Las formas de asumir la construcción del Movimiento Pedagógico Latinoamericano (MPL) en la región han sido múltiples y de distinto enfoque. Desde su declaración fundacional en 2011 en Bogotá (Colombia), este espacio ha devenido en encuentros, tanto regionales como nacionales y locales, donde el énfasis de su construcción se ha puesto en la consolidación de procesos de reflexión, rescate y elaboración de propuestas alternativas al modelo hegemónico de la educación neoliberal, que convierte a la educación en una mercancía y a su vez, en un negocio lucrativo para el sector privado, generando una precarización del trabajo docente, a la vez que se aleja de la pertinencia de la formación de los niños y jóvenes de los distintos rincones del continente.
La puesta en marcha del MPL ha sido, para los sindicatos adscritos a la Internacional de la Educación (IE), un espacio abierto para la defensa de la educación como un derecho humano inalienable, un lugar desde donde se pretende reconocer y poner en valor lo que se hace en las escuelas públicas, a la vez que intenta rescatar el acervo pedagógico propio, en una reconstrucción de las experiencias que han significado un aporte en la elaboración de propuestas alternativas en nuestra región.
De esta manera, el MPL en Argentina, bajo el liderazgo de la CTERA y sus sindicatos de base, se ha puesto a la tarea de valorar lo ganado durante esta última década, reconociendo el aporte que han hecho miles de docentes en el territorio nacional, tanto en la historia del país como en la actualidad. En ese sentido, uno de los aspectos relevantes de esta propuesta tiene que ver con la formación permanente de los/as docentes, el reconocimiento de sus experiencias pedagógicas, el registro y análisis de las mismas, así como la socialización de lo que se hace diariamente en las escuelas.
El proceso de sistematización de experiencias, a través de los talleres de lecto-escritura para maestros, en el marco de cursos de formación que presentan y vinculan esos trabajos con formas organizativas como los sindicatos y el MPL, son el insumo de este ejercicio que a continuación se presenta.
Actualmente, el proceso se decanta y reconstruye en distintos escenarios de formación de maestros/as y profesores. Este que se describe y analiza tiene su origen en la Asociación de Maestros y Profesores de la Provincia de La Rioja (AMP) y luego se extiende, con particularidades, a otras provincias a través de la Diplomatura en Trabajo Docente y Sistematización de Experiencias, realizada por la CTERA en convenio con la Universidad Pedagógica de la Provincia de Buenos Aires (UNIPE), así como también se diversifica en cursos de formación en Tucumán, a través de la Asociación de Profesores y Empleados de Educación Media (APEM) y actualmente, inicia un proceso de construcción en Córdoba con el liderazgo y la participación activa de la UEPC.
Los cursos como procesos de Formación para la Transformación
El curso de Formación en Sistematización de Experiencias y Construcción del MPL surge del interés de las organizaciones de trabajadores de la educación por reconocer las experiencias significativas de los docentes, en el territorio donde se ubica cada propuesta. Es por esto que su intención fundamental es reconocer, rescatar y resignificar los trabajos pedagógicos de los/as docentes que se acercan a participar de los talleres.
Todos los procesos formativos están pensados para consolidar grupos de maestros que reflexionen sobre su experiencia y, además, reconozcan en la organización y la participación un elemento central para la cualificación y el fortalecimiento de la educación. Entendiendo que todo ejercicio pedagógico es político y que las organizaciones de trabajadores del sector deben procurar volver lo político cada vez más pedagógico, se destacan los aportes que se realizan, tanto desde los maestros en forma individual, como en el ejercicio grupal que se va fortaleciendo en el camino.
Estos cursos se definen como un proceso de formación para la transformación, porque parten de reconocer la realidad concreta para analizarla, construyendo alternativas de cambio en procesos compartidos de lectura y escritura a partir de la experiencia propia. Paulatinamente, se van consolidando grupos de docentes que piensan cómo modificar estadios de la realidad para fortalecer los procesos educativos y pedagógicos; en ese ejercicio permanente, los y las docentes reconocen la importancia de su trabajo, de la participación y la creación colectiva, de tal manera que van elevando su conciencia y fortaleciéndose como sujetos políticos, a la vez que robustecen la organización, en este caso las sindicales y el movimiento pedagógico en su expresión más general.
