“Recuperar la confianza en nuestros alumnos y en su capacidad de aprender”
Frente a la posibilidad de cierre de una división, el IPEA y T 347, de Embalse, comienza a mirarse como institución para fortalecer sus prácticas pedagógicas. Una apuesta por profundizar los aprendizajes más allá de la contención social de los estudiantes. Un equipo docente que debate y reflexiona sobre sus propias prácticas, para descubrir lo evidente detrás de la inercia de lo cotidiano, que a veces no permite proyectar a largo plazo.
El Instituto Provincial de Educación Agropecuaria y Técnica (IPEA y T) 347 está al fondo de la ciudad de Embalse, a tres cuadras de la Ruta Provincial Nº 5 que sale hacia Almafuerte y Río Tercero. En el extremo opuesto del recorrido turístico, que se inicia en el paredón del dique, bordea las costas del lago y culmina en la Unidad Turística Embalse, el complejo de hoteles estatales para turismo social que tantos viajes de estudio, vacaciones y excursiones de adultos mayores han albergado. Al frente tiene las últimas casas del barrio Las Flores y hacia atrás, monte y montaña.
Esta ubicación, relegada a los bordes de la urbe, casi escondida, es la metáfora perfecta de los múltiples obstáculos y estigma social que la institución enfrenta desde su creación. Pero a la vez, también es la prueba contundente de que sus docentes no se rinden.
Identidad y pertenencia
Con el crecimiento poblacional de Embalse, algunos docentes de la única escuela de nivel medio empezaron a ver la necesidad de ampliar la oferta educativa, ya que este colegio, de carácter privado, no tenía capacidad para responder a la demanda. No se trataba solo de bancos, sino de oportunidades. Al aumento de la cantidad de jóvenes en edad escolar, se le sumaban los chicos y chicas repitentes o expulsados del colegio privado, que tenían que viajar a otras localidades para continuar el secundario y eso, a la larga, resultaba en el abandono definitivo de sus estudios.
Con trabajo, esfuerzo y persistencia, los profesores consiguen que en el año 2000, se cree el CBU rural, anexo del IPEM 299 de Almafuerte. En sus comienzos, para garantizar la matrícula, los mismos profesores salían a buscar a los alumnos por el pueblo. “Hablábamos con las familias, hablábamos con los chicos para convencerlos de esta oportunidad de continuar estudiando”, recuerda Nancy Espejo, profesora de Inglés y secretaria docente. “Eso significó conocer muy de cerca a los chicos y a sus familias, pero sobre todo, sus realidades y situaciones particulares”. Por eso, casi desde su génesis, el colegio desarrolló una gran capacidad de contener y sostener emocionalmente a sus estudiantes.
En 2004, logran la desanexión convirtiéndose en el IPEM 347 y en 2009, por medio del Programa Nacional 700 Escuelas, obtienen su propio edificio (hasta entonces compartían edificio con una escuela primaria y un CENMA). Finalmente, en 2011, se transforma en el Instituto Provincial de Educación Agropecuaria y Técnica (IPEA y T) 347.
Amenaza de cierre
En 2014, Inspección informa el cierre de una de las tres divisiones de primer año a causa de la baja matrícula. Un grupo de profesores, alarmados por la noticia, recurre al gremio en busca de ayuda y asesoramiento.
“La situación era complicada”, subraya Beatriz Elisabeth Vidal, “Eli” para los docentes, Secretaria General de la delegación Calamuchita de UEPC. “No había mucho para discutir frente a la caída concreta de la matrícula. Entonces, la decisión fue mirar hacia delante. Hicimos un rápido censo en las escuelas primarias de la ciudad para conocer cuántos chicos egresaban ese año: 176 chicos y chicas. El IPEA y T 347 es la única opción educativa pública de nivel medio, así es que nos propusimos construir un proyecto de articulación con la escuela primaria para revertir la situación”.
