El IPETyM Nº 74 de Villa del Totoral realiza su propia revista escolar

Producir, aprender, publicar

Somos 74 es la revista escolar del IPETyM Nº 74 Fray Mamerto Esquiú, de Villa del Totoral. Una iniciativa planificada e implementada por docentes del departamento de Lengua y llevada adelante por estudiantes de todos los cursos de la escuela, desde la producción y redacción, hasta el diseño y diagramación. A finales de 2022, la publicación salió a la luz y tuvo su presentación frente a la comunidad, en la voz de sus protagonistas, quienes pudieron relatar el proceso de trabajo como forma de objetivar el aprendizaje. Una experiencia de producción editorial en el marco del programa de fortalecimiento de la enseñanza de Lengua y Cultura Digital.

A principios de 2022, el retorno a la presencialidad plena luego de los dos años de restricciones primero y modalidad mixta después, por la pandemia, constituyó, a la vez, una celebración y un desafío para todos los espacios educativos. Celebración en tanto recuperar los espacios físicos de encuentro entre docentes, estudiantes y comunidad educativa; desafío en tanto recuperar y reforzar las dinámicas escolares desde una perspectiva que pudiera entusiasmar a las y los estudiantes.

Desde el equipo directivo del IPETyM Nº 74 Fray Mamerto Esquiú, de Villa del Totoral, plantean una doble condición para la planificación anual: por un lado, la necesidad de mostrar y visibilizar, ante la comunidad educativa, lo que hace cotidianamente la escuela; y por el otro, diseñar propuestas que pudieran desarrollarse en el marco de Programas Pedagógicos Priorizados de fortalecimiento en Lengua, Matemática y Cultura Digital impulsados por el Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba.

El IPETyM Nº 74 tiene orientación de Bachillerato en Economía y Administración y Tecnicatura en Industria de los Procesos, y cuenta aproximadamente con 360 estudiantes. Para Karina Pucheta, su directora, es fundamental hacer que la escuela resulte una propuesta atractiva para la comunidad en general y para las y los jóvenes en particular. “Hace unos años, se creó una escuela ProA que impactó en una redistribución de la matrícula, a esto se sumó que ya no tenemos tanta incidencia de estudiantes que provengan de otras localidades cercanas como hasta años anteriores, pero, sobre todo, necesitábamos reforzar la reactivación pospandemia y también pensar en que hay jóvenes de la localidad que no están en ninguna de las opciones educativas. La escuela hace muchas actividades interesantes que es necesario mostrar y visibilizar para que nos vuelvan a elegir”.

En este marco, el departamento de Lengua y Literatura propuso realizar una revista escolar cuyo contenido daría cuenta de las múltiples actividades llevadas a cabo por el establecimiento y que tendría soporte papel y digital. La iniciativa tenía sus antecedentes en un periódico realizado y diseñado por la profesora de Lengua de 2do año, donde se publicaban los textos producidos en la materia, pero esta vez el proyecto sería más amplio y ambicioso. En primer lugar, porque desde su perspectiva institucional involucraría a todos los cursos (de 1ro a 6to) con todas sus divisiones (A, B y C); y, en segundo lugar, porque no sería el soporte de lo producido en el marco de la currícula de Lengua (poesía, crónica, etc.), sino que se manejaría con las lógicas propias de la producción periodística: selección y búsqueda de notas, consulta de fuentes, entrevistas a protagonistas de los hechos, redacción, edición y diseño. Desde la impronta del programa de fortalecimiento, los dos aspectos a trabajar según los resultados de las evaluaciones del Gobierno provincial eran: la escritura y la oralidad. La primera estaría directamente implicada en la realización de las notas para la revista y la segunda, vinculada a la producción de dichas notas con entrevistas para la búsqueda de información que podrían anexarse a la versión de soporte digital.

Paren las rotativas

Publicar una revista cuya producción involucre a toda la escuela es tan interesante como abrumador y, al tamaño del entusiasmo, le siguió exponencialmente la sombra de las complejidades. “Como idea estaba genial, pero, a la hora de ponerla en práctica, nos encontramos con que costaba mucho organizarse y no sabíamos por dónde empezar, cómo plantear el trabajo conjunto. Nos faltaba un orden, un modo de organización, la claridad del camino por recorrer. En definitiva: ¿cómo hacer una revista?”, reflexiona Gabriela Domínguez, profesora de Lengua y Literatura en varios cursos, una de las ideólogas del proyecto y quien, durante 2019, llevó a cabo el periódico escolar. “El periódico era algo más sencillo, la única participación de los estudiantes era en la redacción, los textos eran lo que escribíamos en clases y después yo los diseñaba en Word; pero una revista, que además tuviera una versión papel y otra digital, es otra cosa muy distinta”, explica.

