Memoria e identidad en la construcción de ciudadanía

Este es mi mundo, nuestro mundo

El Proyecto 108 de UEPC y Archivo Provincial de la Memoria trabajan de manera articulada en una propuesta que aborda memoria e identidad con alumnos de primer grado. ¿Cómo se construye la memoria colectiva? ¿Qué lugar ocupan las experiencias y recuerdos personales? Una experiencia que ayuda a pensar lo pedagógico fuera del aula, el aprendizaje desde lo vivencial y la posibilidad/derecho de ocupar los espacios públicos para llenarlos de contenido.

Golondrinas

–¿Qué es la memoria? –preguntó Guillermo Jorge Manuel José, en las páginas del cuento que lleva su mismísimo nombre. Algo tibio, mi niño, algo tibio. Le respondió la señora Marcano que tocaba el piano. Son casi 20 niños y niñas de primer grado de la Escuela Dr. Carlos Tagle Achával que siguen atentamente el relato, en la Biblioteca de los Libros Prohibidos del Archivo Provincial de la Memoria (APM).

Durante la última dictadura militar, muchos libros fueron prohibidos, luego secuestrados y quemados. Por razones políticas, por atentar contra la moral y las buenas costumbres, y en la más abrupta de sus razones ideológicas, como se dio en muchos libros para niños, fueron prohibidos “por fantasía ilimitada”. Y desde allí, desde la fantasía, la imaginación, la creatividad, el área de Educación del Archivo retoma la punta del ovillo para recuperar la historia de lo ocurrido durante aquellos años.

Todo primer grado de la Tagle Achával ha trasladado su día de clases de Barrio 29 de mayo (Ciudad de los Cuartetos) hasta el Museo de la Memoria en el Pasaje Santa Catalina, entre el Cabildo y la Catedral. Se trata de una iniciativa en el marco del proyecto de las 108 de UEPC, que pretende abordar los contenidos de Identidad y Convivencia que prescribe la currícula y que se relaciona con la construcción de ciudadanía. También como un modo de aportar contenidos para pensar el 24 de marzo, Día de la Memoria. “Cuando les proponemos este trabajo a las maestras de las diferentes escuelas, se generan muchas dudas porque “son muy chicos”, “no van a entender”, o temores sobre “qué les van a contar y de qué manera”. Pero luego de los talleres son las propias maestras las que se sorprenden por las preguntas y comentarios que hacen los chicos”, reflexiona Rosa Sosa, coordinadora del Proyecto 108. Y hace especial hincapié en las

Niños en el Aula

cuestiones que se generan en los chicos: “Comienza a circular la palabra mucho más, los chicos comienzan a interesarse, preguntan en sus casas, charlan con sus padres sobre cómo eran de pequeños. Luego vienen y cuentan espontáneamente: ‘yo cuando era chiquito pisé un clavo, me tragué una moneda y tomé lavandina. Estas cosas que tienen que ver con su pasado reciente y que son una punta para trabajar cómo se van entretegiendo estas vivencias personales y que una vez compartidas empiezan a formar parte de una memoria que se va construyendo en lo colectivo”.

Volver a pasar por el corazón

Desde su inicio en 2007, una definición importante en el Archivo Provincial de la Memoria y luego ratificada por los demás sitios de memoria de Córdoba (La Perla y Campo de la Rivera), fue la de no reproducir el horror y pensar la memoria desde una perspectiva ejemplar y no literal. La misma decisión abrió la posibilidad a trabajar con niños de todas las edades y en ese marco la idea de trazar puentes con la escuela se convirtió en uno de sus pilares fundamentales. Tanto alumnos de nivel inicial, como de primaria y nivel medio, participan junto a sus maestras de los encuentros de memoria que incluyen charlas, canciones en ronda, lectura de cuentos, viajes relámpago a recuerdos de infancia, paseos en anécdotas de “un tío que me contó una vez”, fotos en blanco y negro, álbumes y objetos. “Trabajamos la idea de memoria recuperando sus propios recuerdos y objetos personales, también existe mucha y muy buena literatura infanto-juvenil que aborda el terrorismo de estado y mediante los libros prohibidos, que son maravillosos. Pero sobre todo, trabajamos con las preguntas que van planteando ellos; cuando un niño o un joven pregunta es que le interesa, quiere saber y cuando se distrae o no presta atención, es que dejó de interesarle y respetamos mucho eso”, explica Virginia Rozza del área de Educación del Archivo.

De regreso al aula y al barrio, los chicos y chicas de la Tagle Achával siguen buscando sus historias. Primero dibujando y escribiendo sus propios recuerdos, luego con dinámicas de entrevistas cruzadas entre compañeros. Más tarde con entrevistas a completar en sus casas con sus familiares y el compartir dentro del aula lo descubierto por cada uno. Finalmente, una entrevista colectiva a las madres para conocer detalles secretos de la vida de sus compañeros de banco y una jornada de álbumes donde trazar pequeños recorridos de lo ocurrido en estos 6 o 7 años de vida. Las razones para la elección de su nombre y la persona que lo hizo, travesuras, sustos, preferencias y caprichos; la relación con hermanos y primos, fotos de un viaje, de un lugar, de una mascota; la camiseta o el escudo de su club favorito; objetos, juguetes, trapitos.

