En nuestro Centro Educativo, el trabajo de gestión implica el ejercicio de una lectura propia sobre la institución, una labor interpretativa de lo que vemos, para luego hacerla pública y debatirla con los demás. En ese sentido, es importante la actitud de tomar distancia y mirarla de manera objetiva, desde otro lugar, lo cual permite analizarla distinto. Si bien muchas veces es arduo desprendernos de nuestro propio bagaje de sentimientos y opiniones con respecto a la escuela -hace 25 años que trabajo en ella, al cambiar de perspectiva, tenemos mayor libertad para orientar y proponer, incluso en momentos difíciles de la escuela, con más desafíos -como el que nos presenta el uso de las nuevas tecnologías-, que exigen propuestas diversas. Podríamos pensarlo como algo similar a lo que hacemos con nuestros hijos: los amamos, pero no debemos ceder en todos sus caprichos, por eso somos objetivos en el momento de tomar ciertas decisiones.
Si bien conocemos a todos nuestros alumnos, a comienzos del período escolar siempre dedicamos una buena dosis de tiempo a revisar el Proyecto Educativo Institucional (PEI). Esa tarea resulta central, porque nos permite orientar la tarea cotidiana, determinar prioridades, y lograr una organización flexible, capaz de dar repuestas variadas según las necesidades. Luego, construimos los proyectos más específicos junto a los chicos. En ese sentido, el aula debe ser un espacio social abierto donde hablar, opinar, escribir; cuando los estudiantes expresan sus opiniones, nosotros crecemos con ellos. Nuestra labor es habilitar la palabra, pero también actuar como un mediador. De ese espacio de diálogo y participación surgen los logros más importantes.
En nuestra comunidad, la escuela es la institución por la que pasan todos los proyectos y las iniciativas, es una expresión del Estado y para nosotros, ese papel no representa un esfuerzo extra.
La palabra de los padres y su involucramiento es muy importante en nuestra escuela; por eso, desde la gestión escolar hemos apostado y alentado la participación activa por diferentes medios y estrategias. Sus opiniones, aportes y sugerencias nos ayudan a enfocar y revisar cuestiones que no hemos advertido, para esforzarnos desde la gestión, propiciando además nuevos espacios y herramientas de formación con los docentes.
El trabajo con los padres ha pasado por diferentes momentos. Inicialmente, su respeto hacia la escuela y los docentes por momentos los inhibía para expresar sus diferencias con lo propuesto, plantear sus inquietudes, o sugerencias sobre cómo mejorar algunos aspectos. Ante ello, ensayamos distintas modalidades. En primer término, probamos convocarlos durante la revisión del PEI, pero esa propuesta no dio los resultados esperados, pues los padres no expresaban sus reclamos con relación a la institución, o a cómo evaluaban la tarea docente y el desempeño de los chicos. Entonces, propusimos que pusieran sus opiniones por escrito y de forma anónima en un buzón, a partir de un cuestionario elaborado por los docentes. Y así se involucraron mucho más: contaron qué cosas querían para sus hijos, qué esperaban de las maestras y de la escuela. Esta estrategia nos ha servido mucho en la institución para fortalecer la relación con los padres y enriquecer nuestros modos de trabajo pedagógico.