El equipo directivo de la escuela primaria Leonor de Tejeda de Laboulaye y sus docentes desarrollaron dos jornadas abiertas a la comunidad para mostrar y poner en valor las actividades que llevan adelante en la escuela. La iniciativa tenía como objetivo principal renovar y profundizar el vínculo con las familias y la comunidad, pero, durante el proceso de trabajo, las y los docentes reflexionaron y descubrieron el verdadero potencial del proyecto pedagógico de la escuela. Un esfuerzo cotidiano que, naturalizado en la práctica, pierde de vista lo extraordinario de su rol social en la construcción de oportunidades para que muchas niñas y muchos niños accedan a su derecho a estudiar.
El Centro Educativo Leonor de Tejeda es una de las escuelas primarias más antiguas de Laboulaye: el último 25 de mayo cumplió sus 74 años, y la gran mayoría de las figuras públicas de la comunidad pasaron por sus aulas. Se encuentra ubicada a cuatro cuadras de la plaza General Paz, centro cívico y social de la ciudad, sin embargo, para el imaginario de la ciudadanía, en lo simbólico, queda bastante lejos. Desde hace unos años, equipo directivo y docentes plantean, con una gran preocupación, la problemática de su baja matrícula: 89 estudiantes, mientras que, en promedio, las otras escuelas públicas tienen entre 300 y 450. A esta situación, se le suma que, en 2019, al jardín que funcionaba en el mismo espacio físico de la escuela le asignaron un edificio propio a dos cuadras, con lo cual el vínculo directo de traspaso de estudiantes entre ambos niveles se vio más distanciado que años anteriores.
Con esas preocupaciones, Verónica Busso, directora de “la Leonor” –como suelen llamar cotidianamente a la escuela–, se contactó con Ruth Palloni, secretaria general de UEPC en la delegación Roque Sáenz Peña, quien le comentó varias instancias de apoyo y acompañamiento que el sindicato articula desde la Secretaría de Educación a través del Instituto de Capacitación e Investigación (ICIEC). “Todas las propuestas eran interesantes y, por mí, hubiera pedido todas, pero para focalizarnos mejor optamos por el acompañamiento pedagógico”, comenta Verónica.
En todos los procesos de consulta pedagógica, lo primero es escuchar, acercarse a la realidad de las escuelas, comprender las preocupaciones que señalan los equipos directivos y docentes, incorporar sus inquietudes y miradas. “No hay respuestas automáticas ni preestablecidas”, explica Romina Clavero, coordinadora del Área de Consulta Pedagógica. “Lo que hacemos desde el área, junto con Marion Petersen, es pensar abordajes posibles, pero, sobre todo, creo que nuestro principal aporte tiene que ver con la construcción colectiva de la problemática, los posibles enfoques y lecturas de lo que allí sucede para luego definir de manera conjunta qué cosas hacer para su abordaje”.
Cambiar la mirada, la propia mirada
Para el equipo directivo y sus docentes, la baja matrícula se explica por algunas representaciones que circulan de la escuela en la localidad, donde se mezclan variables y prejuicios: desde la condición económica de las familias, cuya deriva llega a un desinterés por la educación, hasta la idea de ser “el último recurso de escolarización para estudiantes problemáticos”. Verónica Busso, que asumió como directora en 2019 y está en la escuela desde sus inicios como docente en 2008, da cuenta de que la disputa contra esta construcción de prejuicios forma parte de una preocupación cotidiana y permanente: “Me gustaría que vengan a la escuela y que vean todo lo que hacemos, porque no tiene nada que ver con lo que se piensa y se dice”.
Los prejuicios sociales corren con mayor velocidad y pregnancia que los hechos de la realidad y, en la misma batalla por romperlos, muchas veces se terminan asumiendo como válidos. Laura Ominetti, especialista convocada por ICIEC para trabajar de manera conjunta con el equipo de Consulta Pedagógica, propuso a la escuela un giro de 180° en el modo de abordar la problemática. “Cambiar la dirección de la mirada. En lugar de reclamar por la falta de reconocimiento, pensar en el propio reconocimiento, en lo que hacen cotidianamente. Y reflexionar hacia adentro si esta estigmatización que recae sobre la escuela no se replica de alguna manera en sus propios espacios, en los diálogos que tienen con otras y otros docentes, en sus familias, en la comunidad, generando un círculo del que no se puede salir porque, al hablar con otras y otros desde ese lugar de estigma, de alguna manera refuerza la estigmatización”.
