Dos docentes del Profesorado de Educación Primaria de la Escuela Normal Superior Dr. Agustín Garzón Agulla, junto a sus alumnas, impulsaron el año pasado un proyecto que partió de interrogantes básicos, pero centrales: no solo qué quiero y debo enseñar en mi espacio curricular, sino, y sobre todo, en qué lugar están paradas las estudiantes que atravesarán esta experiencia pedagógica. ¿Qué aspectos y recursos necesitan conocer y/o fortalecer? ¿De qué manera conmoverlas para favorecer su aprendizaje y su desempeño profesional? A través de estas preguntas, dieron forma a una experiencia que las invitó a recorrer poesías, nanas y coplas de su propia historia, pero también de otras comunidades que integran nuestras escuelas, con el objeto de favorecer una educación plural e intercultural. Además, pudieron coronar la experiencia con un viaje a Salta que quedó en el corazón y la memoria de docentes y estudiantes.
“Esta experiencia nos sirvió para saber cómo actuar en el aula frente a estudiantes que tienen historias personales y trayectorias culturales muy diversas, porque aprendimos también que, en un aula, no somos todos iguales”. “Al principio me costó mucho vincularme con la poesía, implicó conocer algo nuevo y distinto. Pero después me encantó. Hoy todo es poesía, siempre elijo una para trabajar en el aula”. “Conocía pocos museos, pero el año pasado batimos récords. Aprendimos que son un recurso importante para enseñar”. Al final de toda experiencia educativa, las voces insoslayables son las de quienes atravesaron ese proceso y expresan sus aprendizajes y transformaciones. En este caso, fueron las opiniones de Fiorela, Magalí y Verónica, alumnas del Profesorado de Educación Primaria de la Escuela Normal Superior Dr. Agustín Garzón Agulla (ENSAGA). Allí, dos docentes –Olga Bartolomé y Elisa Filippi– llevaron adelante, en 2023, una experiencia que no solo transformó la perspectiva de sus estudiantes para pensar su futuro profesional, sino que les aportó recursos para su desempeño laboral, vinculados a la interculturalidad como matriz pedagógica y a la poesía y los espacios culturales como ámbitos centrales para favorecer los aprendizajes.
El proyecto congregó a espacios curriculares del tercer año del Profesorado –el seminario “La enseñanza en contextos de diversidad cultural y desigualdad social: la educación intercultural bilingüe” y la cátedra de “Literatura en el Nivel Primario” –, al museo escolar del Garzón Agulla y al Complejo Museológico Explora Salta (de la capital salteña). Se llevó a cabo a lo largo del año pasado e involucró a 30 estudiantes del Profesorado, además de Olga y Elisa.
A comienzos del año lectivo, desde el museo escolar de la ENSAGA se contactaron con Explora Salta, a partir del interés que les había generado una propuesta que esta institución estaba llevando adelante. Se trataba del proyecto “Poesía porque sí”, que integró voces e imágenes para conmemorar los 40 años del retorno de la democracia en Argentina: cada viernes difundían, a través de sus redes sociales, un episodio de un pódcast con poesías escritas y/o leídas por mujeres. “A partir de un vínculo previo que existía entre ambos museos, nos interesó sumarnos al proyecto por varias razones”, comenta Olga, docente a cargo del seminario de educación intercultural y coordinadora del museo escolar del ENSAGA. “Queríamos resaltar el valor de la poesía como un recurso de trabajo para nuestras estudiantes, particularmente las nanas y canciones relacionadas a la memoria, a la tradición oral y a la cultura de comunidades que hoy están presentes en nuestras aulas, como los pueblos originarios, afros, migrantes, romaníes y armenios”, agrega. “En ese proceso, también pretendimos que las estudiantes pudieran conocer otros recursos, como museos, bibliotecas y salas de lectura, porque en muchos casos no habían tenido experiencias significativas con ese tipo de espacios”, puntualiza Elisa, a cargo del espacio curricular de Literatura. El proyecto, entonces, tomó forma: para alcanzar esos objetivos, se propusieron la producción de pódcast –que se integraran a los difundidos por el museo salteño– y de una antología poética propia. Lo llamaron “Poesía porque sí, por las mujeres y las culturas”, como una forma de integrar los distintos aspectos que les interesó trabajar.
