La escuela de hoy enfrenta un problema que confronta dos puntos de vista: el mundo que cambia aceleradamente y el de la escuela, que parece permanecer suspendida en el tiempo. En un lugar donde todavía cuesta mirar la integridad, donde muchas veces no existe la posibilidad de “jugar el juego completo del aprendizaje”, como propone Perkins (2010).
Teniendo en cuenta lo antes mencionado, es que en nuestra institución se ha elaborado un proyecto para recuperar la escuela como espacio de enseñanza y revalorizar su función integradora, potenciadora de vínculos, de lazos sociales, apoyándose en el hacer y reflexionar en el hacer. Con el propósito de lograr un ámbito de trabajo colaborativo, en donde se aprende junto a/con quienes se construyen saberes múltiples y diversos.
La extensión de la jornada, al contar con más tiempo, posibilita renovar los modos y estrategias de enseñanza para ampliar el universo cultural de los alumnos. Es pensar en aprendizajes basados en problemas, en proyectos, en verdaderos estudios de campo, creando un ritmo de trabajo dinámico que permita a los estudiantes y docentes percibir que no están perdiendo el tiempo, presentando actividades motivadoras, “logrando que valga la pena jugar el juego”, para lo cual se tiene que poder vincular el saber con la realidad, la investigación con la acción y la teoría con la práctica.
En nuestra escuela, durante la Jornada Extendida, trabajamos en otros espacios y tiempos, con los formatos taller y proyecto; el primero nos permite organizar el trabajo pedagógico centrado en el hacer, que integra el saber, el ser y también el convivir, en la producción de procesos o productos. El segundo permite a los actores involucrados realizar tareas diversas y asumir funciones diferentes en pro de una meta en común.
La evaluación, como parte del proyecto de enseñanza, es procesual, permitiendo reconocer logros y dificultades en los aprendizajes de los estudiantes y obtener información sobre la marcha de la enseñanza, haciendo posible el seguimiento y la toma de decisiones sobre las intervenciones pedagógicas, que deben adoptarse para conseguir mejores y significativos aprendizajes.
La implementación de la Jornada Extendida ha producido un impacto positivo en la trayectoria de los alumnos, porque favorece el tránsito hacia el nivel secundario, mientras adquieren nuevas estrategias de aprendizajes, van desarrollando su autonomía de trabajo con diferentes formatos, y se van acostumbrando a estar más tiempo en la institución.
También ha generado nuevos espacios de participación con los padres y con la comunidad, en sesiones de lectura, la realización de obras de teatro, la organización de las muestras anuales de aprendizaje, de campañas solidarias y de concientización, en la preparación del terreno para la huerta escolar, etc.
Nuestro desafío es sostener en el tiempo la implementación de estos nuevos formatos y nuevos modos de organizar las actividades pedagógicas, que permiten aprender a aprender y hacerlo extensible a todos los espacios curriculares de la jornada escolar. La invitación es, entonces, a no limitarnos a distribuir conocimientos en las aulas, sino a reconocer al otro y, a partir de ese reconocimiento por el otro, enseñar.
Asumir un compromiso ético y lograr una construcción que mejore nuestras prácticas educativas, y que el tiempo adicional se transforme en vivencias significativas, nos permitirá abrir una ventana hacia nuevos mundos.
educar en Córdoba | no 32 | Diciembre 2015 - Enero 2016 | Año XI | ISSN 2346-9439