Este cambio de perspectiva implicó también pensar otras preguntas y principalmente situarse en otro lugar. Laura es maestra de grado y doctora en Ciencias Antropológicas. En su tesis trabajó el vínculo escuela comunidad educativa, pero apoyándose en las familias. “Desde las escuelas solemos tener una mirada demasiado dura y rígida: estos padres acompañan o estos padres no acompañan; la comunidad nos ve bien o nos ve mal”, argumenta Laura, al tiempo que agrega: “Por eso intento hacer hincapié en reconocer cuál es la población que asiste a la escuela, cuáles son las condiciones que tiene su familia; en qué medida y desde dónde pueden acompañar a sus hijos; siempre bajo la convicción de que las familias hacen todo lo posible para que a sus hijos les vaya bien en la escuela”. “La Leonor”, más allá de la estigmatización social, es la escuela que da respuestas educativas a la población con mayores dificultades económicas. Entonces, la preocupación por la matrícula adquiere otro tono. La intervención de Consulta Pedagógica implicó problematizar la demanda que traían sobre tener más estudiantes y focalizar en la complejidad de las trayectorias escolares con la que iban trabajando; y cómo eso se vuelve más difícil si son 35 estudiantes en cada aula. “Que podamos mirar y poner en valor la propuesta pedagógica que tiene la escuela; y pensemos desde ahí, cómo mostrarlo hacia afuera”, resume Romina. Ese comenzó a ser el objetivo: mostrar lo que la escuela viene haciendo y afianzar el vínculo con las familias de la comunidad educativa.
“Cambiamos la perspectiva, la visión sobre el problema”, reflexiona Jaime Celis, docente de Teatro, quien reconoce: “Entendimos que la cuestión de la baja matrícula tiene que ver con un montón de factores que a veces no están a nuestro alcance, pero también nos hicimos más conscientes de la realidad que nos toca y que, dentro de esta problemática, teníamos que enfocarnos en las chicas y chicos que hoy están en la escuela”.
Y… si la montaña no va a la escuela…
Una de las cuestiones que destaca el equipo de Consulta Pedagógica en esta experiencia es la cantidad y diversidad de propuestas pedagógicas interesantes que la escuela ya venía implementando: radio, huerta, caminatas, Kermés de Matemáticas, salidas exploratorias, feria de ciencias. “Nos dimos cuenta de que todo lo que proponíamos como actividades posibles, en alguna medida ya lo habían hecho o lo estaban haciendo”, subraya Romina. La escuela tenía un proyecto pedagógico muy potente, el desafío era darlo a conocer, ponerlo en juego, hacerlo parte de la comunidad.
Así surgió la idea de celebrar el mes de las infancias con dos actividades abiertas a la comunidad donde estarían especialmente invitadas las familias de las y los estudiantes como también vecinas y vecinos de la localidad. La primera fue “Cuentos en la hamaca, bajo el Solcitos del Chacarita”, una jornada de lecturas en la placita de barrio Chacarita que se encuentra a dos cuadras de la escuela. “Nos planteamos trabajar uno de los problemas que tienen la mayoría de las escuelas: la lectura”, cuenta Marcela Palacio, maestra de 2º grado y docente de Artes Visuales y de Tecnología en jornada extendida. “Nuestros niños leen, pero porque nosotras les decimos, y la idea era incentivarlos al disfrute de la lectura, que puedan encontrarle el gustito para después hacerse el tiempo de leer. Por eso elegimos que sea en un lugar donde siempre juegan y la pasan bien”.
La idea de mostrar y poner en valor lo que hace la escuela implica asumirse como un actor social de la comunidad; y en ese punto, vincularse y trabajar con otras instituciones es fundamental, no solo para articular recursos y facilitar procesos, sino también como oportunidad de incidir en la realidad de la que forman parte. “Mostrarle a la supervisora los proyectos y pedirle que habilite una jornada especial para trabajarlos; hablar con la Municipalidad para ver qué puede aportar; invitar a otras instituciones (un club, una biblioteca, el centro de salud) para que participen de algún modo; pensar y proponerle al ISFD de la localidad, acciones conjuntas”, Laura Ominetti fue abriendo opciones de articulación. Y así surgieron caminos posibles: una docente que conoce a alguien de la Municipalidad, otra es compañera en otra escuela del profe que dirige la Biblioteca. “Empezaron a contar y recuperar cosas que habían hecho con anterioridad –recuerda Laura–, incluso mencionaron un proyecto en el cual le habían puesto el nombre a la placita: ‘Solcitos del Chacarita’, fuimos descubriendo que la escuela tenía mucha más inserción en la comunidad de lo que ellas mismas reconocían”.