La poesía como experiencia y posibilidad
Durante la primera mitad del año, el trabajo más fuerte estuvo centrado en la poesía, para lo cual ambas docentes integraron, en algunas ocasiones, sus horas de clase. “En lo que respecta a la literatura infantil que se trabaja en el Profesorado, la poesía es un género relegado, por detrás de la narrativa. Muchas alumnas no lo conocen y, por ello, el trabajo que suele proponerse con la poesía es de estructura formal o de reconocimiento gramatical de las palabras, pero no algo más lúdico y de experiencia con el hecho poético. Esa fue mi principal motivación, para lo cual, además, decidimos con Olga realizar un trabajo interdisciplinar para poder conocer y escuchar poesías de comunidades que habitan nuestra ciudad”, comenta Elisa. Y Olga agrega: “Pudimos recuperar la memoria oral a partir de las historias familiares, nanas, canciones, coplas y trabalenguas; darle valor a ese equipaje poético que es parte de la tradición oral de una comunidad”.
A comienzos de año y durante dos meses, solicitaron el préstamo de libros de la colección literaria ambulante del Plan Provincial de Lectura que, junto a los disponibles en la biblioteca escolar del Garzón Agulla, les posibilitaron explorar autoras y autores de poesía del campo de la literatura infanto juvenil principalmente. “Creemos que es importante que las alumnas conozcan los materiales que propone ese plan, porque son de muy buena calidad y están disponibles en las escuelas donde irán a trabajar. Además, a nosotras, el hecho de tenerlos a mano en el aula nos permite un trabajo mucho más práctico y fructífero con ellas”, detalla Elisa.
Con estos materiales, las docentes desarrollaron clases en conjunto, donde les propusieron a sus alumnas “mesas servidas” de libros, que ellas podían elegir, explorar y leer con total libertad, para conocer y familiarizarse con ese tipo de materiales, lo cual se articulaba con alguna actividad en modalidad taller de escritura creativa o de construcción de antologías. “Lo primero y principal era generar interés y atractivo por la poesía, comenzar a formarlas como lectoras, porque es muy difícil transmitir –a estudiantes de cualquier nivel– el gusto por la literatura si no leemos. ¿Cómo podrían enseñar acerca de la poesía si no conocen poesía?”, reflexiona Elisa.
Durante esta primera etapa, las docentes organizaron también visitas de sus estudiantes a distintos espacios culturales, como el Museo Superior de Bellas Artes Evita – Palacio Ferreyra y la Sala de lectura infantil y juvenil Malicha Leguizamón –ubicada en el Cabildo de la ciudad de Córdoba–, con el objeto de que pudieran reconocer el valor de estos espacios culturales y de las exposiciones y las historias que allí se presentan como otro modo de transmisión cultural. En el Museo Evita, recorrieron una muestra del artista plástico argentino Carlos Alonso, sobre sucesos trágicos de opresión, pérdida y violencia ocurridos durante la última dictadura cívico militar argentina, que ellas vincularon con el trabajo respecto a la memoria y la democracia. Y en la Sala Malicha, las estudiantes exploraron libros infantiles y poesías, participaron de situaciones de lectura en voz alta y compartieron la escritura de textos poéticos colectivos.
A partir de estas actividades, las estudiantes cerraron la primera mitad del año produciendo cada una un episodio de un pódcast –que contenía la lectura de poesías seleccionadas– y de una imagen que las acompañara. Ese material se integró a la propuesta del Complejo Museológico Explora Salta y se difundió a través de las redes sociales de esa institución. “Las estudiantes los grabaron a través de audios de WhatsApp, y para ello les enfatizamos que tuvieran en cuenta las pausas, los ritmos, las entonaciones. Hicieron unas producciones muy bellas”, destaca Elisa. También comenzaron a trabajar en esta etapa la preparación de una antología poética, que realizaron en grupos de a dos o tres personas, que debían reunir poemas que versaran alrededor de una temática que eligieran –la maternidad, el medio ambiente, la relación madre-hija o hijo, los ojos, por nombrar solo algunas de las que seleccionaron–, a partir del material que leyeron y escucharon a lo largo del año.
