Un ida y vuelta entre las lógicas pedagógica y comunicativa

Unos pajaritos de la radio que encontraron su voz en pandemia

En un proyecto que atravesó varias localidades de las Sierras Chicas, en el Departamento Colón, integrantes de la comunidad educativa de dos escuelas impulsaron -a lo largo de siete meses de 2020- un programa radial donde se presentaban producciones de las y los estudiantes, vinculadas a los aprendizajes que estaban trabajando en una modalidad virtual. Si bien la experiencia abordó todas las áreas del conocimiento, se centró en el desarrollo y el fortalecimiento de la oralidad, la lectura y la escritura. La misma fue presentada en el marco del 29° Congreso de Docentes Rurales, organizado por UEPC el año pasado.

Transcurría ya más de un mes de clases no presenciales y entre docentes, familias y estudiantes trataban de darle forma a una nueva modalidad que, si bien no se sabía todavía cuánto iba a durar, se prolongaba en el tiempo. “¿Y qué te parece si pasamos algunas producciones de los chicos por la radio? Si les sirve, cuenten con ese espacio”, le ofreció Patrizia Quaglia, operadora de radio comunitaria La Curva -de Salsipuedes- a Marisol González, maestra de una escuela de Agua de Oro. La idea estuvo dando vueltas unos días, hasta que Marisol la compartió con Manuela Doliñski, docente de otra escuela en Río Ceballos. Y entre las dos empezaron a darle forma al desafío. “¿Y por qué no?” -se dijeron- “Veamos si alguien más quiere sumarse”. Y así comenzó un itinerario que llevó a cuatro maestras, decenas de estudiantes y sus familias, directivos de dos instituciones y comercios y emprendimientos de la zona a comenzar una aventura que se llamó “Pajaritos de la radio”.

El proyecto consistió básicamente en la producción de un programa semanal en esa emisora, de una hora y media de duración, en el cual se compartían las producciones de niñas y niños de primero y segundo grado de la escuela primaria “Mariano Moreno”, de Villa Los Altos, en Río Ceballos y de quinto y sexto grado de la escuela primaria “9 de Julio”, de El Algodonal, en Agua de Oro. El mismo era conducido por las cuatro docentes a cargo de esos cursos, que organizaban la emisión, de manera que allí se difundieran contenidos trabajados durante la semana, en función de una planificación pedagógica previa. No solo se trató de que las y los estudiantes salieran por la radio, sino que sus voces fueran protagonistas, de propiciar la escucha y el intercambio entre ellas y ellos y fortalecer el vínculo sincrónico entre docentes, estudiantes y familias, con énfasis en reforzar las capacidades de oralidad, lectura y escritura.

Ambos son establecimientos educativos rurales. La escuela de Agua de Oro cuenta con 120 estudiantes, mientras que la de Río Ceballos tiene 186, esta última en algunos casos organizada en plurigrados. En gran medida, madres y padres eligen estas instituciones porque comparten sus proyectos de formación, caracterizados por una histórica apertura hacia la comunidad y una construcción colectiva -junto a familias e instituciones locales- de las propuestas escolares.

En búsqueda de mejores estrategias

Además de Manuela y Marisol, las maestras que impulsaron esta experiencia fueron Flavia Moreira y Lorena Rodríguez, quienes también trabajan en la escuela de Río Ceballos. En un texto en el que sistematizaron el proyecto -que fue presentado en el marco del 29° Congreso de Docentes Rurales, organizado por UEPC en noviembre del año pasado-, explicaron que el incierto contexto de emergencia sanitaria desde marzo de 2020 originó nuevas prácticas, formas de organización y lógicas de funcionamiento, pero también innumerables preguntas y desafíos: ¿Cómo diversificar las propuestas para garantizar la inclusión, brindando diferentes posibilidades de apropiación y construcción de conocimientos? ¿Sería posible lograr momentos de educación sincrónica, entre estudiantes y docentes, que habiliten diálogos no mediatos, más cercanos a la dinámica de la escuela presencial?, se preguntaban al inicio de la pandemia.