Como peces en el agua
La jornada de lecturas se llevó a cabo junto con el Instituto Superior de Formación Docente San José, facilitando un espacio de práctica a sus estudiantes; y también invitaron a la Biblioteca Popular Juan Bautista Alberdi, para que pudieran comentar sus actividades, mostrar materiales e incentivar el uso de la misma. Fue el viernes 18 de agosto a las 13:45, porque los comercios y oficinas cierran a la siesta y, de esa manera, las familias pudieran asistir más fácilmente.
Algunas docentes adornaron con banderines las hamacas y demás juegos, otras escondieron las pistas para la búsqueda del tesoro, la Municipalidad ayudó con la limpieza del espacio. Las actividades de lectura estuvieron a cargo de las estudiantes del ISFD, cada grado junto con sus familias formaban una ronda y se acomodaban para escuchar el cuento que les tocaba. Vecinas, vecinos y quienes se arrimaron por curiosidad podían sumarse al grupo que eligiesen. La dinámica de lectura involucraba pausas con preguntas de tipo anticipatorias (¿qué les parece que va a pasar?, ¿qué hará la protagonista?, ¿ustedes qué harían?) o de comprensión para generar interacción, despertar la curiosidad e incentivar la imaginación, develando y activando, así, los mecanismos que potencian el disfrute de leer.
Pero el momento más rico fue la apertura del encuentro donde se leyó “Agustín y el pez dorado”, un cuento creado de manera colectiva por estudiantes de 5º grado, en 2011. El texto es uno de los orgullos de la escuela, ya que obtuvo el 3º puesto en un concurso literario y significó un viaje con estadía a Buenos Aires para todo el curso, donde, además de recibir el premio, pudieron pasear y conocer los principales lugares de la ciudad. Saira Cheli, una de las autoras del cuento y hoy estudiante del ISFD, fue invitada como exalumna para leerlo y contar su experiencia. “Como instancia de formación, fue muy productivo ver el modo en que trabajaron los chicos desde lo grupal, cómo se prestaban los libros, cómo se enganchaban con las lecturas; y en lo personal, fue muy emocionante recuperar todos esos recuerdos, esos sueños que tenía de chiquita y darme cuenta, hoy de grande, que se están haciendo realidad”, confiesa Saira.
Para el cierre de la actividad, hicieron la búsqueda del “Pezoro” perdido, que conjugaba diferentes pistas, como adivinanzas y sopa de letras intercambiables por piezas de un rompecabezas que, una vez armado, develaba el escondite final. Y en el cofre, como obsequio y recuerdo de la jornada compartida, había peces de tubos de cartón reciclados confeccionados por las y los estudiantes que en su interior llevaban el cuento ganador del concurso literario.
“Algunas mamás y papás son más esquivos o distantes –reflexiona Belén Tissera, maestra de 3º grado–, en cambio, durante esta jornada, el ambiente fue mucho más distendido y fuimos charlando, compartiendo un mate. Creo que eso genera una cercanía que abre otro tipo de vínculo”.
Abre la puerta y entra a mi hogar
La segunda actividad planificada en el marco del mes de las infancias fue la puesta de una obra de teatro en la escuela, conjuntamente con una muestra pedagógica de lo trabajado durante el año que denominaron “El amor expresado en colores”. La iniciativa estaba dirigida a niñas y niños, maestras y directoras de las salas de 5 años de toda la ciudad con el objetivo de mostrar la propuesta pedagógica de la institución y posicionarse como una opción atractiva al momento de elegir una escuela primaria.