“Cuando empezamos, yo pensé: ‘¿Poesía? ¡Qué aburrido!’. Me parecía que era palabra mayor. Pero después nos enseñaron a leerlas, a vincularlas con cosas que nos pasaron, y me emocioné mucho. Además, aprendimos que la poesía no era solamente un texto escrito, sino que estaban las coplas, las nanas, todo eso que nos cantaban nuestras madres o abuelas cuando éramos niñas”, explica Magalí Altamirano, una de las alumnas que integró el proyecto.
La interculturalidad, eje transversal de la experiencia pedagógica
Durante la segunda mitad del año, se culminó la construcción de la antología, pero las actividades se centraron, sobre todo, en el trabajo acerca de la interculturalidad. “El objetivo es reconocer que en nuestras escuelas hay distintas comunidades presentes, nuestras aulas son plurales porque nuestra comunidad lo es. Entonces, hay que estimular un pensamiento pedagógico que reflexione sobre cómo se construye el saber reconociendo los de otras culturas, no para acentuar las diferencias, sino para lograr una epistemología plural”, expresa Olga, quien destacó, además, que esto se vuelve más necesario aun en un contexto en que la educación intercultural bilingüe es una modalidad reconocida en nuestro país.
Para ello, se acercaron a diferentes comunidades –de pueblos originarios, romaní, armenia, afro– por medio de lecturas teóricas, como así también a través de entrevistas grupales realizadas a referentes de dichas comunidades –en su mayoría, mujeres–, para indagar acerca de sus experiencias educativas, el lugar que la lengua materna ocupó en los procesos de socialización y escolarización, y de qué manera la tradición oral, expresada a través de canciones de cuna y poesías, permitió salvaguardar su lengua originaria en tanto portadora y constructora de identidades. “Los relatos en primera persona siempre ayudan a ponernos en el lugar de la otra persona con más empatía y permiten un diálogo y un ida y vuelta con las estudiantes; si esto se acompaña con lecturas teóricas y recorridos por investigaciones, nos acercamos a reflexionar sobre las causas de la marginación y estigmatización de esas comunidades y se pueden pensar estrategias que apunten a una educación intercultural”, explica Olga.
Las personas entrevistadas fueron Lucía –de la comunidad comechingona–, Eli San Juan –de la comunidad romaní–, Gagik –armenio– y Marcela y Griselda –de la comunidad afro–. Tras estos encuentros, donde también escucharon y recuperaron nanas y canciones, las estudiantes pudieron completar sus antologías poéticas. Con el aporte de Inés Miño, docente del espacio curricular Educación Artístico Expresiva, las materializaron en objetos artísticos creativos, de diversos formatos –libros, cajas, cofres, álbumes, etc.–. A partir de allí, asumieron la tarea de presentarlas y distribuirlas en diferentes espacios, como ocurrió durante la disertación de la escritora María Teresa Andruetto en la ENSAGA –invitada por el Centro de Estudiantes– y durante la Noche de los Museos de 2023.
“El trabajo con referentes de las comunidades nos permitió construir lazos con culturas que no conocíamos, pero sobre todo ampliar la mirada para trabajar en las aulas con niñas, niños y familias que tienen particularidades diferentes a las nuestras”, puntualiza Fiorela Festa, otra de las alumnas participantes.
