Esta iniciativa fue una respuesta de los estados nacional y provinciales a una reivindicación histórica del colectivo docente, que a su vez contribuye a generar las condiciones para alcanzar las metas que se impuso el país en términos de política educativa. educar en Córdoba entrevistó a tutores del programa, para conocer su implementación y sus desafíos.
“Nuestra Escuela” es un Programa Nacional de Formación Docente, impulsado desde el Ejecutivo, con varias características particulares.
En primer término, su extensión: en los primeros dos años de existencia alcanzó a 43.362 escuelas -sobre 50 mil existentes en el país- y a 800 mil docentes -sobre un total de un millón. Abarca a colegios de todas las jurisdicciones, niveles y modalidades, públicos y privados.
En segundo lugar, está centrado en la escuela, en tanto ámbito clave en el que se produce el saber pedagógico y la transformación de las prácticas.
Y, por último, cuenta con un importante apoyo institucional: el respaldo de los Ministerios de Educación de las provincias, de los cinco sindicatos docentes nacionales -que encontraron respuesta a una demanda histórica- y el apoyo de universidades, gremios e institutos de educación superior, que se incorporaron a crear trayectos formativos para los docentes y directivos, a los cuales se puede acceder bajo las modalidades presencial o a distancia.
Evaluación y perspectivas
Una voz importante a la hora de evaluar “Nuestra Escuela” es la de quienes están al frente de los cursos del programa. Según Nélida Sergiejevich, tutora pedagógica de 16 escuelas urbanas del sur del Departamento Unión, al principio la iniciativa despertó muchos interrogantes con respecto a su utilidad o a su continuidad en el tiempo. “Pero cuando empezaron los encuentros, los directivos y docentes involucrados dejaron atrás esas dudas y hoy están entusiasmados, porque encontraron un lugar para poder hablar de sus escuelas, de su realidad, de su cotidianeidad. La formación que se brinda no es utópica o idealista, sino que está enfocada en cada una de las instituciones en particular”, comentó.
En ese sentido, Sergiejevich puntualizó, además, que este espacio de formación permitió un análisis colectivo y comprometido del Proyecto Educativo (PEI) de cada institución. “Muchas veces pasaba que el PEI solo lo conocía la directora o el equipo directivo, y los docentes quedaban absolutamente fuera de ese debate, sin poder realizar aportes y sin conocer los objetivos institucionales. Solo enviaban sus programas y luego se desentendían. Ahora, se está logrando una discusión colectiva del PEI y un recorte específico en función de la realidad de cada escuela. Esto permite, por ende, buscar soluciones particulares para cada institución y para cada problemática”, comentó Sergiejevich.
Hacia el futuro, anheló que en 2016 puedan sumarse al programa las escuelas rurales de la zona: “Sería un gran paso”, indicó.
Para Viviana Valle, docente de nivel primario y secundario y tutora del Programa “Nuestra Escuela” en 20 escuelas de nivel primario del Departamento Punilla, “la formación permanente era una demanda de larga data del colectivo docente”. En ese marco, valoró algunas características particulares de este programa: “Es gratuito, por lo que permite romper la lógica mercantil que existía en muchas propuestas de capacitación. Es universal, lo que implica que llega a todos los niveles del sistema educativo. Es situado, lo que permite atender las situaciones particulares de cada uno de los establecimientos educativos y de los colectivos docentes y directivos. Y es federal, se aplica en todo el país”, detalló.
Para Viviana Valle, además, el proyecto tiene un importante punto positivo: “Básicamente, demanda que los docentes nos asumamos como agentes del Estado, que trabajemos para efectivizar el derecho a la educación de nuestros niños. Y eso se logra a través de la capacitación en servicio, no con una formación abstracta”.
Por último, destacó que los encuentros permiten a los docentes y directivos “asumirse como un colectivo atravesado por tensiones complejas, pero con capacidad para debatir y elegir las mejores prácticas que se puedan llevar adelante, más allá de las diferencias”.
Por su parte, Liliana Pucheta, docente de escuela media e inicial y tutora de 12 escuelas de nivel inicial del Deparmento Ischilín, valoró la regularidad del programa. “Para los docentes y directivos implica la posibilidad de tener un tiempo especial para abordar sus problemas, con una frecuencia preestablecida, lo que permite retomar temas y discusiones a lo largo de varios encuentros”, comentó.
Destacó también que a los asistentes “les costó bastante entrar en ritmo en el programa y se quejaban de la cantidad de horas que les insumía. Pero eso cambió con el tiempo, porque están comprobando la utilidad que tiene en sus instituciones y en sus problemas. A través de este programa han ido aprendiendo a trabajar de manera sistemática, como una cosa que empieza y nunca se termina, que debe revisarse a cada momento”.
educar en Córdoba | no 32 | Diciembre 2015 - Enero 2016 | Año XI | ISSN 2346-9439