Cuando un docente ingresa a un aula del PIT entra a un universo diverso y complejo, a un espacio educativo en el que son bienvenidos chicos y chicas de 14 a 17 años que quieren terminar la educación secundaria y que han estado fuera del sistema educativo durante un período igual o superior a un año. Las causas por las cuales los estudiantes han estado fuera del sistema son heterogéneas; por eso, los docentes del PIT educamos desde la diversidad, partiendo desde las realidades de los estudiantes, desde sus experiencias y sus trayectorias escolares.
El programa plantea una modalidad de enseñanza en pluricurso, y esta característica nos permite proponer que estudiantes de trayectos más avanzados aprendan enseñando a estudiantes de los primeros trayectos, apostando a una circulación y construcción colectiva del conocimiento.
Desde esta misma perspectiva, en el PIT está dando resultados muy potentes el trabajo en proyectos integrados. En 80 minutos de clase, una vez por semana, docentes de las materias Lengua, Matemáticas, Ciencias Sociales, Ciencias Naturales y Humanidades, desarrollamos proyectos anuales donde se abordan de manera activa ejes transversales a cada uno de esos espacios curriculares. Se definen problemas, se investiga, se planifican y ensayan acciones, evaluando resultados, corroborando o descartando hipótesis, realizando intervenciones en contextos reales y comunicando experiencias al resto de la comunidad educativa o entre diferentes PIT.
Una actividad concreta que sintetiza esa potencia fue la que realizamos hace unos años en el PIT “Paulo Freire”, que nos permitió abordar un nudo problemático de la relación docentes- tecnologías-estudiantes, formulado en la siguiente pregunta: ¿Qué hacemos con el uso del celular en el aula?
En un primer encuentro con los estudiantes de la materia TIC trabajamos sobre nativos e inmigrantes digitales. La consigna era que, en grupos, los estudiantes pensaran ideas para acortar la brecha generacional entre estudiantes-nativos digitales y docentes-inmigrantes digitales. A cada grupo se le asignó un espacio curricular del programa. Algunas respuestas fueron trilladas, como usar la calculadora para Matemáticas, pero también surgieron ideas novedosas como realizar collages digitales con PicsArt en Historia, o editar videos en Humanidades.
La estrategia sirvió como insumo para el dictado de la materia TIC, en un contexto en el cual los estudiantes nunca tuvieron acceso a netbooks o equipamientos tecnológicos. La materia TIC tuvo que darse casi sin TIC. Pero a partir de ese año, por iniciativa de los jóvenes, se comenzaron a utilizar los celulares como herramientas pedagógicas.
Estas instancias tienen siempre en común el hecho de permitir el trabajo de una manera cooperativa, promoviendo el aprendizaje significativo y educando en la colaboración como valor para una convivencia democrática.
educar en Córdoba | no 35 | Junio 2018 | Año XIII | ISSN 2346-9439