El Programa de Consulta Pedagógica, dependiente del Instituto de Capacitación e Investigaciones de los Educadores de Córdoba de UEPC, nace en el año 2010 con la finalidad de poner a disposición de las escuelas, sus docentes y equipos de gestión, un dispositivo de trabajo que pudiese escuchar, atender, asesorar, acompañar y/o intervenir, en forma colectiva, sobre distintos aspectos/temáticas/problemáticas institucionales, curriculares, pedagógicas, de convivencia, entre otras. Es un programa que desde sus inicios define un modo de aproximación y relación con las escuelas cuyos sentidos abrigan otras formas de comprender la idea de “consulta”, diferentes a los significados de uso corriente, pero que sin embargo nos permiten seguir apostando por ese nombre para el programa.
Nuestra intención en este artículo es problematizar entonces la categoría de “consulta” en sus sentidos y usos cotidianos, para ponerlos en diálogo y por qué no, interpelarlos con aquellos que nos interesa sostener en el Programa de Consulta Pedagógica. Si buscamos en el diccionario de la lengua española la palabra “consulta” –entre otros sentidos– quiere decir “parecer o dictamen que por escrito o de palabra se pide o se da acerca de algo. Conferencia entre profesionales para resolver algo”. Estas definiciones, sin duda, involucran y nominan un conjunto de acciones que se despliegan en distintos ámbitos de la vida social. Solicitamos la consulta de un médico para que proporcione un dictamen acerca de una enfermedad y sus posibles tratamientos; o de un abogado para que nos informe y asesore sobre algún tema jurídico puntual; también realizamos consultas en distintas fuentes –un libro, un diccionario, internet– para obtener, ampliar y/o profundizar información. Ahora bien, si miramos el Programa de Consulta Pedagógica, los sentidos y las prácticas que le dan encarnadura a la categoría de “consulta” son otros. Veamos de qué se trata.
En primer lugar, podríamos decir que el trabajo con las instituciones escolares y sus actores se define desde parámetros que lejos de producir un dictamen “experto” sobre sus problemáticas y/o necesidades, tal como se plantea en la definición del diccionario que hemos citado arriba, y tal como se suele sostener desde ciertas matrices epistemológico-ideológicas, busca trabajar en y con las escuelas para construir un espacio de interlocución entre saberes –conocidos e ignorados–, no saberes y experiencias diversas.
En este sentido, la Consulta Pedagógica no apunta a producir una “conferencia entre profesionales”, sino un encuentro. En las conferencias, el experto profesional habla y el público escucha, luego hace preguntas. En el encuentro, interaccionan, discuten y dialogan cara a cara, de manera más cercana distintos actores, y las autorizaciones en la palabra y en los tiempos en que ésta será dicha dependerán en muchos casos de las reglas del encuadre que se propongan y de los vínculos de confianza que se instituyan.
Nos interesa dialogar con las escuelas y sus actores para comprender aquello que es objeto y motivo de la consulta, para profundizar, aunque sea en parte, algo de sus modos de organización pedagógica y funcionamiento institucional, y para reconocer los caminos posibles en el abordaje de los problemas o situaciones conflictivas. Lejos de señalar la distancia entre lo prescripto y lo real, interesa construir con los actores algunas pistas, o caminos que posibiliten embarcarse en el rumbo de las resoluciones pedagógicas e institucionales pertinentes y necesarias para sus propios actores. Este modo de aproximación y de trabajo con las escuelas configura a la “consulta” como una construcción artesanal que, haciendo pie en las condiciones de cada realidad institucional, se va armando y dirimiendo en torno a las definiciones acerca de lo necesario, lo posible y lo deseable. Entendemos que lo necesario, lo posible y lo deseable no pueden reducirse a más de lo mismo, sino constituirse en aquello que propone la apertura y la diferencia para otras prácticas, otras formas de organización, otras maneras de pensar la enseñanza, la gestión, la convivencia, etc.
Esta modalidad de trabajo se asienta en dos convicciones: por un lado, que la “experticia” o el “conocimiento” acerca de lo que “sucede” no puede realizarse “sobre” sino con los actores implicados. No se trata tanto de “resolver algo” como dice el diccionario, sino co-construir con otros la resolución. Por otro lado, la convicción de que no es posible aplicar “recetas” iguales o “alternativas únicas” para realidades escolares diferentes, más allá de que algunas problemáticas sean comunes.
El anudamiento siempre complejo y contradictorio entre los lineamientos de las políticas educativas y las condiciones, procesos, actores e historia institucional de cada escuela, produce realidades escolares diferenciadas, algunas con dinámicas de trabajo pedagógico fortalecidas y otras más frágiles en su organización y sostenimiento, lo que amerita abordajes e intervenciones específicas para cada caso.
Por otra parte y no menos importante, esta modalidad de trabajo toma como punto de partida al “otro”, que en nuestro caso, son los docentes. Su participación e involucramiento en aquello que se desea abordar es una condición ineludible desde el Programa, puesto que los sujetos de la institución son sus activos hacedores, y quienes timonean cotidianamente los rumbos escolares, a través de las resoluciones y posicionamientos que van sosteniendo.
Finalmente, podemos decir que los abordajes realizados en el marco del Programa de Consulta Pedagógica son intervenciones que no se pretenden acabadas ni completas. Esto significa –en concordancia con los presupuestos que hemos mencionado antes– que se deja lugar a los procesos pedagógicos/institucionales. Es decir, a lo que los actores escolares van decidiendo, se van apropiando, van madurando, durante o luego del trabajo en y con las escuelas. Se interviene de este modo, a nuestro criterio, sin determinar sentidos. Esta decisión forma parte no sólo del encuadre, sino también de una ética de trabajo que reconoce al otro, en este caso los docentes, como sujetos políticos, protagonistas y artífices de lo escolar.
Sin duda hay mucho más para contar y reflexionar sobre el Programa de Consulta Pedagógica, sus apuestas y desafíos. En esta oportunidad nos hemos propuesto ofrecer un esbozo sobre algunas coordenadas que nutren y dotan de sentido la palabra “consulta” cuando ésta toma cuerpo en el trabajo con las escuelas.