en juego las y los docentes para sostener el vínculo con sus estudiantes y para garantizar los procesos de enseñanza y aprendizaje”, subraya Romina Clavero, coordinadora del área de Consulta Pedagógica del ICIEC. “Era una situación urgente e inédita y por eso, en muchos casos tuvieron que ponerse a inventar cosas nuevas. Esas prácticas, que no aparecen en los medios masivos y que ocurre en esa soledad de la planificación docente, es lo que se pudo poner en valor en los talleres para socializarlo y multiplicarlo. Es construcción de conocimiento pedagógico que de otro modo se pierde”.
La pandemia como oportunidad de aprendizaje
Para comprender la propuesta y la lógica de construcción de los Círculos de acompañamiento quizás sirva explicitar el recorrido de una de las problemáticas trabajadas.
Hacia el cierre del ciclo lectivo 2020, desde el Ministerio de Educación dictaminaron que las y los docentes debían evaluar con nota para que cada estudiante pudiera acreditar las materias cursadas, lo cual significaba un cambio en las reglas de juego, ya que durante el transcurso del año se había dispuesto que las evaluaciones serían de tipo cualitativo. Esta modificación oficial puso la problemática sobre la mesa de discusión en ambos círculos, pero como en todos los encuentros, la propuesta de abordaje no fue lineal ni directa para definir qué nota poner, sino que se planteó como una instancia y oportunidad para pensar y reflexionar en torno a las prácticas institucionales y pedagógicas respecto de la evaluación. En la minuta referida al encuentro del 21 de octubre, se registran las preguntas que orientaron el debate: “¿Qué es para nosotros evaluar los aprendizajes? ¿Qué es evaluar la enseñanza? ¿De qué manera y cómo vienen evaluando? ¿Qué criterios son los que vienen sosteniendo nuestra práctica evaluativa? ¿Qué tipo de indicadores logramos construir desde la no presencialidad? ¿Cómo se entrecruzan nuestras creencias, conocimientos, adhesiones, opciones en las decisiones que tomamos?”.
De esta manera, las inquietudes y preocupaciones de las y los participantes marcan la agenda de trabajo de cada círculo, pero no para buscar la mejor respuesta posible, sino como punto de partida para el debate. En la ronda de experiencias, Abel Benítez comentó que, preocupado por las dificultades de entendimiento que a veces genera el marco de virtualidad y para asegurarse de hacer más comprensible los procesos, al momento de plantear las evaluaciones había optado por explicitar -en primera instancia- los objetivos de la evaluación, luego los criterios de evaluación y recién ahí, dar las consignas de trabajo. “Son cosas que muchas veces uno da por sobreentendidas, pero en el marco de la virtualidad las recuperamos con la intención de que todo el proceso sea más claro”, subraya Abel. La experiencia fue valorada de inmediato por otras docentes como una estrategia a poner en práctica, pero sobre todo como un modo de posicionarse frente a la evaluación. Por un lado, la necesidad de transparentar y dar cuenta de los procesos y criterios de evaluación en una acción de honestidad pedagógica para con sus estudiantes. Por el otro, contemplar la evaluación como parte del proceso de aprendizaje, donde las y los estudiantes puedan reflexionar sobre los contenidos y darle un cierre a la materia, a la vez que pueda servir como instancia de revisión y devolución hacia la tarea docente. Y finalmente, tener en cuenta la dimensión metacognitiva ya que, en cada propuesta de evaluación, también se está enseñando a evaluar.
Si bien los círculos funcionaron por separado y cada uno estaba conformado por participantes de diferentes institutos y localidades, las conclusiones y acuerdos en torno a la evaluación estuvieron en la misma clave, entre las cuales aparecen: transparentar propósitos, objetivos y criterios de evaluación; construir y explicitar criterios colectivos de evaluación; disponer un clima cálido en las prácticas evaluativas, más aun en esta coyuntura de incertidumbre; propiciar que las y los estudiantes realicen procesos de metacognición; reconocer también a las y los estudiantes como responsables de su aprendizaje; promover y solicitar las entregas procesuales de las actividades, desalentando las entregas todas juntas y al final; habilitar en las consignas diferentes lenguajes de expresión (oral, escrito, audiovisual, artístico, etc.), que les permita a las y los estudiantes explicar y mostrar lo que comprenden.
Sostener y ampliar la propuesta
Esta primera experiencia en Círculos de acompañamiento sirvió para afianzar algunas dinámicas y criterios de trabajo que permitieran garantizar su continuidad durante 2021. “Si bien la virtualidad fue una obligación marcada por el contexto, también nos dimos cuenta de que nos permitía reunir a docentes y equipos directivos de distintos institutos y diversas zonas que, de otro modo, por disponibilidad de tiempos y distancia, no podrían haber participado”, subraya Romina a modo de evaluación sobre la propuesta. “Lo que fuimos aprendiendo y sistematizando, este año nos permite plantear una propuesta más abarcativa, conociendo a partir de la experiencia qué dinámicas sí pueden funcionar. Construir lo colectivo atravesados por la virtualidad no resulta fácil, con algunas cosas nos podemos anticipar más que antes, pero sabemos que el escenario va cambiando”.
Equipo de trabajo
Responsables de la organización y planificación: Romina Clavero, Micaela Pérez Rojas y Marion Petersen.
Coordinación: Marissa Allione, en el Círculo para gestión; y Andrea Agüero, en el Círculo de docentes.
La edición 2021 de los Círculos de acompañamiento ya está en marcha y entre los temas principales que surgieron en la construcción de una agenda común, aparecieron la “bimodalidad”, la selección curricular y la construcción de criterios y prioridades para llevarlas a cabo. “Queremos que estos encuentros se sigan construyendo como espacio de referencia para los equipos de gestión y docentes de nivel superior, que acompañe las decisiones pedagógicas y didácticas que se van tomando en el cotidiano institucional, en un escenario donde, desde algunas regulaciones provinciales bajo el manto de cierta autonomía institucional, quedan muchos equipos de gestión y docentes en soledad frente a una cuestión de mucha responsabilidad. Fue muy relevante como en todos los encuentros se colocaba en el centro la preocupación por sostener las trayectorias de las y los estudiantes de nivel superior, qué docentes y qué técnicos profesionales se quiere formar, y para qué tipo de sociedad.”
educar en Córdoba | no 38 | Junio 2021 | Año XVI | ISSN 2346-9439