Fotografías de Desaparecidos

Después de andar esta experiencia junto a los alumnos, las maestras destacan con sorpresa el modo en que los alumnos se apropiaron de las historias y de sus historias. Pero sobre todo, cuestiones que trascienden el ámbito áulico para instalarse en la vivencia cotidiana de los chicos. “Esta experiencia habilitó algunas conversaciones familiares que les permitieron a los chicos conocerse más a sí mismos, a la vez que pudieron compartir momentos de encuentro y cercanía que muchas veces son difíciles de generar”, subraya Nancy Constantino, maestra de primer grado. El gesto cómplice que las mamás le regalan a sus hijos mientras le cuentan al resto de los compañeros alguna escalada suicida a la grúa de trabajo; o la devoción por los charcos de barro de la señorita recién bañada de vestido impecable son formas de abrazo que no se ven muy a menudo.

La escuela fuera del aula

Niños trabajando en La PerlaEl viaje al centro, salirse de la rutina escolar, la convocatoria a los padres para trabajar con sus niños, los cruces entre lo personal y lo colectivo son características de esta experiencia, que disparan reflexiones pedagógicas en diversos sentidos. Como cierre del recorrido propuesto por las 108, los alumnos producen diferentes materiales donde reflejar tanto las distintas cuestiones abordadas como los procesos de trabajo. Y con estos materiales los chicos, pero también maestras y familiares involucrados en el trayecto recorrido, participan de la Ronda de la Memoria que organiza el Archivo y que se constituye en una jornada de encuentro con otros chicos, otras instituciones y sus producciones. Este cruce, el asomarse a lo realizado por cada grupo es también una oportunidad de tomar la palabra para contar lo propio al resto y de ir entrelazando historias en la construcción de una memoria colectiva.

Desde la dirección de la escuela, Jaquelina Bueno enfatiza dos cuestiones importantes de la propuesta: por un lado, el contenido, memoria e identidad. “Muchas veces en la escuela esto de la memoria está abordado muy por arriba como una forma de cumplir con la efeméride y parece que sólo fuera un tema del cual hablan los que se vieron directamente afectados o tocados por lo ocurrido en esos años, cuando en realidad nos tocó a todos como país; y la identidad que es una de las cuestiones que más nos interesa trabajar con la comunidad”.

En segundo lugar, la idea de generar actividades pedagógicas que se salgan del ámbito escolar (incluso del barrio) como un modo de ampliar horizontes, abrir miradas. “Les permite a los chicos posicionarse en otro lugar; y lo mismo para los docentes, cuando uno se involucra en propuestas que se salen de lo que es la tarea cotidiana, está bueno, porque aporta mucho aire, e ideas nuevas”.

GolondrinasEl trabajo con el Archivo Provincial de la Memoria y otros espacios públicos como el Museo de Ciencias Naturales o el Observatorio responde a un objetivo mayor que cruza las diferentes propuestas que lleva adelante el Proyecto 108 y es el de generar vínculos entre las escuelas y otras instituciones públicas. Según lo plantea Rosa Sosa, coordinadora de las 108 por UEPC: “que los chicos y chicas puedan ocupar los espacios públicos, apropiárselos”

“Encontrarse y compartir es la clave de la memoria colectiva”

El pasaje Santa Catalina se llena de niños y niñas tomados de las manos. Hay guardapolvos blancos y pintorcitos de diferentes colores. Son de primer grado algunos, de jardín de cuatro y de cinco otros. Traen historias, cuentos, postales, bailes y canciones para compartir en la Ronda de la Memoria que año tras año organiza el Área de Educación del Archivo Provincial de la Memoria. Se trata de un encuentro donde diferentes espacios de formación ya sean escuelas de todos los niveles u organizaciones sociales y comunitarias ponen en común trabajos y procesos realizados entorno a la construcción y reconstrucción de las memorias locales.

Además de la Tagle Achaval, otras dos escuelas que integran el Proyecto 108 han acercado su trabajo a la ronda. Los niños y niñas de primer grado de la escuela Ingeniero Juan Mario Masjoan de Barrio Jardín crearon una Agenda de Libros Prohibidos. A partir de la primera visita al APM comenzaron a trabajar con los diferentes cuentos infantiles censurados por la dictadura, lecturas compartidas, dibujos alusivos, la construcción de historias propias y del barrio. Finalmente, postales con dibujos y comentarios con recomendaciones a la lectura de los libros o cuentos que más les haya gustado. Así, desde las más diversas miradas, estos críticos literarios de 5 y 6 años reabrieron las puertas de la “fantasía ilimitada” para invitar a los demás niños y adultos a ingresar al universo mágico de los libros.

Por su parte, el grupo de primer año de la Escuela Santiago Derqui presentó su trabajo “Nuestro Objeto de la Memoria”. La recuperación de las historias personales a través de pequeños recuerdos, anécdotas, objetos preferidos que se van entrelazando para recuperar la historia de cada niño y construyendo a la vez el relato colectivo del grupo. Analía Garnero, maestra de primer grado, destaca la importancia y potencia del proyecto como oportunidad para profundizar los vínculos entre la escuela y la familia de los niños.

“Muchas veces en la escuela esto de la memoria está abordado muy por arriba como una forma de cumplir con la efeméride y parece que sólo fuera un tema del cual hablan los que se vieron directamente afectados o tocados por lo ocurrido en esos años, cuando en realidad nos tocó a todos como país; y la identidad que es una de las cuestiones que más nos interesa trabajar con la comunidad”.