El proyecto de articulación establecía jornadas de trabajo conjunto entre los y las docentes de sexto de primaria y de primer año de secundaria, para poner en común contenidos trabajados y a trabajar, como así también necesidades de los estudiantes a cubrir. En un segundo momento, la instrumentación de aulas compartidas, donde docentes de secundaria asistían e intervenían en clases de sexto grado, para achicar distancias y desarticular miedos respecto a la secundaria.
“Desde Inspección nos apoyaron mucho, sobre todo al ver que había una reacción desde la escuela, pero lógicamente nos reclamaban acciones concretas para encontrar soluciones a las problemáticas que teníamos”, explica Bernardet Matar, la actual directora, quién tomó el cargo en 2014, tras la jubilación de su predecesora, en pleno torbellino.
La mirada de los otros
Si bien el proyecto de articulación había logrado frenar provisoriamente el cierre, la problemática provocó una serie de discusiones en torno a la realidad de colegio. Así, Eli Vidal les propone trabajar con el Programa Consulta Pedagógica y en ese marco se realizaron tres talleres: el primero con los docentes y directivos; el segundo con los estudiantes; y el tercero, nuevamente con los docentes para poner en juego la mirada de los estudiantes.
Andrea Martino, coordinadora del programa, resalta el conocimiento que los profesores tienen de los estudiantes y sus realidades. “Sin embargo, este conocimiento y reconocimiento de las situaciones individuales de cada estudiante no tenía un correlato en relación a sus particularidades en el aula y los modos de aprendizaje”, señala.
Por sus comienzos, por el perfil de su matrícula en la decisión de recuperar jóvenes y reintegrarlos al sistema educativo, por las trayectorias escolares de sus alumnos, por su condición de escuela pública como contracara de los privados, en la ciudad y en la zona se lo conoce como “el penal”. Y a pesar de la fuerte historia de lucha, identidad y pertenencia, este estigma, esta mirada prejuiciosa del afuera, va traspasando las puertas de la institución e impregnando el funcionamiento cotidiano.
“Creo que el cambio fundamental es recuperar la fe y la confianza en los alumnos y en su capacidad de aprender. Y nos sobran los motivos para confiar en nuestros estudiantes, tenemos chicos y chicas muy valiosos en el colegio”, subraya Bernardet como eje de una reformulación pedagógica. “Escuchar a los estudiantes, comprenderlos y acompañarlos en sus problemáticas está bien, es importante, pero no podemos dejar de lado en nombre de eso, nuestro propósito central: que los chicos aprendan. Cuando el docente pierde esa motivación, esa confianza se limita a que las clases solamente transcurran: ‘Por suerte hoy estuvieron más o menos tranquilos, me dejaron hacer la actividad. Me voy, ya está’, te dicen. No hay una pregunta por el qué aprendieron”, reflexiona Bernardet.
[caja titulo=”Sobran los motivos” fuente=”#ffffff” fondo=”#915876″] Durante 2014, un grupo de estudiantes de la orientación en Construcción, participó de las Olimpiadas de Maestro Mayor de Obra. Pasaron la instancia zonal, provincial y llegaron a dos instancias nacionales. Así, viajaron a Salta primero y a Misiones después, con todo pago. “Eso, que era un logro impresionante para los chicos y el colegio, nos estaba mostrando la capacidad de nuestros estudiantes”, subraya Bernardet.
En el recorrido por las aulas taller, Diego Ladoux, apoyo de dirección, va comentando con entusiasmo todo lo que se produce en el IPEA y T. El vivero, la huerta, los corrales, la cría de gallinas, el laboratorio de faenamiento y la producción de chacinados. Los talleres de carpintería y de construcción. Los trabajos de encofrados, donde además de producir baldosas, bancos y mesas para jardín, encapsulan pilas viejas para evitar la contaminación.