El viaje, ese recorrido por saberes y emociones
En el transcurso de la experiencia, comenzó a surgir una idea que, en principio, les pareció una utopía: la de organizar un viaje con todas las estudiantes al Complejo Museológico Explora Salta –una institución reconocida por su trabajo acerca de la interculturalidad– para presentar sus antologías. “Creíamos que era algo difícil, porque las alumnas son madres, trabajadoras, algunas con muchas limitaciones económicas. Pero se entusiasmaron enseguida con la idea y empezaron a organizarse para lograrla”, subraya Olga. A partir de allí, realizaron una serie de actividades para recaudar los fondos necesarios –un bingo y una feria de emprendimientos de las alumnas del ENSAGA, además de rifas– y consiguieron rebajas en el transporte, alojamiento gratuito en la Universidad Nacional de Salta (UNSa) y una gran ayuda del museo anfitrión para realizar visitas gratuitas a diversos espacios culturales durante varios días. “La consigna fue que nadie podía dejar de participar por razones económicas”, explica Elisa. Así fue que, en septiembre, lograron concretar el viaje, que resultó una experiencia pedagógica en sí misma. “Muchas veces dudamos, sentíamos que era muy difícil alcanzar el sueño de llegar a Salta con nuestras antologías, pero nos dimos cuenta de algo importante: siempre juntas podemos”, comenta Verónica Funes, alumna que participó del proyecto.
La colaboración de personas de la UNSa y de Explora Salta les permitió no solo recorrer ese complejo museológico durante varias horas y presentar allí sus antologías –un ejercicio expresivo que ya habían puesto en práctica durante la conferencia de Andruetto–, sino también realizar un intercambio de experiencias y lecturas con la cátedra de Educación Popular de la universidad –que trabaja en un proyecto vinculado a nanas de la comunidad wichí–; visitar exhibiciones artísticas de producciones –cerámicas y tejidos– de la comunidad wichí; vivenciar la experiencia de las “susurradoras de poesía”; y conocer la Biblioteca Popular Tata Sarapura (en la localidad de San Lorenzo), donde apreciaron un grupo que interpretó coplas y canciones de cuna –algunas cantadas en español y otras en lengua wichí– y las estudiantes leyeron algunos poemas de sus antologías. “El acercamiento de la bisnieta de Tata Sarapura al lugar nos permitió compartir sus relatos sobre las acciones que él realizaba, llevando libros al cerro, acercando a los lugareños a la biblioteca, entretejiendo la literatura y los saberes de las comunidades”, puntualiza Olga. “Nos parecía que en un museo íbamos a aburrirnos, pero cuando recorrimos los de Córdoba y Salta nos dimos cuenta de que no queríamos salir más de allí”, recuerda Verónica.
Un proyecto que mira hacia el futuro
En clave de pensar aportes a nuevas ediciones del proyecto, Olga y Elisa consideran necesario alentar una institucionalización del mismo, en el sentido de convertirlo en una propuesta recurrente del ENSAGA. Por su parte, las alumnas destacan el papel complementario de ambas docentes como responsables de la experiencia. “La profe Olga siempre nos dio la confianza necesaria para creer en nosotras mismas y nos ayudó a ampliar nuestras miradas para escuchar y hacer lugar a otras voces y otras culturas, dejando de lado los prejuicios”, comenta Verónica. “La profe Elisa nos abrió la biblioteca, nos hizo agarrar el gusto por los libros. Nosotras no íbamos a la biblioteca de la escuela, no la conocíamos siquiera, y ahora nos hicimos socias y vivimos ahí dentro”, destaca Fiorela. Por último, fue también esta alumna quien sintetizó el profundo impacto que generó este proyecto en las estudiantes y docentes que la atravesaron: “Durante mi formación como futura docente, esta experiencia particular me llevó a replantear completamente mi enfoque hacia la diversidad cultural no solo en el aula, sino en la sociedad misma. Al finalizar este viaje de autoexploración y conexión con diversas culturas, me siento profundamente inspirada y comprometida en mi papel como futura docente. Este encuentro no solo amplió mis horizontes personales, sino que también me enseñó lecciones profundas sobre la importancia de la palabra, de ser escuchadas y, sobre todo, la importancia de la diversidad en el aprendizaje”.
educar en Córdoba | no 42 | Octubre 2024 | Año XXIII | ISSN 2346-9439
Artículo: Un viaje hacia aulas más plurales, a lomo de nanas y poesías