Frente a esta situación, Carolina Capdevilla, profesora de Inglés y ayudante administrativa del Laboratorio de Informática, propuso acudir a UEPC en busca de ayuda. Como delegada gremial, sabía que el Instituto de Capacitación e Investigación (ICIEC) del gremio es un espacio capaz de brindar herramientas que permiten motorizar este tipo de iniciativas. Pero en ICIEC, la pregunta más frecuente es ¿para qué? Se trata de un ejercicio pedagógico que permite pensar las prácticas, un motor para la acción y, desde esa pregunta, construir colectivamente las problemáticas para reflexionar acerca de los abordajes posibles. De manera tal que no se trata de un mostrador con soluciones a la carta: talleres, capacitaciones, cursos de formación, sino de un espacio de reflexión y acción conjunta donde trabajar abordajes situados y particulares para cada propuesta.

“La primera demanda era por herramientas digitales, concretamente capacitación en programas de diseño y, luego, algunas estrategias de organización en cuanto al proceso de producción de la revista”, recupera Marion Petersen, integrante del área de Consulta Pedagógica de ICIEC, quien agrega: “Entonces, mientras buscábamos una forma de dar respuesta a esta necesidad técnica y organizativa, les propusimos pensar el lugar de las y los estudiantes en el proceso de trabajo y desde allí abordar el proyecto como una instancia pedagógica”.

En cada propuesta de acompañamiento, el área de Consulta Pedagógica convoca a personas con experiencia en la temática, que se suman temporalmente al equipo de trabajo. En este caso, fue Diego Barrionuevo, licenciado en Comunicación Social y docente con varias experiencias en la producción de revistas escolares. “El aporte de Diego fue muy importante porque recupera el marco histórico y de referencia con otras experiencias, como las del maestro rural Luis Iglesias”, explica Romina Clavero, coordinadora del área. “Y sobre todo, como equipo, tratamos de poner en juego la pregunta por el lugar de las y los estudiantes para centrarnos en el proceso como instancia de aprendizaje y no tanto en la concreción del producto”, finaliza.

Cambiar el foco

“Nosotras estábamos muy entusiasmadas por hacer la revista y, a la vez, ansiosas por resolver cuestiones operativas de la producción, pero, en el primer encuentro, el equipo del ICIEC nos fue planteando cosas que ni siquiera habíamos tenido en cuenta, que fue hacer hincapié y aprovechar el proceso de producción”, explica Gabriela y luego completa: “En la vorágine de lo que queríamos lograr, nos centrábamos en el producto, y ahí nos hacen ver que la riqueza está en el proceso, por eso pasamos de plantear dos números de revista en el año, a proponer uno solo, con más tiempo para el proceso”.

La posibilidad de pensar el proceso como instancia de aprendizaje replantea las lógicas y dinámicas de trabajo. Esta condición alivia las cargas docentes de garantizar la producción, a la vez que ubica su rol en un perfil más pedagógico, propositivo, desde donde generar espacios y dispositivos para la participación de las y los estudiantes. Un ejemplo de esto fue la creación del consejo editorial. Muchas revistas cuentan con esta figura, que es el espacio donde plantear, decidir y discutir los temas y modos de abordaje de las notas a publicar. Y en este caso en particular, podía funcionar, además, como un modo de comunicación y coordinación entre los cursos. El equipo docente tomó la idea y definieron una propuesta de consejo eligiendo a las y los estudiantes cuyo perfil les parecía más idóneo para la producción de la revista. Sin embargo, recuperando nuevamente la idea de apostar al proceso más que al producto, el equipo de consulta pedagógica hizo notar que la función del consejo editorial es más de representación, comunicación y contagio que de cualidad práctica. Diego Barrionuevo explica la concepción de la propuesta: “Una de las cuestiones fundamentales del proceso es que las y los estudiantes logren apropiarse del proyecto, que puedan tener y asumir una voz propia. Propusimos lo del consejo editorial como un espacio de participación y encuentro donde poner en juego sus intereses, lo que les gustaría hacer y decir en la revista. Eso necesita de un ida y vuelta muy fluido con sus compañeras y compañeros, una forma de representación del curso, por eso no funciona igual si es una selección que hacen las y los profes”.