Los momentos de la formación
Esta propuesta de formación está elaborada desde dos ejes articuladores: por una parte, el taller de sistematización de experiencias, en donde se presenta la propuesta, se planifica y acompaña el proceso, a la vez que se complementa con ejercicios lectoescriturales motivacionales y de sensibilización a la investigación pedagógica, como un elemento íntimamente relacionado con el trabajo docente. Y un segundo elemento es el espacio de formación y construcción del MPL, donde se dan a conocer los principios, las metas y las construcciones que se realizan en toda Latinoamérica, además de realizar ejercicios participativos donde se elaboran propuestas para la construcción en el territorio.
La sistematización de experiencias
Representa la interpretación crítica del trabajo de los docentes, a partir del ejercicio constante de reflexión que se provoca a través de la lectura de la realidad y la escritura de la misma. Por eso, el taller tiene como componente el ejercicio motivacional de lectura y escritura, que son los componentes centrales de la sistematización. Se considera que esta produce conocimientos y aprendizajes que posibilitan apropiarse de los sentidos de las experiencias, reflexionarlas, comprenderlas teóricamente y orientarlas al futuro con una perspectiva transformadora.
En los encuentros se hace énfasis en los principios de la sistematización, en los distintos momentos y niveles que tiene el ejercicio de leer y escribir la realidad, para reconocer que no se trata de una escritura llana, o que se queda en su fase inicial como construcción de una narrativa, o de descripciones incompletas de un momento o parte de un proceso. Entonces, se muestra que la sistematización de experiencias tiene como principio una ruptura con la concepción de conocimiento tradicional que denominamos colonizador. Este último no permite otra cosa que repetir información parcializada y que no trasciende a la reflexión de los sujetos, a quienes se les obliga a repetir; parcializa el conocimiento; y niega la posibilidad de pensar y abordar la realidad desde criterios propios y con capacidad para tomar decisiones.
Si bien se dan algunas herramientas, lo más importante es el conocimiento con que cuenta el docente en el ejercicio mismo; es decir, que ese saber que trae el maestro –que no es un pre-concepto, ni un pre-saber, ni un pseudo-saber, es adquirido en la experiencia, que se constituye cuando entra en interlocución con los otros y las otras. Los docentes producen conocimiento que se va complejizando en la escritura. En ese sentido, el paradigma tradicional de la relación sujeto–objeto se rompe. La sistematización considera que en el ejercicio del taller todos son sujetos; de esta manera, los saberes confluyen en una construcción colectiva.
Así, la sistematización es un proceso de construcción de conocimiento sobre la práctica social, en el que interesa tanto el proceso como el resultado. Desde los momentos previos hasta la escritura final, permite una decantación que confluye finalmente en un ejercicio cada vez más complejo de reflexión sobre su realidad. Esto genera un espacio de formación compartida, pero también de transformación, en la medida en que se reconoce lo que se tiene y lo que hace falta.
Los escritos que van surgiendo son un espacio de reflexión sobre cómo se mejora o se transforma la práctica. Porque en la socialización, en el diálogo, en la conversación con el otro, se enriquece la reflexión que se inició con la decisión de sistematizar.
La formación permanente de docentes y la construcción de organización
Es importante abrir también algunas reflexiones en relación con la formación permanente de docentes. Y esto, sin dejar de lado la importancia de la construcción colectiva y la conformación de procesos organizativos que son, a mediano y largo plazo, los que permiten dar continuidad a experiencias que -o bien por situaciones coyunturales, políticas o de época-, surgen y se consolidan en la medida en que los protagonistas de la formación se asumen como sujetos protagónicos, en permanente lucha por la defensa de los derechos de los/as trabajadores/as de la educación.
Si bien la formación permanente en ejercicio, garantizada por el Estado, ha sido una lucha constante, hoy se vuelve realidad a través de la mesa paritaria nacional. Lo que ha permitido que el abanico de posibilidades se extienda, hasta llegar a la escuela como comunidad de producción de conocimiento.
La formación docente pasa por el reconocimiento de su experiencia, el análisis cuidadoso sobre las relaciones que establece con otros colegas, estudiantes y comunidad. Pasa por brindar a los/as docentes los elementos propios para el desarrollo de su trabajo, en condiciones dignas y con sueldos equitativos. Pero además, la formación debe contemplar el situar a los/as docentes como protagonistas de su producción, no entendiéndolos como objetos que hay que llenar de contenidos o saturar con pruebas, estadísticas y mediciones internacionales.
Los trabajadores de la educación necesitan, fundamentalmente, comprender que la formación parte de sí mismos, de lo que producen colectivamente en la reflexión sobre su experiencia, en una búsqueda permanente de sentido y de bienestar. En esta concepción está basada la experiencia de formación para la transformación.
educar en Córdoba | no 31 | Junio 2015 | Año XI | ISSN 2346-9439