“Es impresionante verlos cómo trabajan en los talleres. Cómo producen, cómo se ayudan. Y también es muy interesante ver cómo los alumnos que en el aula son los más difíciles, los que resultan más conflictivos para los docentes, en los talleres son los alumnos 10. Los que participan, los que proponen, los que resuelven”, señala Diego.
Andrea Martino reflexiona que en las escuelas técnicas es donde más se evidencian las diferentes formas de aproximarse al conocimiento. “Eso nos está diciendo que no hay chicos desinteresados, ni alumnos que tienen clausurada la posibilidad del aprendizaje, sino que como docentes, tenemos que buscar esas diversas puertas de entrada para invitarlos a experiencias significativas y atractivas de construcción de conocimiento”.[/caja]
La mirada de los estudiantes
Una apuesta del Programa Consulta Pedagógica es la de abordar las problemáticas desde la multiplicidad de actores. En este punto, la palabra de los estudiantes -que la mayoría de las veces está ausente o es subestimada-, adquiere un lugar central. Lo primero y fundamental que reconocen los estudiantes es el interés y preocupación de muchos profesores y preceptores respecto de sus problemas puntuales. “Hace unos días -comenta Jazmín, de 4to- yo estaba mal por una cuestión personal y no tenía ni ganas de estar en clases. Entonces, una preceptora me ve, me saca del aula, me pregunta, charlamos un rato largo y eso me sirvió para volver de otra manera al aula, con ganas de hacer cosas. Imaginate que es muy feo estar así durante todo el día, sin que te importe nada de lo que estás haciendo”.
“Te dan más ganas de venir a clases, porque sabés que si tenés un problema, te van a entender. Podés hablar con un profe, te va a ayudar y aconsejar, pero te pone un límite, sigue en su lugar de profesor. Vos sos un estudiante y ellos son profesores. Le podés preguntar con confianza tus dudas”, reflexiona Josefina, de 5to. “Pero si viene alguien que da la clase y se va y no le importa, no te dan ganas ni de preguntarle ni de hacer nada en clases tampoco”, completa Yamila, también de 5to. “Otros profes se ponen a tu misma altura, para hacerte la contra, para pelearte, como si fueran adolescentes”, señala.
Al respecto, Andrea Martino subraya una dimensión contundente surgida del taller con los estudiantes. “Los chicos y chicas reconocían su responsabilidad: ‘Nosotros sabemos que ponemos los pelos de punta, sabemos que tiramos de la soga hasta el límite; pero necesitamos a la vez que los profesores asuman su lugar de adultos’. Estaban demandando un compromiso, un rol específico a los profesores”, sintetiza Andrea. “Eso es lo que pusimos en juego con los docentes para repensar las propuestas pedagógicas, para reconstruir los acuerdos institucionales, la convivencia”.
Para Bernardet, la propuesta de que los talleres contemplaran la opinión de los estudiantes fue reveladora. “Las instituciones educativas casi nunca le dan espacio a la palabra de los estudiantes en las definiciones importantes y verdaderamente, descubrimos que tienen cosas para aportar. Para nosotros el edificio es uno de los motivos de orgullo y de comodidad. Es nuevo, amplio y está hermoso. Pero justamente, una de las cosas que señalaron los chicos fue su deterioro. Ahí caímos en la cuenta de que nosotros estamos la mayor parte del tiempo aquí delante, en las oficinas y salas de profesores, y no pasa lo mismo del lado de las aulas y los baños de ellos. Eso se nos pasaba por alto, entonces, juntamos fondos para ir solucionando y mejorando los baños, las aulas, todo”, reconoce la directora.
Apuestas colectivas y trabajo en equipo
“Una de las cuestiones que yo más destaco del grupo docente es la capacidad de reacción y la actitud abierta que siempre hemos tenido”, subraya Nancy Espejo, que fue parte del grupo de profesores que salía casa por casa, buscando a chicos y chicas que habían abandonado sus estudios. “Ni bien pasaron los talleres donde pudimos compartir miradas respecto a nuestra problemática, enseguida empezaron a llegarme mails con propuestas e ideas: ‘Podríamos hacer esto’, ‘¿qué tal si probamos de esta manera?’, y así”.