Finalmente, el consejo editorial se conformó con dos integrantes por curso, que eligieron mediante el voto estudiantil. “Y en sintonía con esto –abre un paréntesis Diego–, todo lo que pasó a nivel estudiantil en las instancias intercursos fue un excelente ejercicio en lo que tiene que ver con habitar la escuela y la formación ciudadana. En este cole no existe el centro de estudiantes. Entonces, el consejo editorial también puede ser un espacio para iniciar algunas conversaciones”.

Una de las cosas que más sorprendió a docentes y al equipo de Consulta Pedagógica fue la facilidad con la que pudo circular la palabra en el espacio de consejo editorial. Cada integrante contaba lo que venía trabajando su curso y qué ideas tenían para la revista. La construcción de un trabajo común borró las diferencias de edad o pertenencia. “Y cuando volvieron a clases –recuerda Gabriela–, les pedían a sus profes el espacio para contar como delegados lo charlado y acordado durante la reunión. Y esto funcionó como contagio e involucramiento del resto en el proyecto”.

Tinta y tiempo

El perfil institucional de la revista determinó que la búsqueda y la selección de temas estuvieran, en gran parte, centradas en contar a la comunidad las actividades que desarrolla la escuela durante el año: viajes educativos, torneo de ajedrez, feria del libro, bienvenida a 1er año, café filosófico, maratón de lectura, período de ambientación para 4to año, muestra anual de escuelas técnicas, entre otras temáticas, abordadas en diferentes formatos como noticia, crónica o entrevista. La producción de las notas tenía, como insumo principal, la información obtenida en conversaciones con las personas involucradas, dando lugar así al desarrollo de la oralidad, uno de los ejes propuestos para trabajar en los Programas Pedagógicos Priorizados de Fortalecimiento en Lengua, Matemática y Cultura Digital.

Las instancias de producción fueron colectivas, tanto en la búsqueda de información como en la selección y los acuerdos sobre qué poner en los textos. Daniel Fuentes, profesor de Lengua y Literatura en 4to y 5to año, cuenta que la mayor dificultad estaba en la cantidad de información recolectada para cada tema: “El entusiasmo en la búsqueda de información era tanto que, después, teníamos que discutir largo rato para ver qué cosas se podían dejar fuera de la nota, elegir entre lo importante y lo accesorio”.

En varias notas, como las de viajes educativos, por ejemplo, las y los estudiantes tenían que alternar roles entre informantes clave y periodistas, ya que les tocaba cronicar hechos de los que habían sido parte. Lolo, de 2do año, recuerda, como algo interesante, el ponerse en el lugar de periodista y escribir en tercera persona. “Es como que hablar en tercera persona le da más importancia al texto. Teníamos que escribir lo que habían visto y conocido ‘ellos’, pero que habíamos sido nosotros”, recuerda, graficando el ejercicio periodístico. Y destaca como importante la interacción con sus compañeras y compañeros: “Siempre estamos separados en grupitos dentro del curso, pero acá tuvimos que charlar mucho todos recordando lo del viaje y ponernos de acuerdo en qué cosas contar y, después, lo mismo con el texto, qué palabras usar y cómo decir cada cosa”.

El ejercicio periodístico también funcionó como un estímulo a la curiosidad. En la búsqueda de temas para posibles notas, una preceptora mencionó que, cuando ella era estudiante, un profesor había creado el himno del colegio y allá fue todo 4to año a recuperar las huellas de la canción perdida. Según la investigación, el profe era Fernando “Tato” Rossi y, como todavía vive en Totoral, acordaron una visita al colegio para una entrevista colectiva. Mateo, que ahora está en 5to, cuenta que hubo mucho trabajo para elaborar las preguntas: “No queríamos que se nos pasara nada al momento de la charla”. Las preguntas fueron elaboradas por todo el curso, aunque también confiesa que fue un poco caótico al momento de hacerlas, porque todos querían preguntar. Un acierto sin planificar fue filmar la entrevista y, como para el cierre le pidieron si podía cantar la canción, consiguieron el primer registro fílmico y de audio que existe del himno al colegio que luego incorporaron a la versión digital de Somos 74.

“Habíamos preguntado a varios profesores e incluso a nuestros padres si conocían la existencia del himno del colegio. Muchos recordaban haber cantado el himno cuando eran estudiantes y después, cuando volvimos a charlar con ellos, tenían mucha nostalgia y estaban muy contentos de haber recuperado el himno”, cuenta Mateo.