En ese marco, de manera simultánea a la puesta en marcha del proyecto del programa radial e incluso antes, desplegaron un sinnúmero de estrategias para sostener la calidad y la inclusión educativa, al tiempo que el vínculo con estudiantes y familias. Entre ellas, un trabajo sostenido de clases y seguimiento de procesos de aprendizaje por WhatsApp; entregas sistemáticas de material impreso y realización de entrevistas y clases de apoyo particulares a familias sin conectividad; préstamos de netbooks y libros (de literatura infantil e informativos); proyectos de correo-visitas; encuentros virtuales por Google Meet y otras plataformas; desarrollo de material audiovisual -al estilo de “clases”- como complemento de las propuestas escritas; se promovieron canales para difundir y compartir producciones de los diferentes grados (Facebook, Padlets ,YouTube), entre otras muchas. Resulta necesario mencionar todas estas estrategias para dimensionar no solo el contexto en que surge el proyecto “Pajaritos de la radio”, sino también la envergadura de la labor docente durante los meses de 2020 -y aún en la actualidad- en que primó la no presencialidad.

En la búsqueda y creación de esas estrategias, a instancias del comentario realizado por Patrizia a Marisol, surgió la posibilidad de hacer un programa de radio. La idea tenía, a priori, varios aspectos positivos: en primer término, la presencia de una emisora abierta a contenidos educativos -ya se emitían otros a lo largo de su programación-: “Estos proyectos confirman la razón de ser de esta radio comunitaria, que pueda servir para que niñas y niños puedan ser protagonistas”, explica Patrizia. Este medio se mostraba como una opción ante los problemas de conectividad que tenían algunas familias, una característica que había surgido en una encuesta realizada por la escuela “Mariano Moreno”; por último, la iniciativa fue muy bien recibida por las directoras de ambos establecimientos, quienes la apoyaron desde el principio. En ese marco, Manuela y Marisol trasladaron la idea a todas las docentes que quisieran sumarse, y así se incorporaron Flavia y Lorena.

Radio pensada desde la docencia

Ninguna tenía vasta experiencia en la producción o locución radial, pero las motivaba, entre otras cosas, la potencialidad que el medio ofrecía para sus estudiantes en relación al desarrollo de la escucha y la oralidad, y la posibilidad de fomentar espacios de vinculación “simultánea” entre estudiantes y docentes. “Lo que más nos preocupaba del vínculo virtual era que cada uno participaba en el tiempo que tenía y muchos chicos no se podían conectar a un Meet, porque dependían del horario de trabajo de la familia, de la estabilidad de su conexión, de un montón de cosas” -comenta Manuela. “Necesitábamos estar todos juntos en un momento, aunque no sea en el mismo espacio físico: poder estar con la energía puesta al mismo tiempo en hacer algo conjunto”.

Tenían en claro, además, que no querían dar clases magistrales por radio. “Todos podíamos enseñar y aprender, queríamos corrernos del centro, para que las opiniones y los intercambios entre estudiantes-oyentes también fueran un aporte para ellas y ellos. Nosotras, en todo caso, conducíamos esa construcción/reconstrucción”, subraya Flavia. Y también tenían la certeza de que, más allá de que en los programas pudieran abordarse contenidos de casi todos los ejes del currículo, su intención era centrarse en el desarrollo de las capacidades de oralidad, lectura y escritura: explorar y compartir ideas, deseos y preferencias; indagar nuevos recursos del lenguaje oral; verbalizar ideas completas y coherentes; participar en situaciones de interacción sociocomunicativa significativas; fortalecer la escucha activa y la comprensión; reconocer las funciones sociales de la lectura y la escritura; entre otros contenidos específicos que se propusieron trabajar.

Producir, un camino entre estudiantes y audiencias

En términos prácticos, la experiencia estuvo atravesada por el cruce de la lógica pedagógica con la radial. La tarea semanal comenzaba los lunes con la propuesta de actividades a las y los estudiantes, cuya resolución debía socializarse a través de audios en el grupo de WhatsApp, para ser utilizados en el programa que se emitía los viernes. Como explican las docentes, esos aportes de alumnas y alumnos eran fruto de actividades diversas: una labor previa de lectura y escritura; una actividad vivencial (salida, experimento, visualización, etc.); exploración de material audiovisual o trabajo con material concreto, entre otras. “Es decir que la mayoría de los audios que se compartían tenían la finalidad de comunicar una producción o un conocimiento construido, y tenían también ‘destinatarios reales’: sus compañeras, compañeros, maestra y la audiencia de la radio. Implicaba proponerles una situación comunicativa real”, aclaran. “Las propuestas que les dábamos siempre estaban orientadas a la capacidad, a los contenidos y a los objetivos. En función de eso pedíamos los audios, no eran cosas descolgadas”, explica Lorena.