Para Carolina Maldonado, profesora del Laboratorio de Informática y tutora: “La clave está en juntarse con los profesores con los que compartís miradas. Y desde ahí trabajar con las inquietudes comunes. Tenés una idea, te interesa un aspecto, te parece que ir a Tecnópolis estaría bueno: ¡Vamos! Te juntas con otros profes, coordinas acciones y le das para adelante”.
El Proyecto de Articulación presentado ante Inspección para abordar el problema de la baja matrícula, además del vínculo con las escuelas primarias, proponía acciones en 3ro y 4to año para reforzar y garantizar la permanencia de los chicos en el colegio. “Pensamos las clases compartidas para generar una apropiación de los conocimientos a partir de miradas cruzadas y diversas”, explica Sonia Poli, una de las responsables de la elaboración del proyecto. “También como un modo de replantear las dinámicas de clase y sobre todo, dar cuenta de que el conocimiento es algo que se construye interdisciplinariamente, desde múltiples perspectivas”.
La experiencia no solo fue novedosa para los estudiantes, los mismos docentes destacan el enriquecimiento pedagógico de trabajar con otro, el desafío de revisar sus contenidos para pensarlos en relación a otras materias y finalmente, la respuesta y entusiasmo de los estudiantes. Bernardet, que tuvo que oficiar de evaluadora, recupera el clima de las clases con una alegría que la desborda: “Para mí, era un orgullo ver el entusiasmo con el que cada docente daba sus contenidos y la calidez del vínculo que se lograba entre ellos. Los estudiantes no podían hacer otra cosa más que engancharse, sumarse a ese entusiasmo”.
Jazmín, que estuvo en la clase de articulación entre Historia y Plástica, donde cada período histórico se vinculaba con los movimientos artísticos y estéticos a los que dieron lugar y cerraba con la propuesta de que cada estudiantes plasmara en cartulinas un dibujo con alguna de estas improntas, recupera su sorpresa: “En mi curso, que somos bastante dispersos (“son plaga”, subraya Josefina para ser más exacta), todos se engancharon. Y como será que cuando terminó la hora, todos querían seguir dibujando y pintando en lugar de salir a recreo”.
[caja titulo=”Contar para afuera” fuente=”#333333″ fondo=”#F3D25D”]Una de las conclusiones en relación al estigma social que los señala como “el penal”, es que de todas las cosas que se llevan a cabo en el colegio, muy pocas se muestran públicamente. Por eso, desde Conectate a la pasión de educar, el sitio web de recursos pedagógicos del Instituto de Capacitación e Investigación de UEPC, se llevó a cabo un video institucional que da cuenta de las diferentes actividades que se realizan en el IPEA y T 347, y de la perspectiva desde donde docentes y directivos van construyendo el perfil de los egresados. Gracias a un convenio con la Municipalidad, el video fue difundido a través del circuito local de cable.
Además, desde la materia de Producción Animal con aportes de Producción Vegetal, los estudiantes de 6to año de la orientación Agropecuaria, llevan adelante un micro de “agricultura sustentable”, en Radio Delta (105.9), una emisora local de Embalse.
Josefina hizo primer año en el colegio privado de Embalse y cuando decidió cambiarse al IPEA y T 347, todos sus compañeros le decían que cómo se iba a ir al “penal”, que estaba loca. “Cuando la gente te veía en la calle con la chaquetilla azul del cole, un poco más y se cruzaba de vereda. Era “el penal”, nadie le decía “colegio”. Ahora, cuando decís que sos del IPEA y T, simplemente te dicen: ‘¡Ah!, ese es el colegio que está en barrio Las Flores, ¿no?’”, concluye Josefina con naturalidad.[/caja]
educar en Córdoba | no 32 | Diciembre 2015 - Enero 2016 | Año XI | ISSN 2346-9439