Se hace camino al andar

Centrar el proyecto en el proceso y no en el resultado permitió tres cuestiones interesantes desde una perspectiva pedagógica. En primer lugar, la convocatoria, la invitación a participar cambió de una selección docente según capacidades a la elección voluntaria de las y los estudiantes según sus intereses. Carolina, por sus funciones en el gabinete de Informática, estuvo más vinculada al proceso de edición y diseño y, desde allí, destaca el compromiso de las y los estudiantes que proponían juntarse después de clases para continuar el diseño. Gabriela, por su parte, recuerda que, durante la presentación, se enteraron de que algunas estudiantes se habían sumado “casi sin saber nada, porque les gustaba la tarea y, después, como ya no podían echarse atrás, se pusieron a practicar y así aprendieron”; y reflexiona sobre su aprendizaje como docente: “Nosotros habíamos planteado que se sumaran quienes supieran del tema para poder resolver esa cuestión y fue al revés: se sumaron por interés y aprendieron sobre la marcha”.

En segundo lugar, pensar en un proceso habilita dinámicas del hacer que dan lugar a otras expresiones y formas de vinculación con el saber diferentes. “Es un espacio para desarrollar habilidades que en el aula no se ven, no aparecen o no tienen lugar. También que en el aula hablan o participan siempre los mismos y, en estos proyectos, se generan espacios y oportunidades para que otros chicos puedan aportar”, argumenta Carolina Capdevilla.

Finalmente, el proyecto común como forma de habilitar y hacer circular la palabra. Emilia de 2do y Luciana de 4to participaron en edición y diseño de la revista, donde aprendieron a utilizar Canva, pero lo que más destacan son las conversaciones con sus compañeras y compañeros, ya sea de sus cursos y de los otros. “Hay compañeros que no hablan mucho y ahora, con este proyecto, charlamos más, nos empezamos a llevar bien, hicimos nuevas amistades”, comparte Emilia. Para Carolina, una de las cuestiones a destacar fueron las habilidades orales y discursivas logradas en las idas y vueltas que significaba concretar el diseño: “Todos sabían defender y argumentar sus decisiones y elecciones respecto de cómo armar las notas en la revista”.

Periodistas entrevistadas y entrevistados

Con el transcurrir de los meses (las primeras conversaciones fueron en abril), la demanda inicial por herramientas digitales para diseño fue resolviéndose con el avance del propio proyecto, la apertura a la participación integral de las y los estudiantes dio respuesta a las necesidades tecnológicas, incluyendo, además, un proceso de aprendizaje e intercambio protagonizado por chicas y chicos del IPETyM. Somos 74 era una realidad, tanto en su versión de papel como en su versión digital, pero todavía faltaba un paso más: la presentación, contarle a la comunidad de su existencia.

El viernes 2 de diciembre, a las 20 horas, en la delegación de UEPC de Villa del Totoral, asistieron familiares, docentes y las principales autoridades de la ciudad. Carolina Capdevilla contactó a Eduardo, locutor profesional, egresado del colegio en 2007, para amenizar la velada. Por grupos de trabajo, las y los estudiantes fueron pasando al centro de la reunión para contar su experiencia, en un formato de entrevista llevada adelante por el maestro de ceremonia: qué nota habían realizado, cómo la habían producido, qué cuestiones les habían costado más, alguna que otra anécdota del proceso de trabajo. “Al principio me daba un poquito de vergüenza y miedo de no saber qué responder –confiesa Lolo–, pero apenas empezás a hablar se te pasa, porque era contar lo que habíamos hecho”. Además de la producción de cada nota o entrevista, también el equipo de edición y diseño tuvo su momento para contar su parte del trabajo. Para Emilia, lo mejor de la presentación fue la posibilidad de mostrar algo que habían hecho entre toda la comunidad educativa del colegio.

“Uno de los objetivos que nos propusimos con el proyecto –recupera Karina, la directora del IPETyM– era fortalecer la oralidad, una cuestión que trabajaron a lo largo de toda la producción de la revista como también durante la presentación de la misma ante la comunidad educativa”.

Para Romina Clavero, la presentación de la revista fue el mejor cierre del proceso de trabajo, no solo por la potencia que tiene poder mostrar el resultado del esfuerzo realizado y por el reconocimiento a ese esfuerzo por parte de las familias y personalidades de la ciudad, sino por el protagonismo que tuvieron las y los estudiantes: “En la claridad y fluidez con que cada estudiante pudo asumir la palabra y contar su proceso podríamos ver esa formalización del aprendizaje de la que habla Merieu”.

educar en Córdoba | no 41 | Octubre 2023 | Año XXII | ISSN 2346-9439
Artículo: Producir, aprender, publicar – El IPETyM Nº 74 de Villa del Totoral realiza su propia revista escolar

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Luciano