Con esos materiales comenzó a emitirse el programa el 5 de junio de 2020. “Al principio era de una hora, y a la tercera emisión nos dimos cuenta de que necesitábamos una hora y media como mínimo”, recuerda Manuela, entre risas. Al inicio del proyecto, cada docente compartía al aire las producciones de su curso, y a veces no tenían relación entre sí. “Pero enseguida fuimos adquiriendo experiencia e íbamos acordando por teléfono los contenidos a tratar en los programas siguientes y, de esta manera, armábamos nuestra planificación semanal de clases y secuencias didácticas con relación al contenido consensuado”, explica Marisol.

Por lo general, los jueves eran días largos para las cuatro maestras, porque los dedicaban a editar -incluso hasta altas horas de la madrugada- el material que receptaban durante la semana por parte de sus estudiantes. En ocasiones, fueron ayudadas en esta labor por personal de las escuelas, incluso hasta la propia directora de una de ellas, porque no llegaban a terminar a tiempo, o a incorporar todo lo que recibían. Realizaban un trabajo de selección, organización y montaje de los audios, para elaborar los micros o segmentos temáticos acordados para el programa. “Manu, Lore y Flavia tuvieron la peor parte -recuerda Marisol-, porque editar audios de niñas y niños de primer grado es más difícil. Mis estudiantes, de quinto y sexto grado, ya estaban recancheros, a veces hasta les ponían la música”.

Esta tarea implicó aprender saberes de orden técnico, como utilizar aplicaciones y programas (Audacity, Mp3, Cutter, InShot, convertir videos y audios a Mp3, entre otras cosas). Pero sobre todo supuso debatir y acordar criterios comunes de orden pedagógico y comunicacional. “El criterio principal fue siempre la inclusión y la diversidad: que estuvieran todas las voces, y que las diversidades se destaquen. Pero también nos guiaba un criterio estético, a partir del cual decidimos recortar algunos audios, por su extensión o repetición, con el fin de sostener el dinamismo de la puesta al aire”, indican las docentes. Las tareas de producción del programa y de preparación de las clases se retroalimentaban mutuamente. “Al principio no queríamos recortar ningún audio, pero luego lo empezamos a hacer para que salieran las voces de todos; si no, era imposible”, recuerda Manuela. “En algunos temas -por ejemplo, el Día de la Bandera- todos los audios eran iguales y resultaban aburridos para radio. Entonces empezamos a pedirles, en las próximas actividades, que aportaran un solo dato y que no hubiera sido ya expuesto por sus compañeros, lo que obligaba a investigar más y a escucharse entre sí”, relata Flavia. De esa manera, la construcción de los saberes era colectiva.

Para generar diversidad de materiales en torno a un mismo tema, cada docente lo abordaba desde una perspectiva distinta y adecuada a las particularidades de su propio grupo. De ese modo, también se enriquecían los contenidos radiofónicos y era más entretenido para la audiencia. Por ejemplo, en el programa dedicado a los derechos de niñas y niños, cada maestra trabajó con su curso sobre uno diferente. O cuando se abordaron los incendios forestales -que en 2020 fueron un grave problema en Córdoba y el país-, presentaron distintas propuestas vinculadas a ese tema.

Más allá de las producciones de estos cursos, el programa se referenció como un espacio al que podían aportar -si les resultaba necesario- docentes y escuelas de la provincia y el país. Recibieron, así, materiales de colegios de la zona (de Córdoba y La Granja), de la provincia (de Luyaba, en Traslasierra), de San Juan y Buenos Aires, y hasta de San Pablo (Brasil), a partir de un proyecto de intercambio cultural.

Una emisión con espacio para todas y todos

En la emisión fueron aprendiendo sobre la marcha, ayudadas por Patrizia, la operadora del espacio. “Nos sirvieron un montón sus consejos: que hagamos las cosas más cortas, que le pusiéramos separadores, que le demos lugar a la música, que ordenemos las secciones”, valora Manuela. “Veíamos entre todas cómo mejorar algunas cosas, y yo les sugería qué podían hacer. Fue impresionante cómo crecieron en tan poco tiempo, el amor y la dedicación que ponían en su trabajo”, destaca Patrizia. Al inicio del programa se planteaba una consigna, vinculada con algún suceso o efeméride significativa del día o la semana. La audiencia se iba comunicando a través de llamadas o mensajes a la radio, y para animar la interacción se sorteaban premios al finalizar la transmisión, donados por vecinos y comercios de la zona, familias de la escuela o por las propias docentes.

