DOSSIER

Trabajar más allá del tiempo y el espacio escolar

Mariela Carroza

“El arte de querer y querernos”, educación sexual integral para adolescentes y dado por adolescentes, fue una experiencia realizada en 2012, en el IPEM 135 de la localidad de Nono. Se trató de un congreso de sexualidad abierto a la escuela, organizado y dictado por los propios chicos.

Esta propuesta nació a partir de que me convocaran como facilitadora del Programa de Mejora Institucional, para que lleve a cabo actividades relacionadas con el eje sexualidad.

La posibilidad de ser facilitadora me atrapó, justamente, por la oportunidad que me daba en el manejo del tiempo, ya que el trabajar por fuera de los cursos, me permitió invitar a participar del congreso de sexualidad a los chicos de todos los cursos del ciclo orientado (que son dos 4tos, dos 5tos y dos 6tos). La propuesta era que los chicos fueran los conferencistas de algún tema a elección, de un total de 30 propuestos por mí. Dentro de los temas propuestos estaban los “clásicos”, pero también sumamos otros como la seducción en la adolescencia, la religión y la sexualidad, la primera vez, el alcohol y las drogas en la sexualidad, abuso sexual, junto a literatura erótica, métodos anticonceptivos, ITS… que despertaron gran interés en los chicos. Lo interesante fue que el hecho de no ser profe y no tenerlos en una hora específica, me permitió poder trabajar con distintos cursos, logrando una respuesta mayor a la que esperaba. Se anotaron para ser conferencistas 44 estudiantes, ¡un montón! A partir de esta gran respuesta, se me ocurrió proponer un profesor tutor a elección de los chicos, no necesariamente debía ser el profesor de Biología, sino cualquier profe con los que los chicos se sintieran en confianza o se identificaran, para que esos profes asumieran la tarea de acompañar el proceso de trabajo en el armado de las conferencias.

Mientras tanto, establecimos el horario del mediodía, que es el único horario donde se cruzan todos los alumnos, para reunirnos tres veces en la biblioteca. En ese espacio y ese tiempo nos encontrábamos los cuarenta y cuatro chicos y yo para armar todo el congreso, desde cuestiones vinculadas a la oralidad, cómo expresarse frente a un auditorio, por ejemplo, hasta los recursos tecnológicos y logísticos que necesitábamos para cada una de las charlas. De esas reuniones quedaron firmes nueve paneles, distribuidos en tres horarios y tres charlas simultáneas por horario, por lo cual cada chico podía concurrir a un total de tres charlas.

También, y para aprovechar mejor el tiempo, armamos un grupo cerrado de Facebook, donde colgábamos los videos para usar en las charlas, discutíamos los contenidos, etc. El trabajo a partir de esa plataforma nos permitió conectamos más allá del tiempo y el espacio escolar.

Por otra parte, el hecho de que por la mañana yo soy preceptora, permitió que los chicos me encontraran en cualquier momento, más allá de la carga horaria que tenía asignada por el cargo de facilitadora, lo que también dinamizó mucho el proceso. Toda la comunidad educativa ayudó, preceptores, coordinadora de curso, 3er año decorando y realizando la inscripción a las charlas, el equipo directivo que abrió las puertas al proyecto, los profesores…

Lo que más destaco de esta linda experiencia fue la posibilidad de poder trabajar interrelacionando distintos cursos de ambos turnos, ya que al tener dos especialidades que funcionan en horarios diferentes, es muy difícil reunirlos, pero desde este rol de facilitador pude favorecer este encuentro.

Llegó el día indicado, 13 de noviembre de 2012, y todo salió mejor de lo esperado. Aún hoy preguntan si este año se volverá a realizar.

Finalmente, hicimos una autoevaluación entre los 44 conferencistas y se pudo seguir aprendiendo, revisando lo que hubo que revisar y festejando por los logros, entre ellos la entrevista en una radio, una nota en el periódico local, las felicitaciones del equipo directivo y de padres, entre otros.

educar en Córdoba | no 30 | Octubre 2014 | Año XI | ISSN 2346-9439
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