Para Marcela Palacio, “la Leonor” tiene algunas particularidades que facilitan la dinámica docente: “Es una escuela chica con seis docentes de grado, y como somos tan poquitas, nos toca hacer todo: las carteleras, los actos, las conmemoraciones, las efemérides. Entonces, trabajamos todo el tiempo en equipo y ya conocemos las potencialidades de cada quien, y lo mismo pasa con los profes de materias especiales. Es como una charla continua. No nos turnamos para cuidar el recreo, sino que nos llevamos el mate y vamos todas; ahí charlamos, pensamos, vemos qué se nos ocurre para hacer de manera conjunta”. Durante 2023, en esas charlas, se propusieron trabajar tomando como eje común el color. Así, cada grado de primer ciclo fue abordando parte de los contenidos curriculares usando los colores como dispositivo didáctico. “Eran trabajos que veníamos realizando desde principio de año, solo había que encontrarle un nombre que unifique la muestra”, comenta Marcela. Los trabajos tenían diferentes temáticas: estereotipos de belleza, el valor de la amistad, texturas, figuras geométricas, colores primarios y secundarios, lecturas.
Verónica Busso recuerda las conversaciones previas a la muestra, cuando se preguntaban si invitarían o no a los jardines de gestión privada, o cuando evaluaban que con la mitad de la convocatoria ya estarían conformes. “Vinieron todos –subraya Verónica–, cerca de 800 personas, la escuela estaba desbordada y tuvimos que reacomodarnos para recibirlos y que todos pudieran participar de cada instancia. Muchos padres que acompañaban a sus hijos: médicos, abogados, personas reconocidas de Laboulaye estaban muy emocionadas de volver a entrar y ver las aulas, casi la mitad de Laboulaye estudió en nuestra escuela”.
La masividad de la convocatoria, pero sobre todo las devoluciones que las directoras y maestras hicieron llegar a la escuela, a partir de lo que decían las niñas y niños de cada jardín, marcaron el éxito de la propuesta. Así también lo subrayó la inspectora departamental Fabiana Arruabarrena, que participó de ambos eventos y se mostró muy conforme y, a la vez, gratamente sorprendida.
“El hecho era compartir con las familias y con la comunidad, mostrar lo que nuestros estudiantes hacen cotidianamente, no como exhibición o prueba, sino como un modo de puesta en valor, de reconocimiento, de decir que vale la pena y creo que eso también nos modificó a nosotros como docentes”, reflexiona Jaime, que además es autor de la obra e integrante de la compañía Kids teatro, que la puso en escena.
Aprovechar el envión
Tras la experiencia de 2023 y con el cambio de mirada sobre la situación y rol de “la Leonor”, el equipo directivo junto a sus docentes planificaron un 2024 más ambicioso aún. “Lo del mes de las infancias ya quedó instalado, entonces nos propusimos realizar una actividad fuerte por mes, para continuar y profundizar ese vínculo con la comunidad educativa y con la ciudad toda”, comenta Verónica. En abril recuperaron el “desfile de mascotas” para la celebración del día del animal, a propuesta de una de las docentes, y la actividad salió en todos los medios locales por la cantidad de gente que asistió y lo pintoresco del desfile. “No había perros y gatos solamente, había gallinas, caballos, de todo y muchos vecinos que llegaron ese día con sus mascotas a desfilar”, sonríe Verónica. “Cada actividad se tematiza primero en las aulas, con los contenidos de la currícula, pero el incentivo de la actividad es lo que cambia la disposición del grado”.
Para el 25 de Mayo, que coincide con el aniversario de la escuela, pidieron el acto oficial y lo llevaron a cabo con la Agrupación Tradicionalista Vicente Calatayud y la Municipalidad. Durante la semana, se realizaron pódcast recuperando los acontecimientos de los días previos al Cabildo Abierto y a proposición del equipo de prensa del ejecutivo local, todas las mañanas, “la Leonor” era la responsable de izar la bandera oficial de la ciudad en la plaza principal.
En junio, la propuesta fue la Kermés de Matemáticas, una variedad de juegos que cada grado trabaja y luego se exponen para diversión de estudiantes, docentes y familiares que se acercan a participar. Como buen docente de teatro, Jaime se reconoce bastante alejado de números y cálculos: “Fui al aula de 6º y me dieron un montón de cosas para resolver, pero claro, necesité mucha ayuda y fue muy divertido, porque cuando te explican los propios pibes, podés ver todo lo que saben del tema”. Y proyecta, desea: “Cuando las cosas están hechas desde un sentido como más celebratorio, algo más lúdico, las experiencias son diferentes. Si la escuela pudiese plantearse esa lógica como parte de su cotidianeidad, sería genial, porque los momentos, el tiempo y el espacio se hacen más válidos y significativos”.
educar en Córdoba | no 42 | Octubre 2024 | Año XXIII | ISSN 2346-9439
Artículo: La educación más allá de las aulas