En esas idas y vueltas fue armándose una estructura del programa, que no estaba guiado solamente por una lógica comunicacional, sino también pedagógica. “Una dificultad fue cómo abarcar al público estudiantil de todas las edades, porque había cosas que eran entretenidas para los más chiquitos o para los más grandes, pero no para todos. Por eso decidimos hacer secciones con horarios”, comenta Marisol. En ese marco, aparecieron cuentos, entrevistas a científicos, micros de noticias, entretenimientos, recomendaciones, recetas, concursos -el nombre del programa, “Pajaritos de la radio”, surgió de uno de ellos-, entre otras cosas. “Tanta importancia le dábamos a este encuentro semanal, que en un momento las familias nos dijeron: ‘O hacemos las tareas de los viernes o escuchamos la radio’. Y les dijimos: ‘Escuchen la radio’. La tarea era encontrarse en el programa. Desde lo organizativo priorizamos eso, destinar el tiempo a escucharnos”, explica Manuela. Las docentes comentan también que advirtieron en un momento que había muchas voces adultas en el programa, y se preguntaron cómo las y los estudiantes podían tener más protagonismo. “Entonces, empezamos a trabajar que los alumnos entrevistaran a esos adultos, que ellos pensaran las preguntas para que estuvieran incorporados en esos diálogos”, agregan.

Hacer y evaluar, para rehacer

Las maestras realizan un balance positivo de la experiencia, desde varias perspectivas. “Como docente planificamos, nos ponemos objetivos, lo volcamos en un papel. Esto fue al revés: se fue dando, aprendizaje y acción todo el tiempo. Y al momento de sentarnos a escribir el proyecto dijimos: ‘No puede ser todo lo que hicimos, lo que aprendimos, cada viernes fue una experiencia excelente. Y estamos seguras de que a nuestros estudiantes les sirvió pedagógicamente, por las respuestas que tuvimos”, subraya Marisol. “Nos sirvió para fortalecer la idea de que en pandemia también se aprende, tanto estudiantes como docentes”, agrega Lorena.

Al estar articulada cada emisión del programa con el trabajo didáctico, pudieron observar el incremento en la motivación y la participación activa de niñas y niños. A la vez, percibieron el involucramiento de las familias en el proceso de apropiación de la lectoescritura -sobre todo, en el caso de las y los estudiantes de Unidad Pedagógica-, y el fortalecimiento de la oralidad en todos ellos, “incluso en algunos casos con mayor efectividad que en tiempos de presencialidad”, enfatizan. “Investigaron, indagaron, trabajaron con información para generar contenido comunicativo: leyeron, escribieron y, en algunos casos, discutieron sobre un tema, con el fin de enriquecer sus producciones. Se expresaron de distintas maneras en forma oral (narrando, describiendo, explicando, recitando, cantando, etc.), dando cuenta de la apropiación creciente de las características de los diferentes géneros discursivos. Corrigieron su entonación, dicción y vocalización, y utilizaron y ampliaron su vocabulario con palabras nuevas”, evaluaron las docentes con respecto a sus estudiantes tras la implementación del proyecto, que finalizó en diciembre. En 2021 el programa retomó sus emisiones a partir de mayo, con la expectativa de sostener y profundizar la propuesta del año pasado.

Por último, destacaron otros dos elementos valiosos de la experiencia: su carácter colectivo, en tanto espacio de contención en medio del aislamiento propiciado por la pandemia, y a su vez también potenciador de debates y aprendizajes comunes y de vínculos interinstitucionales -escuela, radio, comunidad-; y haberse dado el tiempo para sistematizarla y reflexionar sobre la misma. Según comenta Manuela, “fue importante sentarnos a escribirla, relatarla, reconstruirla, a plasmar algo que tiene que ver con el hacer, porque vivimos haciendo cosas. Se hacen cosas muy interesantes, que después no se escriben y no se socializan. Dentro de la vorágine del año pasado, nosotras pudimos hacer eso”.

educar en Córdoba | no 38 | Junio 2021 | Año XVI | ISSN 2346-9439
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Luciano